Sarce, uno de los primeros planetas atacados por el Emperador y dominado a su voluntad. Una vez fue hermoso, sus habitantes eran muy parecidos a los Drake y a los Naýneses, no eran humanos, pero podían adoptar la forma de seres humanos. Ellos, al igual que casi todos los planetas de las galaxias cercanas quisieron evitar a toda costa la ascensión de aquel que se autonombró Emperador, fue así como se crearon las diez y siente reliquias, con el propósito de evitar su entrada a las galaxias. Sarce fue conocido como el planeta de los nulaussy, mayormente conocidos como sarcenos, una raza de seres que tienen la capacidad de transformarse en humanos y tienen agilidades asombrosas, ellos fueron los que crearon las espadas, pero ya nadie los recuerda Sarce no pertenece a una galaxia especifica porque es un planeta vivo, un planeta errante, de esos que tienen vida y pensamientos propios. Como Saral, Sarce es un planeta que tenía la capacidad d
Una hora más tarde habían bajado del trasbordador. El cielo estaba despejado, la brisa era fresca y al parecer el día estaba llegando a su fin. La débil luz del moribundo sol se estaba ocultando en el horizonte, habían aterrizado en la costa y el mar era de un color azul rey. - Es una vista hermosa. – Dijo Èliàn. Habían estado caminando por la costa tomados de la mano una vez que bajaran del trasbordador. - Pero esa no lo es. – dijo Neithan que estaba de espaldas a la playa. En cuanto Èliàn se dio la vuelta, apretó con más fuerza la mano de Neithan y con la otra se tapó la boca de la impresión. - ¿Qué sucedió aquí? – Preguntó con asombro. Un inmenso castillo en ruinas se cernía a cierta distancia de la costa. Algunos de los escombros yacían dispersos en el suelo, el cual era completamente gris. El cielo
- ESTAMOS EN GRAVES PROBLEMAS. LA NAVE FUE DESTRUIDA GRAVEMENTE. PERDIMOS CONTACTO CON TODO, LOS CABLES… - Hubo una turbulencia y el hombres se interrumpió. – LOS CABLES DE COMUNICACIÓN ESTÁN COMPLETAMENTE DESTRUIDOS. - DEBEMOS ATERRIZAR ANTES DE QUE SE NOS ACABE EL OXIGENO. – Gritó otro hombre. Ambos estaban sentados frente a los controles de mando. - ¿QUIÉN RAYOS NOS ESTÁ ATACANDO? – Gritó el primer hombre. – YA DEJAMOS A MORDANA ATRÁS. ¿QUIÉN NOS SIGUE?- Lìhara. – Dijo alguien desde la entrada a la sala de mando. Los dos hombres se volvieron y miraron a Ìhan caminando hacia ellos. – Nos ha estado siguiendo y ninguno de nosotros nos dimos cuenta. – Nadie dijo nada. – El oxigeno se agota. – Dijo Ìhan. - Debemos aterrizar lo más pronto posible antes de que terminemos muertos en medio de la nada. &ndash
Ìhan se quedó observando el lugar donde había estado momentos antes. Estaba tan sumido en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando varias personas aparecieron repentinamente y lo rodearon y justo en ese momento recibió un golpe en el estómago y volvió a chocar contra la lápida.- Vaya vaya amor. – Ante él había una mujer de cabello rizado vestida de negro. – ¿Creíste que podías huir de mi? – Ìhan quiso levantarse, pero no le dieron la oportunidad. Lìhara volvió a golpearlo en el estómago y el muchacho quedó tirado de nuevo en el suelo. – Pues no amor. – Se agachó y levantó su cabeza por el cabello. – Lo único que puedo darte es una muerte rápida y sin dolor, pero antes que nada, quiero que me digas ¿Dónde dejaste a Neithan?- Creo que te quedarás esperando a que te lo
Neithan y Èliàn estuvieron caminando por la costa durante horas. Ella miraba hacia el horizonte y él tenía el navegador destruido en las manos, intentaba repararlo. - Es inútil. – Dijo el muchacho. Luego, en un ataque de ira lo lanzó al mar. El aparato cayó en el agua, Neithan estaba irritado y se dejó caer sobre la arena. - Tranquilo. – Dijo Èliàn, se hincó junto a él y comenzó a masajear sus hombros. – deja de exasperarte. – Él no respondió. – Estuve pensando, creo que no tendremos más opción.Neithan se volvió y la miró incrédulo. - ¿Qué significa eso?- Bueno…- ¿Insinúas que debemos llevarlo?- Yo creo que… - Èliàn y Neithan desviaron la mirada hacia el horizonte. - ¿Qué es eso? – Preguntó &E
Neithan no le había prestado atención a otra cosa más que a la tumba donde había estado Oiluj unos minutos antes. La lápida decía Ìhan.Neithan dio unos pasos hacia la tumba y se detuvo frente a esta. - Mi padre está aquí Èliàn. – Dijo y se dejó caer de rodillas. Bajó la cabeza y las lágrimas comenzaron a emanar. – Nunca lo encontré porque estaba en un mundo olvidado, destruido, muerto en vida. – Se sentó en el suelo. - No está con la persona que amó hasta el fin de sus días.Éliàn se sentó junto a él y apoyó su cabeza al hombre de Neithan, quien acarició su cara y le besó la cabeza. - ¿Sabes lo que quiero? – Le preguntó. Ella negó con la cabeza, mientras lloraba. – Que el día que muera pueda estar cerca de ti. – Levant
Èliàn despertó sobresaltada. Una extraña melodía retumbaba en su cabeza. Era ese sueño de nuevo. Pero de pronto se dio cuenta de que no estaba soñando. La melodía la tarareaba su madre, era la grabación que había encontrado en Armond. La muchacha miró a Neithan que dormía apaciblemente.Cuando salió se dio cuenta de que Oiluj miraba la pantalla de la nave donde aparecía Èhlian tarareando la extraña y siniestra melodía. La muchacha miró unos segundos la pantalla y luego se acercó a Oiluj. La muchacha llevaba una bata negra. - ¿Qué sucede?- Disculpa por haberte despertado. – Dijo sin mirarla. Èliàn no comprendió lo que quiso decir pero aún así no lo preguntó. - ¿Estás bien? – Preguntó Èliàn mirando a Oiluj.- ¿Ella es
Mordana caminaba apresuradamente por los pacillos de la fortaleza de Armond. La Emperatriz ya sabía sobre la muerte de Lìhan, Mordana estaba asustada porque no sabía si la nueva noticia desataría la guerra o la retrazaría. La mujer comenzó a bajar la velocidad hasta detenerse frente a la puerta de la estancia principal o, como es bien llamado, la sala del trono. Mordana se disponía a tocar la puerta cuando alguien se lo impidió.- La Emperatriz no se encuentra en Armond ahora. – Dijo alguien detrás. Se volvió y un joven rubio y alto vestido de negro iba hacia ella. - ¿Dónde está?- Ella no tiene por qué rendirte cuentas Mordana. – Dijo con severidad. – Si ella no lo dijo, tendrá sus motivos. - Lo se. – Se limitó a decir Mordana. – Lo siento. Tiene usted razón. – Él la miró por un momento.
El tiempo transcurría con mucha lentitud. Élián entraba a la sala de las reliquias para repasar una y otra vez las que tenían e incluso la que poseía Oiluj y que no había querido entregar por orden de la antigua reina, todo era para asegurarse que reliquias faltaban. Salía de la sala y volvía a la sala de mando a asegurarse de que todo con respecto al navegador estaba bien, ya que no había señal alguna de ninguna de las reliquias errantes. - Quisiera saber. – Dijo Neithan un día. – Tú dijiste que el navegador que le implantaste a la nave no funciona si tú no estás aquí. – En ese momento los tres se encontraban en la sala de control - ¿Por qué?- Creo que no es el momento oportuno para mencionar eso Neithan. – Dijo Oiluj sin inmutarse - No puedo responder a tu pregunta, no ahora.- Que no es el momento oportuno. – Dijo Ne