Sus besos dulces la enloquecían, sus dedos traviesos jugueteaban sobre su ombligo y sus labios acariciaban su cuello. Un gemido de parte de ella provocó un gruñido en él.
—¿Mi leoncito está gruñendo? —dijo divertida y él soltó una carcajada.
—Te amo —susurró sobre sus labios.
—Yo también te amo. —Ella respondió antes de devorar su boca.
Diana despertó llorando otra vez. No entendía la razón de sus sueños, tampoco la nostalgia en su pecho. Respiró varias veces y se adentró al baño, abrió la ducha y entonces se percató de que tenía el pijama puesto. Se quitó la ropa mojada decidida a tirarla sobre el piso, pero algo la detuvo. Por alguna extraña razón, sentía que alguien aparte de sus padre
—Ah... —Un gemido sonoro salió de sus labios, su cuerpo temblaba y gotas de sudor emanaban de su piel. La cabeza cubierta de ondas sedosas que se convertían en bellos rizos en la punta, descansó sobre su busto inundando su piel con su cálida y acelerada respiración. Le encantaba estar así con él después de una buena sesión de sexo. Disfrutaba enredar sus dedos entre sus ondas y que él le acariciara el hombro con su dedo índice.—¿Me hornearás un pastel, hoy? —Su voz suave y varonil era música para sus oídos. Lo amaba y le encantaba cuando le pedía que cocinara para él, pues le hacía sentir la mejor cocinera del mundo.—Sí, hornearé lo que desees, tú solo pídeme lo que quieras —respondió con una gran sonrisa y él pegó sus frentes
—¡¡Lían!!—¡¡Diana!!El rizado se despertó alterado y con la respiración entrecortada. Pasó sus manos por su cabello varias veces. El dolor en el pecho y la sensación de pérdida eran insoportables. La tristeza de que algo o alguien le faltaba lo consumía en secreto, entonces recordó esos ojos grises que se quedaron impregnados en su mente. Y aunque había pasado un año, ese hermoso rostro no salía de su cabeza.***—Hola, preciosa. —El pelirrojo besó sus labios con pasión y la sostuvo y de la espalda baja.—¿A dónde me llevas? —Ella preguntó intrigada, pues él empezó a dirigirla por un túnel oscuro.—A la gloria, preciosa. A la gloria.***
—Me encanta bañarme en este río, no es hondo y la arena se siente acolchada, es agradable el contacto con los pies. —Diana informó mientras se deshacía de su vestido, luego se quitó su ropa interior, quedando completamente desnuda delante de él. El chico tragó pesado y su corazón latió con agitación. —¿Qué haces? —inquirió con voz temblorosa.—Voy a refrescarme. ¿Quieres acompañarme? —invitó con una sonrisa coqueta y se metió al agua. Él se desvistió con rapidez y la siguió con la respiración agitada. Jugaron con el líquido cristalino un rato, hasta que el rizado la atrajo a su cuerpo y empezó a devorar su boca.Diana se despertó con lágrimas en los ojos. Tenía varios días que n
Diana lo miraba incrédula, en cambio él estaba fascinado frente a ella.—¿Q-Qué haces aquí? —Ella tartamudeó.—Creo que soy yo quien debe preguntarlo. —La miró con tal intensidad que su escrutinio le provocó temblores.—Me dirijo a mi pieza...—¿Te mudaste en esta ciudad? —Lían la interrumpió impresionado.—Sí... Tengo un par de semanas aquí...—Eres la hija de Pavlosky, ¿cierto? —Jinag la abordó.—Sí...—Me imagino que debes ser muy buena en la batalla. Esos tipos son asaltadores espaciales, viajaron con una piedra que robaron. Se equivocaron de mundo y cayeron aquí. —Jinag dejó salir una risita—. Los vamos a llevar de regreso para que sean encarcelados. Gracias por atrapar
Diana estaba preparando algunas mermeladas que le habían asignado. Se sentía feliz de poder colaborar en la cocina y se esmeraba en su trabajo. Estaba pensando hornear un pastel y llevarles muestras para que la dejen hornear, también.—Diana, hay una clienta preguntando por ti. —Xiang, la amiga que le había recomendado la tienda donde se suplió, le avisó.—¿A mí? —preguntó sorprendida.—Sí, ella me dijo que quería hablar contigo. —Su amiga se encogió de hombros.Diana fue a recibirla y sonrió al ver a la rubia frente al mostrador, quien la escaneó con la mirada de una forma que la hizo sentir incómoda.—Hola, ¿cómo te puedo ayudar? —Diana preguntó en tono profesional y cortés y la rubia se le acercó.—Necesito una recomen
Diana había terminado su turno de la mañana por lo que se dispuso a salir de la repostería. Estaba agradecida de que terminara su día, pues su mente divagaba en los últimos acontecimientos; el beso de Lían, su nueva amiga y posible novia del rizado y lo que la traía nerviosa y distraída: los sueños eróticos con Lían. Sus mejillas se sonrojaron y su cuerpo ardía, el simple hecho de imaginar al rizado haciéndole todas esas cosas le provocaba sensaciones que creyó no existían. Esos sueños eran muy reales, como si fueran recuerdos. Por lo menos no se sentía tan depravada cuando soñaba con él haciendo otras cosas que no implicara aquello.—Diana. —Su corazón latió con agitación al escuchar a Lían nombrarla.—Hola. —Trató de sonar lo más natural posible y poder disimu
—¡No debiste hacer eso, Otelo! —La rubia lo confrontó furiosa—. Si te lo conté fue para desahogarme, no para que fueras a reclamar nada a Lían. ¡Qué humillante!—Lo siento, es que me dio mucha rabia que sufrieras por él —se excusó cabizbajo.—No entiendo tu comportamiento, Otelo. Lían es tu amigo también y no está obligado a sentir lo mismo que yo.—Es un idiota, eres perfecta. No entiendo cómo pudo rechazarte —dijo con ojos brillosos y sostuvo sus manos. Estaba decidido, dejaría su cobardía y le confesaría sus sentimientos.***Un mes después...Diana se acercó a Xiang en el almuerzo que por suerte le tocó a la misma hora.—Bien, me dirás qué sucedió. No soporto verte tan triste, t&uacu
Lían y Diana se sentaron bajo un gran árbol en un parque cercano a la tienda, las flores que él le compró yacían al lado de ella, junto a la cajita donde estaban las muestras.—Ni siquiera las probaron —dijo cabizbaja y con ojos cristalizados—. Me dijeron que solo soy una empleada que está allí para asistir a los clientes y limpiar mesas, que no me crea tanto. —Las lágrimas mojaron sus mejillas. Lían puso su mano sobre la de ella y la miró con ternura.—¡Son unos idiotas! ¿Que se creen ellos? Tus postres son mucho mejor, eres profesional y te preparaste para ello. Solo son unos inflados que no aprecian algo diferente ni que están dispuestos a renovar, además de ser unos clasistas superficiales.—Son muy buenos y por algo tienen su fama. —Diana hipó—. Yo... fui muy presuntuosa al creer que pod&ia