Eli estaba atónita observándolo sin todavía dar crédito a lo que sus ojos veían.
—¿Dimitri? —tartamudeó espantada—. ¿Cómo es posible? Se supone que moriste hacen más de tres años.
—Ah eso. Se supone, lo dijiste bien. Cuando regresamos a Destello nos llevaron al Norte para enterrarnos. Imagínate, enterrarme junto al desgraciado de Deon. Entonces, abrí los ojos en la morgue. Para mi suerte solo el maestro Chan se encontraba allí, estaba buscando algo que yo tenía y que, por supuesto no le di, porque en ese momento no me daba la gana. Él me miró moribundo y me curó con la condición de que desapareciera de la vida de los guardianes y jamás me acercara a Zafiro. Así lo hice y él enterró otro cuerpo en mi lugar. Le iba a dar la piedra por agradecimiento, pero lo
Ulises abrió los ojos con una sonrisa en el rostro. Le encantaba despertarse en la mañana y oler su delicioso aroma a cítricos y canela. Buscó el calor de su esposa, pero no lo halló. Pasó su brazo sobre el lado donde suele dormir Eli, el cual estaba vacío. Se incorporó y dejó salir un bostezo. Empezó a olfatear, mas no olía como si ella estuviera haciendo el desayuno, era lo que sucedía cuando él despertaba y ella no estaba a su lado. O... Se paró de un salto de la cama con marcada emoción y empezó a deshacerse de su ropa con una sonrisa pícara. Si no se encontraba a su lado ni estaba haciendo el desayuno, entonces se estaba dando en largo y aromático baño. Fue tarareando al baño, pero la decepción lo embargó. Salió de allí y de la habitación, exactamente como su madre lo trajo al mundo y se dirigi&oacut
Lucero Verde—Se abrió una brecha. —Una señora vestida con capa negra advirtió. Estaban en una habitación oscura y la voz de la mujer sonó a advertencia—. Hubo una conexión entre los dos mundos. Ese chico es muy fuerte, no podré retenerlo por mucho tiempo; lo que sea que vayan a hacer, háganlo ya o él encontrará la forma de romper el bloqueo.—Haz lo que puedas para neutralizar su poder, pronto lo tendremos de nuestro lado. —La voz de un hombre afirmó.***Destello—Eli, entiendo por lo que estás pasando, aunque no es la misma situación, pasé por algo similar. Eli te voy a ayudar, debe haber una manera de encontrar ese mundo con la joya. —Leela dijo convencida.—En realidad, hay una forma. —E
Lucero Verde—¡¡Aaahhhh!! —Su cabeza daba vueltas y su estómago estaba revuelto. Esa no era una manera muy agradable de viajar.—¡Ah! —El grito de una mujer estalló en su oído y sintió como si se los desgarraban.—¡Demonios! ¡¿Por qué tanto ruido?! —Se levantó de encima de ella frotando su sien. La chica se puso de pies sin todavía creer el descaro de aquel extraño tipo.—¡Es en serio! —gritó sobre su rostro llena de rabia—. ¡Tú fuiste quien se me tiró encima! ¡Agradece que soy una guerrera entrenada y estoy acostumbrada a que me caigan cosas pesadas! ¡¡Pudiste haberme matado, imbécil!!—¡Deja de gritar, loca chillona! —Dimitri espetó enfurecid
—Bien, dirás que eres un viejo amigo. Ummm... Diremos que éramos vecinos y vivíamos en la misma aldea hasta que tu padre decidió entrenarte en los bosques de Nim. Entonces, estos últimos meses volviste a la aldea y supiste que yo me uní a la causa de los restauradores y decidiste ayudarnos. —Ana le explicaba su fachada a Dimitri, quien se acercó a ella divertido, alterándole la compostura en el acto. Tenían más de tres días de camino, y él notaba lo nerviosa que ella se ponía con su cercanía, así que lo hacía a propósito para molestarla.—¡Qué conveniente! Todos pensarán que somos o fuimos algo más que vecinos. ¿No crees? —Acercó su rostro malicioso y Ana empezó a temblar.—N-no... —Por más que trató, no pudo evitar tartamudear&mdas
DestelloOdiel, Jing, Eli, Nico Leela y el maestro Chan estaban sentados en círculo en el dojo del segundo.—Entonces, Eli ya no es una niña. —Nico se burló y ella lo miró con mirada asesina.—¿Cuándo lo he sido? —Se cruzó de brazos.—No te hagas, sabes a lo que me refiero. Ya probaste las delicias carnales, una vez lo haces, se vuelve una necesidad.—Nico, ¿no te cansas de decir tonterías? —Jing lo reprendió y Eli le sacó la lengua.—¡Qué madura! —Nico espetó con sarcasmo.—Estoy buscando ese mundo con las características que me diste, pero sin un objeto que pertenezca allá, tardaré más tiempo en encontrarlo. —El maestro Chan se dirigió a Eli.—Y
Ulises despertó más tarde que de costumbre. Nunca se había sentido tan agotado y débil como en ese momento. Se levantó con dificultad y fue a la cocina; tenía la sensación de que no había comido nada en varios días. Por suerte había llenado su despensa antes de regresar a su casa. Se sorprendió de lo mucho que podía comer y después de lavar los platos, regresó a la habitación y se acostó a dormir.***—Lo está haciendo. Ese chico es muy sabio y descubrió como romperlo. —La señora estaba temblando.—Pues, busca la forma de que no lo haga. Debemos elaborar un plan para que se vuelva a nosotros. No puedo creer que esté rodeado de incompetentes.—Señor, le prometo que haré que regrese. —Una mujer joven aseguró, mas él bufó.
Dimitri estaba sentado sobre un árbol en la oscuridad de la noche. Escuchó varias risas masculinas y bufó del fastidio. Se suponía que se había aislado para estar en plena tranquilidad. El aroma a vainilla hizo que entrecerrara los ojos. ¿Qué hacía ella allí? Su corazón empezó a latir con brusquedad y un punzón en el estómago lo hizo maldecir en sus adentros.—¡Qué demonios me pasa! —Dejó salir un suspiro y buscó a la causante de su "malestar".—Oye, Anita —Uno de los guerreros se acercó burlón—. ¿Qué haces por aquí tan solita?—Estoy entrenando. ¿Y ustedes? —contestó alerta, pues no le gustaba el tono que estaban utilizando.—Solo charlamos. Ya que nos toca estar encerrados en este campamento por un
PasadoEn la oscuridad de la noche se escuchaban galopes que hacían temblar el frío suelo de la calle. Vestida con una capa larga, aquella mujer cabalgaba a toda prisa y sin mirar atrás.—Ula, mi amor. —Ella se dejó abrazar de aquel apuesto pelirrojo. Siempre lo había amado, no solo por su peculiar atractivo, sino por lo dulce y listo que era. Como pasa con cualquier Estrella Verde, aceptar ese amor fue difícil, pero no se arrepentía de haberse convertido en su esposa y estaba feliz por el fruto que llevaba en su vientre. —Dan, debemos escapar o nuestro bebé será arrebatado por las Saprias —dijo con temor en su mirada.—Veo que cambiaste de parecer. —Su esposo le entregó un jarro con té. Era lo único que había en la pequeña choza.—Ahora entiendo la raz&o