Ahora que miraba a Mario, podía sentir como su mamá de seguro se había sentido en ese momento, de alguna manera Mario era su pequeño, más allá de su único hermano. Lo quería como un hijo, y quería desempeñar el mejor papel posible, ahora que su madre no estaba. Solo así se sentiría realmente bien consigo misma. Creía que hasta el momento lo estaba haciendo bien, realmente ella hacía lo que podía. Quería que Mario sintiera un poco menos la ausencia de su mamá y por eso se esforzaba bastante en llenar ese vacío, a sabiendas de que por completo no lo iba a llenar, de todas maneras esforzaba bastante. Al menos así le quedaría la satisfacción de que había dado lo mejor de ella para hacerlo. Después de buscar la información, Valentina consiguió la lámina para comenzar a realizar el dibujo pero él también ayudó cuando fue el turno de pintar. Todo había quedado hermoso, a ella también le gustó mucho y estuvo alegre de ver la lámina terminada. Ya solo quedaba que Mario que aprendiera la expos
Habría querido quedarse para escuchar dando su exposición y así mirarlo por primera vez, pero no podía hacer eso ya que tenía que trabajar ese día muchísimo en la cafetería y si faltaba podía estar en problemas con su jefe, quién últimamente había estado un poco más estricto que antes, aunque estaba en su derecho porque para eso le pagaban y ella tenía que cumplir con ese horario al pie de la letra, si no quería tener ningún problema con su superior. Para ese entonces Elena le había marcado que en efecto habían bastantes personas en el lugar y que se apresurara. Por esa razón lo más pronto posible se despidió de Mario y le dijo que haría todo lo posible para pasar a buscarlo en el caso de no poder, entonces como siempre vendría Rosa, él no tuvo ningún problema en estar de acuerdo con eso ya que sabía que su hermana trabajaba mucho, eso era algo que admiraba demasiado Valentina de ese pequeño, que a su corta edad comprendiera todos esos asuntos y nunca se quejara al respecto. De mane
Desafortunadamente había tenido que venderlo y eso es lo que le iba a decir a Elena, le sería sincera, realmente se había apegado mucho a esa pulsera sin ninguna razón, incluso cuando detrás de todo eso podría existir una por qué, ahora mismo no sabía por completo pero estaba segura de que sí existía. La verdad es que por un momento se arrepintió de haber hecho eso, pero si no lo hubiera llevado a cabo, entonces continuaría en ese aprieto económico y seguiría mucho más preocupada que el día anterior, definitivamente no había tenido otra alternativa y por ende se miró entre la espada y la pared, y ya se había visto en un callejón sin salida, finalmente llegando a esa conclusión de venderla. —No tenía otra opción, no tuve más remedio que venderla, ya te dije que necesito el dinero y bueno lo que gano aquí no es suficiente, tenía deudas y me estaba mirando demasiado preocupada, si no tenía el dinero que me estaba pidiendo la señora del arriendo, entonces ya estaba corriendo el riesgo d
Después de algunos minutos en la conducción finalmente había llegado y estacionó el auto antes de bajarse e ingresar a esa joyería, tanto tiempo yendo al mismo lugar que ya lo veía como un sitio familiar y se sentía muy bien allí. También le tenía mucho cariño a la persona que había estado atendiendo el sitio durante muchos años, esa era Flor. —Hola, Max, me alegra mucho verte por aquí —le dijo con el mismo cariño de siempre. —Flor, hace dos semanas atrás vine. ¿No lo recuerdas? —le expresó con una sonrisa divertida en la cara y la señora le correspondió con el mismo gesto. —Bueno de todas maneras se ha sentido como una eternidad, me da gusto volver a verte y por favor... te vas a sorprender demasiado con la restauración del colgante, ha quedado como de seguro tu madre lo quiere. Deja que vaya por él, no me tardo, eh. Max asintió. Verdaderamente creía que su madre iba a estar conforme puesto que esa joyería era una de sus favoritas y amaba todo lo que hacían allí. Mientras Maximil
Por supuesto que Flor no le creía, pero no le dijo otra cosa respecto al tema, después de eso fue a buscar el brazalete que había pedido y se lo dió en una cajita. Maximiliano no podía creer el giro de las cosas porque ahora no era ni siquiera una casualidad ya coincidencias habían muchas lo que lo hacía pensar que la vida quería realmente encontrarlo con esa chica. Le llamó demasiado la atención el hecho de que hubiera perdido a su madre en un accidente de tránsito, eso de alguna forma le recordó algo que pasó. Fue terrible pensar en eso, realmente abominable, mucho más al pensar en la actitud de su padre, en todo eso, Dios, se sintió culpable, incluso por algo que no hizo y en lo que no tuvo nada que ver, ni siquiera fue capaz de ir con las autoridades para admitir lo que había hecho su padre accidentalmente, porque sabía que ya el silencio estaba comprado. Por eso también se mantuvo al margen, sin siquiera averiguar sobre la familia de la afectada, o habría sido todo peor. —Val
—Lo siento, y sí, todo el trabajo me absorbe, estaba pensando en que hay algo importante por hacer y sigo aquí, mamá y papá, prometo venir este fin de semana, a menos que algo muy grave ocurra y me lo impida. Estaré aquí, y haremos algo, gracias por las galletas. Nos vemos —habló muy rápido y se despidió de ellos, tan pronto que a ninguno le dio tiempo de corresponder de forma correcta. De manera que ello luego se quedaron hablando de la actitud de su hijo. —¿No está un poco raro nuestro hijo? —le expresó y su esposo negó con la cabeza. —Mucho trabajo, eso lo sabes, Marie. Trabaja demasiado, y no digo que está mal, pero debería pensar un poco más en su futuro, debería saber que la compañía debe asegurarse un futuro —repitió y su esposa hizo una mueca, lo sabía también —. Dice que se abre a la posibilidad de formar una familia. También me habló sobre eso del artículo, yo creo que sí es cierto todo eso que se dijo. —No, ¿cómo crees? Nuestro hijo no es infértil, no lo creo. —No me r
En efecto se trata de ella, de Elena, que ahora mismo me está llamando al teléfono y no tardo en contestar la llamada porque puede ser algo importante, o lo que estaba pensando quizás, se le olvidó que me dijo sobre lo que haría el fin de semana y ahora estaba llamando para recordármelo. —Hola, Elena. Espero que todo esté bien. ¿Qué sucede? —le expresó. —Oh, linda. Eso solo para avisarte qué otra vez encontré un aviso en dónde está la vacante de asistente en una compañía muy importante y tú puedes tener esa oportunidad de trabajar allí, pensé en ti cuando leí que había esa oportunidad, debes aprovechar —le expresó, aunque ella no estaba muy segura. Porque cuando le dijo eso, se había ilusionado demasiado, al final había sido un error, nunca tuvo esa oportunidad por lo que no quería volver a tener esa ilusión. Parecía demasiado bueno para ser verdad.—Te lo agradezco demasiado, pero prefiero esperar un poco más, no vaya a ser que también se trate de algún error y sé que tienes buena
Ya después de tanto trabajar había llegado el viernes. Maximiliano pensó en buscar un poco más información sobre Valentina, pero no sabía por dónde empezar. Aunque sinceramente le parecía algo que él no haría. Por supuesto que no tenía malas intenciones al respecto, solo mirar a esa joven y darle la colgante que de seguro era muy valioso para ella, sin embargo ni siquiera él mismo se podía engañar de esa manera, porque detrás de todo había otra interés un poco más profundo, pero que no tenía nombre, digamos que era demasiada curiosidad e intriga por saber qué era lo que había pasado en la vida de esa joven. Lo que más le llamó la atención a Maximiliano fue la trágica muerte de su mamá, había perdido a su progenitora en un accidente de tránsito y ella había asumido la responsabilidad de continuar con la crianza de su pequeño hermano, eso era algo muy valioso e importante y dejaba ver qué ella era una persona muy buena. Esa joven no salía de su cabeza y se estaba convirtiendo en un ver