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Después de algunos minutos en la conducción finalmente había llegado y estacionó el auto antes de bajarse e ingresar a esa joyería, tanto tiempo yendo al mismo lugar que ya lo veía como un sitio familiar y se sentía muy bien allí. También le tenía mucho cariño a la persona que había estado atendiendo el sitio durante muchos años, esa era Flor.

—Hola, Max, me alegra mucho verte por aquí —le dijo con el mismo cariño de siempre.

—Flor, hace dos semanas atrás vine. ¿No lo recuerdas? —le expresó con una sonrisa divertida en la cara y la señora le correspondió con el mismo gesto.

—Bueno de todas maneras se ha sentido como una eternidad, me da gusto volver a verte y por favor... te vas a sorprender demasiado con la restauración del colgante, ha quedado como de seguro tu madre lo quiere. Deja que vaya por él, no me tardo, eh.

Max asintió. Verdaderamente creía que su madre iba a estar conforme puesto que esa joyería era una de sus favoritas y amaba todo lo que hacían allí. Mientras Maximil
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