05

Maximiliano en ese momento estaba en su oficina mientras se daba cuenta de que sin su permiso, se había pedido el ingreso de la nueva persona que se encargara para limpieza de su oficina tras la ausencia de la persona anterior que estaba encargada de eso, Lucrecia había dejado su lugar.

De manera que Maximiliano no quería que eso se llevara a cabo, hasta que él lo decidiera, por eso dio la orden de que la búsqueda de alguien para limpieza en su oficina se cancelara de inmediato. Eso fue justo lo que se hizo.

Le molestaba bastante que se hicieran cosas sin su permiso, era eso lo que lo había pasado, por eso estaba molesto... en ese instante su amigo Félix hizo acto de presencia en el despacho, para comenzar con la lectura de un documento importante que luego de su análisis debía ser firmado por Maximiliano.

—¿Puedo saber que te tiene así de enfadado? —le preguntó y él resopló.

—El hecho de que se hagan cosas sin mi permiso, en ningún momento permití que se buscara alguien para sustituir a Lucrecia. Sé que debo hacerlo, pero alguien dio la orden por mí, es eso lo que me molesta —expresó bufando y Félix comprendió por qué estaba de esa manera.

—De acuerdo, no estaba al tanto de eso, de que esa mujer se había ido y ya no estaba haciendo su trabajo, pero te habría preguntado antes de buscar a alguien más que ocupe su lugar, por supuesto —le declaró.

—Vale. Ya lo hecho, hecho está. Por supuesto que ordené que ya no se buscara a nadie, será cuando yo lo decida.

—Has tomado la decisión que mejor te parece. Además de que no es la única persona que puede hacer eso aquí, solo que no cualquiera pueda entrar pero puedes hacer que alguna otra persona de la servidumbre lo haga. ¿No te parece? —le dijo.

—Lo sé, después veo eso, Félix.

...

Valentina pasó el resto del día con su pequeño hermano mientras estaban mirando un película. No paraba de reír, la cinta era muy divertida. Tampoco dejaban de comer palomitas de maíz, las favoritas del pequeño Mario.

—Vas a estar bien, ¿no? —le preguntó, yo de noche, cuándo lo llevó hasta la cama, para que durmiera, ya que el pequeño Mario le daba miedo ese sonido de la lluvia que provocaba una rama moviéndose contra su ventana.

—No, quédate conmigo, Tina —le pidió.

Era justo lo que Valentina sabía que iba a pasar, puesto que su hermano verdaderamente le tenía bastante terror a ese sonido qué siempre que llovía pasaba, incluso ella le dijo que no se trataba de ningún monstruo, los cuales no existen, salvo en cuentos y en la televisión, para dejarlo más tranquilo... pero eso no había funcionado para extinguir el miedo que siempre aparecía en la cabeza de Mario, de manera que sin negarse porque no tenía corazón para dejarlo así, se acomodó a su lado y le prometió que se quedaría con él hasta que pudiera dormirse.

Pero siempre sucedía que Valentina también amanecía todavía junto a Mario, porque verdaderamente se quedaba dormida. Se despertó cuando quiso, pues era domingo, Además de que quedarse un poco más de tiempo en la cama durmiendo, la olvidaría del presente angustioso.

—Tina, tengo hambre. Ya es hora de levantarse —le recordó, algo que ella hacía con él durante la semana.

—Sí, tienes razón, ya te voy a alimentar, dame un segundo.

Pero se puso en pies, y pronto bajó hasta la cocina para comenzar a preparar el desayuno y alimentar a su hambriento hermanito.

—¿Te gusta?

Ni siquiera habló, solo asintió con la cabeza y ya sus ojitos brillando le decían todo, le encantaba el platillo que había preparado Valentina para él.

Después de eso, estaba de nuevo sonando el teléfono de la muchacha y esa vez lo contestó después, cuando se dio cuenta de que decía "Elena", ella abrió los ojos de par en par.

—Buen día, Elena. Espero que estés bien.

—Hola de nuevo, estoy un poco decepcionada nada más, oye, respecto al trabajo que te mencioné el día de ayer ahora sin motivo alguno han dicho que no habrá citas para la próxima semana, es decir que ya alguien ocupó la vacante o se canceló, lo siento, de verdad lamento haberte ilusionado con este trabajo. No sabía que esto iba a pasar.

Valentina se sintió un poco mal, Elena no era la culpable de que eso hubiera pasado. Ninguna de la dos.

—Vaya, no me esperaba esta noticia, pero no te preocupes de todos modos no es culpa tuya de que eso haya pasado. Admito que sí siento un poco de desilusión pero ni modo.

Suspiró.

Luego de eso clavó los ojos en el brazalete. Finalmente se estaba viendo demasiado obligada a vender ese brazalete con tal de obtener algo de dinero, era eso o realmente verse con la soga en el cuello. Primero estaba Mario y ella, ese brazalete ya tenía que irse, quizá por eso lo mantuvo todos esos años, y ahora que estaba en un aprieto, pues lo vendería.

Era momento de hacerlo. No esperaba qué otro chico con buenas intenciones apareciera de milagro y se lo diera.

...

Maximiliano ya estaba de camino a una clínica dedicada a la inseminación artificial, había decidido ir a ese lugar con su amigo Félix quién se vio sorprendido un poco de que finalmente su amiga Maximiliano se decidiera en ir a ese sitio por lo del vientre en alquiler, la verdad solo le había dado esa idea pero jamás pensó que realmente lo iba a tomar en cuenta, sabía qué finalmente Maximiliano tendría su heredero, aún así tenía que andar con mil ojos, debía ser muy cuidadoso de la prensa que siempre podría sacar cosas que no eran ciertas.

Por esa razón tenía que ser demasiado precavido al respecto y de esa forma no levantar sospechas o ser seguido por alguien que luego pudiera filmar y hablar cosas falsas, inventando más de la cuenta. En poco tiempo ya estaban dentro.

¿Era correcto lo que estaba haciendo?

Solo en su sistema había una firme decisión.

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