Vaya, la vida es una mierda, aunque creo que exagero un poco, bueno, en realidad no. Todo fue su culpa porque, por supuesto, él se cree dueño del mundo y no, maldita sea, no lo es. Sin embargo, a pesar de su ego, él puede ser ese tipo de persona empalagosa y bastante atenta, cuando quiere.(…)El día comenzó como cualquier otro, ambos nos sumergimos en una rutina pacífica y eso está bien. Los día hábiles son ajetreados, cada quien sumido en alistarse para arrancar una jornada laboral de ocho horas, aunque esporádicamente se sumaban dos horas más, pero nada que no fuera beneficioso.Eliot se desempeña como abogado civil y actualmente está trabajando en un caso sobre disputas de intereses de no sé qué; la verdad no entiendo mucho del tema y cada que le pregunto algo referente a su trabajo, él habla con un léxico sobre códigos civiles y leyes que terminan por aburrirme porque no captó nada de nada, pero lo escucho y asiento con la cabeza como si de verdad lo entendiera; muy en el fondo,
Encontrar la casa en silencio no fue novedad. Eliot llegaba después de las seis de la tarde.Me despojé del morral y del bolso que contenía todo tipo de papeles —entre ellos muchos dibujos de mis alumnos—, materiales que utilizo en las escuelas y carpetas en las cuales programo las actividades para el día siguiente.Manteniendo el orden y la organización, acomodé mis pertenecías en un mueble para tal fin. Eliot tenía el suyo.Di una repasada rápida al living-comedor, otra en la cocina y opté por un baño antes de comenzar a idear qué preparar para la cena.No tardé mucho, quizás una media hora, la ducha sirvió para relajarme. Vestido cómodamente, empecé a revolotear por la cocina. Decidí por carne al horno con verduras y una ensalada, bueno, Eliot tendría que conformarse con más... verduras.Nuestra vida es sencilla y fácil de llevar. Una relación de casi siete años lo decía todo y más.Conocí a Eliot en mi último año de universidad y recuerdo que lo detesté como nunca antes lo había h
El otoño estaba a la vuelta de la esquina y el ligero viento fresco era sinónimo de ello, por no mencionar la mutación de colores en las hojas de los frondosos árboles que perfilaba a lo largo de la vereda.Como cada mañana, una muchedumbre se aglomeraba dentro de la cafetería y el aroma a café y pastelillos era todo lo que se olfateaba en el entorno. Era una rutina tan habitúe y no era de extrañar que conociera a casi todos los clientes… Casi, porque una mañana llegó él.Y la simple rutina diaria de atender a cientos de personas se convirtió en algo nuevo cada día... Todo gracias a él.(…)No me considero especial. Soy un mero mortal, vaya cosa, de 22 años de edad que se ha revelado hace poco más de dos años, optando por trabajar en lugar de estudiar. Sin embargo, a raíz de mi tardío berrinche de adolescente, mis padres decidieron que lo mejor sería que me fuera de casa una vez consiguiera un trabajo. Por supuesto, ellos no estaban dispuestos a mantener a un parásito de 20 años, por
Meses después.—Que no, papá, estoy bien —repliqué, por enésima vez o algo así.—Tu madre me comentó que tienes un acosador. Es algo por lo cual preocuparse —Negué con la cabeza, aunque él no podía verme—. ¿Estás seguro de que todo está bien?—No es un acosador. Es un simple cliente un tanto... exigente —expliqué—. Y de nuevo, estoy bien.—De acuerdo, haré como que te creo, hijo —Solté una risita por lo bajo—. Sin embargo, tu madre también me contó que a ti te gusta ese tipo, ¿es cierto? ¿Acaso eres una especie de masoquista?—¡Papá! —exclamé.—Es que quiero entenderte, Elías, ¿es mucho pedir?—Oh, Señor Jesús, ayúdame —murmuré.—No metas a Jesús en esto, él no tiene nada que ver —Bueno, sí, era cierto, pero... —. Además, eres ateo, hijo.—¿Siguen yendo a la iglesia, papá? —cuestioné, tratando de desviar la...—Ni siquiera lo intentes, Elías, y responde la pregunta.—Bien y no, no soy eso que dijiste y sí, mamá tiene razón —enuncié, desplomándome en el sofá—. Es un hombre apuesto y ti
Resistí la tentación de llamar a mi padre y contarle todo lo que había pasado; además, sabía perfectamente el extenso sermón que me daría por todo lo que sucedió y no me apetecía escucharlo.Opté por pasar el resto de la tarde encerrado en el departamento, comer helado y mirar películas de acción. Era un hábito que “agarré” cuando obtuve mi primer corazón roto, hace tantos años atrás, por haber puesto los ojos en alguien a quien no le importé lo suficiente como para mantenerme a su lado. Bien, estoy exagerando un poquito. No fue tan así, aunque supongo que le sucede a la mayoría de las personas en plena etapa hormonal (la tan revoltosa adolescencia, por decir algo).La realidad es que nunca tuve un novio, pero si tuve relaciones cortas para experimentar y esas cosas. Sin embargo, recuerdo que tuve un enamoramiento por mi profesor de literatura. Me resulta algo gracioso, hoy día, porque solo tenía trece años y había descubierto que mi interés sexual se desviaba al otro lado de la calle
Continuación inmediata del capítulo anterior.No tenía idea de lo que estaba pasando, pero…—Cuando le confesé a papá que me sentí estúpidamente atraído por ti, él accedió al trato —continuó y asentí como un tonto, sin saber qué otra cosa hacer más que mirarlo fijamente—. Por supuesto, hubo serias objeciones de su parte y recibí un muy largo sermón, pero también dijo que tendría que ir despacio y tantear el terreno para contigo. Me conoce lo suficiente como para intuir que mi forma de proceder es todo lo opuesto a lo que realmente tendría que haber sido.»¿Ese trato todo demandante y arbitrario de mi parte para contigo? Bueno, fue toda una treta que armé para llamar tu atención. No funcionó como yo quería ahora que lo pienso. Es ilógico que alguien te hiciera caso si lo tratas todo quejumbroso e indiferente. Vaya mierda, ¿eh? Y lo siento mucho, Elías, en serio. Nunca fue intencional, nunca quise ofenderte o causarte molestias, ese no era el objetivo y...—Fuiste un jodido cabrón de mi
Advertencia de contenido sexual explícito.—¡Policía! ¡Alto, deténgase! —Inhaló una bocanada de aire y siguió corriendo—. ¡Deje de correr!—¡En tus sueños! —exclamó, volteando la cabeza y haciendo un guiño al uniformado.No pensaba detenerse solo porque sí, daría una dura batalla o maratón, en todo caso, con tal de no ser atrapado fácilmente.—¡Tengo un arma y sé usarla! —gritó el hombre uniformado.—Por supuesto que sí —musitó risueño.Realizó una voltereta rara y esquivó un obstáculo en medio del camino y continuó con la huida. Intuía que no sería fácil para el hombre detrás de él atraparlo, sus largas piernas le estaban proporcionando una buena distancia y siempre se mantuvo en forma, no como el uniformado.—¡Esta placa y esta arma no las tengo de adorno! —gritó el policía.—¡Pues es evidente que no las sabes usar! —exclamó, volteando leve la cabeza hacia atrás.Vaya, logró ver el sudor en la frente del hombre y soltó una risita por lo bajo. Volvió a centrarse al frente y divisó un
Advertencia de contenido sexual explícito.Lukas logró quitarle las esposas y Sam se perdió en el deseo e hizo todo aquello que pensaba mientras Lukas arremetía en su interior.Arañó, mordió, lamió y no era suficiente, quería más, mucho más.Enredó una pierna alrededor de la cintura de Lukas y levantó la otra, pero Lukas lo inmovilizó. Lo hizo rodar hasta dejarlo sobre su estómago y sintió las manos envolver y erguir sus caderas, su trasero expuesto y a merced de Lukas.—Te comeré —imperó Lukas detrás de él.—Sí, sí... —gimió cuando sintió la lengua caliente y húmeda deslizarse entre sus nalgas hasta llegar a su agujero.Jadeó y gimió, dejándose llevar por el placer, por la lujuria que emergía y se exteriorizaba mientras sentía la lengua de Lukas dentro de sí, pero no era suficiente y al parecer su novio lo intuyó. Ya no era solo la lengua, había dos dedos acompañando el vaivén calinoso y húmedo.—Delicioso —gruñó Lukas, la voz atiborrada de placer.Estaba mojado, resbaladizo y aquell