Capítulo 446
—¡Habla!

—¡Me llamo Quirino!

El rostro de Tiberio se tornó oscuro y frío mientras decía: —Quirino, ¿verdad? ¿Ni siquiera sabes contar? ¿Qué tienes en la cabeza?

—Informe, yo... me distraje por un momento, — trató de justificarse Quirino, nervioso.

Tiberio no pudo evitar sonreír, aunque de forma escalofriante. —Estamos en entrenamiento militar y tú, ¿te distraes? ¡Sal de la fila inmediatamente!

Quirino, con la vergüenza a flor de piel bajo las miradas de lástima de sus compañeros, avanzó al frente.

—Cincuenta flexiones, ¡ahora! —ordenó Tiberio, con la cara seria e imperturbable.

Quirino palideció de inmediato.

¿Cincuenta?

¡Ni siquiera podría hacer diez sin agotarse!

Él, acostumbrado a una vida de comodidades y lujos, jamás había hecho ejercicio físico. Sus únicas —hazañas— de esfuerzo se limitaban a conquistar mujeres.

Tiberio lo miró de manera violenta. —¿Tienes algún problema con la orden? Si no quieres hacerlo, lárgate. En La Orden del Dragón Celestial no necesitamos i
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