Hoy tendríamos una cena con mi madre y Nicole. Estaríamos todos excepto, Thomas y Jeff, que salieron desde temprano y aún no regresaban. Quedamos en algo normal. Pero, aún así todos insistieron en que fuese formal.
Había preparado la cena junto a los chicos. Bueno, ayude a Ethan y a Ray a cocinar.
Luego de dejar todo listo. La mesa, la comida, la sala. Subí a arreglarme.Ya estaba duchada, solo faltaba vestirme.
Me coloqué mi falda de cuerina negra y mis botas negras, y por supuesto, camisa negra. Dejé mi cabello suelto, y me enfoque en mi rostro. Dirigí mi vista a la puerta que se abría dejándome ver a un Ray bien vestido.Al parecer, nos habíamos combinado mentalmente. Iba con una camisa negra y pantalón del mismo color, y sus rulos sueltos.
— Algún día tendrás que tocar. — dije viéndolo desde el espejo.
— ¿Para qué si igual sabes que soy yo? — soltó de forma automát
Hoy había venido a trabajar, al igual que toda la semana, y faltaba poco para terminar mi turno. Habían venido unas quince personas en todo el día. Podría decir que es un día movido.Ahora mismo estaba sola, mirando mi celular. Había llegado otro mensaje, el tercero de la semana. Estaba empezando a preocuparme. ¿Me estaban vigilando?.Número desconocido.Tic, toc.Falta poco.No bajes la guardia. C.BEstaba demasiado nerviosa, y sola. No le había comentado a nadie esto. No sabía si hacerlo o ocultarlo. ¿Quien era CB? ¿Y que sabía esa persona de mí?La puerta del local se abrió y la campanilla sonó, causando un gran susto en mí. Mire hacía arriba era Ray, suspiré aliviada mientras regresaba a mi respiración normal. Seguro mi cara era de horror
— No deberías estar sola.Michael Madison.A tres metros de mí.Y sentí claramente como el odio y la repulsión llegaron a mí simplemente con tenerlo detrás de mí.Me giré y lo encare.No le demostraría temor ni precaución. Aunque si la tendría. Me sorprendió verlo aquí, y cerca de mí.— ¿Por qué? — dudé y sonreí falsa. — ¿Podrías violarme aquí también? — añadí amarga— No digas eso. No aquí. — dijo y miro a todos lados. — No es divertido.— ¿Ah sí? — añadí y coloqué mis manos como jarras. — Debiste pensarlo antes de hacer eso. — solté y lo rodee para seguir caminando.— Tenemos que hablar. — dijo con precaución.Seguí caminando y tras escuchar eso giré lo miré. Una señora paso entre los dos, en cuanto lo hizo le hablé.— No, tú quieres hablar y yo no. — vocifere agria.— Samanth
¿Por qué había actuado así?Reí para mis adentros, mientras revisaba el cuaderno de cuentas. Negué con la cabeza recordando cómo me había puesto está mañana.Nerviosa, asustada, sólo porque un chico beso mi mano y mi novio iba al lugar. Parecía una colegiala qué tenía que preocuparse de que su novio universitario no fuese rompiendo caras por doquier; ¿Bonito eh?Volví a sonreír. Traté de concentrarme, más sin embargo, la campana de entrada sonó y levanté mi vista.Él susodicho.- ¿A qué viene esa sonrisa? - Él también sonreía.- Nada. Estaba recordando lo de está mañana. - respondí volviendo a ver el libro.- Ya, sonreías como colegiala por el John Frinch.Y ya estaba enojado. No tenía que levantar la mirada para saberlo. Respondí entre dientes mientras gruñía.- No, si no por como me puse al verte. - respondí señalandolo con el lá
¿Por qué había actuado así?Reí para mis adentros, mientras revisaba el cuaderno de cuentas. Negué con la cabeza recordando cómo me había puesto está mañana.Nerviosa, asustada, sólo porque un chico beso mi mano y mi novio iba al lugar. Parecía una colegiala qué tenía que preocuparse de que su novio universitario no fuese rompiendo caras por doquier; ¿Bonito eh?Volví a sonreír. Traté de concentrarme, más sin embargo, la campana de entrada sonó y levanté mi vista.Él susodicho.- ¿A qué viene esa sonrisa? - Él también sonreía.- Nada. Estaba recordando lo de está mañana. - respondí volviendo a ver el libro.- Ya, sonreías como colegiala por el John Frinch.Y ya estaba enojado. No tenía que levantar la mirada para saberlo. Respondí entre dientes mientras gruñía.- No, si no por como me puse al verte. - respondí señalandolo con el lá
Hace dos semanas Oficial Rogers. Oficina Policial del centro. Servir y Proteger. Ese era el lema cuando realice la preparación para policía, lo que no dijieron es que tendría que pasar todo el día detrás de una silla recibiendo llamadas inconclusas, niños jugando, personas que solo llaman para saber si realmente el 911 existe. ¿Es que esto sería toda mi vida? Recibir y pasar las llamadas a mis superiores. Mi vida diaria o simplemente, el Rogers ve a por café, Rogers recoge unos papeles, Rogers contesta las llamadas y sigue el protocolo. Nadie tomaba en serio mis ganas de más, nadie notaba que me desgastaba detrás de un escritorio. El teléfono suena por primera vez en el día, me enderezó en la silla y lo tomo mientras hago click en mi boli para tomar notas. —Oficina Policial del centro, ¿en qué puedo servirle? —Em
Recuerdo claramente ese suceso, como si fuese real. Era algo que me perseguirá toda mi vida. Algo que no olvidaré. 22 de febrero del 2015 Una oscuridad obsoleta, no veía nada. De pronto, en el centro del lugar donde me encontraba, se encendió una luz, tenue, frágil, pero se encendió. Y allí pude ver, lo que estaba en el centro. Una silueta. Atada a una silla. Otra silueta apareció de la nada, para indicarle a alguien lo que tenía que hacer. De la nada salió él, Derk a ordenar lo que tenía que hacer. — Hazlo. — ordenó de una manera retant
Samantha. No te voy a mentir, ir al plantel hoy es lo menos que quiero, pero todo por las notas. Para poder estudiar lo que deseo tengo que tener las notas suficientes. Parece ilógico que, de todas las cosas de las cuales debería ocuparme, esté hundida en el instituto. ¿Por qué? Para olvidar la monótona verdad de tú existencia. Además, el estar de aquí allá debido al trabajo de Michael mi padre, no me permite transferir las notas. Dicen que es engañoso. Engañoso él. Yo digo que es una pérdida de mi tiempo en el ámbito estudiantil. Pero ni porque mi padre sea el empresario más reconocido, tenemos poder sobre las decisiones del plantel. Ah claro, pero él si tiene el poder de muchas cosas. Salí de casa, un poco enojada porque no estaba nadie allí. Ni mi m
Samantha (....) Luego, de ese momento incómodo que ese chico me mirara tanto, y que yo me haya puesto a mentirle a mi acompañante, camino con el mismo al aula. El cual no deja de preguntarme qué; por qué no le doy una oportunidad al amor. Solo si él supiera. Son tantas cosas que quisiera decirle, pero, no puedo. Ni él, ni a nadie. Son cosas tan privadas que no creo que algún día vaya a decirlas. Entro al salón donde mi profesora de historia la señorita Liz. Me recibiera tan amablemente. —Madison, tarde. Otra vez. — sisea y me ve detrás de sus lentes. Empiezo a creer que me odia, tarde solo por dos minutos. ¿Es en serio? Tengo fama de llegar tarde, lo sé, pero es que, la semana pasada, Jay y yo estábamos comiendo detrás de las gradas. Hace un mes, nos perdimos p