Rápidamente Wagner baja el diminuto short de Nadia. Y en esa misma posición penetró el sexo de la joven que ya se encontraba listo para la invasión. Tomándola por la cintura haciéndole más presión dentro de ella.
Deslizaba su pene una y otra, penetrándola sin darle tiempo de respirar. Esa noche había llegado muy caliente, y tan solo verla acostada de lado permitiéndole tener una buena visibilidad de ese culo. Lo puso mucho mas cachondo que antes.
Con cada embestida aproximaba a Nadia a alcanzar el orgasmo. Lo podía sentir en las paredes de su vagina, se contraían al compás de los gemidos de su amante. Llevo una de sus manos hasta su monte de venus, volviéndo asaltar la pequeña protuberancia que se escondía entre los pliegues de su sexo.
Nadia observó cómo Josh la detallaba de pies a cabeza. Se sintió algo incómoda, hacía mucho que no lo veía. Y ahora estaba allí estaba acompañado de una exhuberante rubia de piernas largas.—¡Vaya! como has cambiado Nadia.—¿Que haces aquí? Ella pregunto, ya que nunca se imaginó a su ex novio codeándose con los ricos.De hecho ella sabía muy poco de él… nunca le presento a su familia o amigos. Siempre fue muy solitario.—No creo que sea de tu incumbencia. Le responde tajante. — Veo que tienes la vida resulta no. Mírate, con ese vestido. La señala con la mano. —Y esa gargantilla, que seguramente debe costar una fortuna.—Ya debo irme. Nadia intenta pasar a un lado de él, ya que no deseaba escuchar nada más que tuviera que decir.—¿A donde vas? ¿Correras a sus brazos? La sostiene del brazo ejerciendo fuerza.—¡Sueltame! No estás en posición de reclamar nada, no cuando estás bien acompañado. La castaña observa a l
El camino a casa estuvo en silencio. Wagner no dijo una sola palabra, más bien el ceño fruncido de su frente era un indicador que no deseaba argumentar palabras.Nadia no era tonta, valoraba su vida como para preguntar algo… aunque se estuviera muriendo de la intriga y curiosidad por saber quiénes eran esos hombres y porque enojaron tanto a Wagner.Fuera de eso… el momento romántico se había ido al caño, todo había sido tan lindo hace un momento. Y ahora… ahora iba acompañada de un hombre a quien seguramente le hervía la sangre.Llegaron a la mansión, Jeremy los despidió y se marchó. Nadia se sentía un poco incómoda por como actuaba Wagner, lo mejor era subir a la habitación y o
Pero la castaña había respondido muy tarde, porque la respiración de Wagner se había hecho constante. Lo que significaba que se había quedado dormido antes de escuchar su respuesta.<Que lastima> penso… realmente deseo que la escuchara. Acomodo su cuerpo en el hueco que el rubio le había echo con su cuerpo, también estaba cansada y necesitaba reponer fuerzas. Ese hombre de ojos gatunos era insaciable.[...]Los rayos del sol escalaba las paredes de la habitación donde dormía una Nadia agena a lo que estaba pasando dentro de la recámara.Cuando de pronto un ruido sordo la despierta de golpe. Ésta abre los ojos como platos enfocando de donde provenía el estruendo.
—Vamos bebé, no juegues.— Déjame. Responde sacando el pene de su boca para luego volverlo a meter en su boca.Subía y bajaba, su lengua hacía círculos alrededor de su carne propinandole más placer. Lo sabía por los fuertes jadeos que Wagner soltaba.—¡Ohhh! Joder, si bebé. Que buena eres en esto. Decía con los ojos cerrados mientras se recostaba.La castaña al verlo en ese estado, supo que se correría. Rápidamente le coloco el condón mientras que ella se sentaba sobre él. Al instante sintió las manos de Wagner sobre sus nalgas. Instándola a moverse. Y así lo hizo.Cabalgaba a su hombr
Algo andaba mal con su estómago. Lo sentía revolverse, realmente se sentía muy mal. Nadia despertaba de una terrible pesadilla, pero cuando intento abrir los ojos los tenía cubiertos. Cuando intento hablar sus labios estaban cellados.Entonces quiso moverse pero tampoco pudo hacerlo. ¿Que estaba pasando? De la nada recordó lo último que vivió, ese hombre en el yate. ¿Pero quien era ese tipo? ¿Porque la quería a ella? Sin querer las lágrimas corrieron por su mejillas. Se sentía temerosa de lo que pudiera pasarle.Su estómago no paraba de revolverse, sentía ganas de vomitar. Pero no podría, no cuando tenía la boca tapada. No tuvo más remedio que gritar, pero más bien sonaba como otra cosa.
Nadia halaba las ataduras de sus muñecas pero solo conseguía hacerse más daño. Si antes de intentar soltarse le dolía la piel, ahora el dolor era aún mayor. No soportaba el dolor en las nalgas, la silla era demasiado dura para su enorme trasero.No supo cuanto tiempo había transcurrido desde la visita del desconocido, pero al parecer había regresado. La puerta volvía a ser abierta y el miedo en Nadia se intensificó. Sintió la presencia de esa persona detenerse muy cerca de ella. Imploraba a los dioses que no le hicieran nada malo.Unas manos frías se instalaron en su muslo desnudo. Ella dio un respingo porque no quería ser tocada. Pero su reacción provocó más a esa persona, lo motivó a que tocará su otra pierna deslizandola hasta alcanzar la tela de los chores
Jhos observaba a la que había sido su novia tan solo un mes antes. Y escucharla decir que amaba a otro hombre le emputaba, tan solo quería golpearla brutalmente. Apretó los puños hasta que blanquecieron. Miró la semi desnudes de su cuerpo, lo que lo excitó.Definitivamente la follaria hasta estrangularla… se acercó a ella nuevamente con intensiones poco decentes. Ella temblaba del miedo y eso le agradaba, que le tuviera pavor. Ya que lo que pensaba hacerle esa noche no sería nada bueno… no al menos para ella.[...]Wagner freno en seco el coche, se encontraba frente de una residencia ostentosa. Lo extraño de todo era que no había guardias. Éste se bajó recargando las armas. S
Este corrió en busca de Nadia, quien se encontraba en posición fetal tapándose los oídos.—Mi amor, ven conmigo. La toco suavemente por el hombro.—No puedo. Dijo entre lágrimas. —No puedo hacerlo, tengo miedo. De todos, de tí.Wagner sintió más dolor por aquellas palabras que por la bala que recibió.—Yo solo quiero protegerte mi lirio. ¡Creeme! Se arrodilló.—No puedo. Decia, sus ojos estaban muy rojos.—Nadia, mírame. La tomo del m