Capítulo 45
“El rostro de Harry”Harry me subió del brazo, gruñendo.
–¡Maldita sea! María Eugenia ¿Qué mierda te pasa? –grita al entrar a la habitación.Me suelto e intento correr pero él me detiene y me abraza contra su cuerpo. –No te pongas así, perdóname, sé que no tienes la culpa de que ese imbécil haya venido hasta aquí en ese estado. Está ebrio, lo sé. Y también sé que tú le gustas. Tranquilízate. Tú no tienes la culpa de lo que está pasando.Me senté en el diván y mi teléfono sonó. –María Eugenia perdóname por favor, perdón por hacerte pasar ese mal rato. Hablamos en la universidad. Decido ir a la universidad a entregar los pendientes y hablar con él. Mi cabello está muy corto aún, fui al estudio estético y me hicieron una limpieza de cutis y le dieron forma a mi corte pegado. Quedó con mechones que podía tirarlos a la frente y a los lados de mi cara. Me sentí más a gusto. Se me veía bien. Me maquilCapítulo 46“Ella esta conmigo”Los días transcurrían y Harry estaba muy serio, era atento conmigo pero distante.Llegué a la Universidad y ya casi ni veía a Connors, después del último incidente en el bar no le llamé más ni el tampoco.Lo vi de lejos ese día, iba con una chica rubia. Me movió su mano desde lejos y siguió.Llegué después de mediodía a la oficina, las chicas tenían un viaje ese fin de semana a un lugar que no querían decir. Al final le dije que me unía a esa expedición y cuando se negaron me convencí de que debía ir.Me imaginé que estaban en una de detectives. Por eso me auto invité e hice mi maleta.Ese viernes en la tarde hablé con Harry.–Harry, no quiero
Capítulo 47“Descubrir la verdad”Al oírlo mi corazón dio un vuelco.–¿Qué haces aquí Harry? –Me preocupé, podrían verlo.–¡Detrás de ti! –me dijo con tranquilidad –. ¿Crees que voy a permitir que vuelva a pasarte algo? –dijo, sentándose, mirando las olas en su ir y venir. Ya se montaba la oscura noche sobre el azul del mar.–Pero ¿Cómo supiste…–Eve y Aiora me pidieron que te acompañara, claro, después de que tú insististe en venir. Ellas lo hicieron para que estuvieras más tranquila. Mientras ellas hacían su trabajo de detectives tú ibas a estar sola en el pueblo y por eso me pidieron que viniera. Puse a la policía al tanto, desde que supe de sus planes.<
Capítulo 48“Ella tiene su hombre”Al llegar a la mansión, Harry junto con el doctor Sutherland habían puesto al tanto de todo a la abuela Cecil. Ella valientemente asumió que todo eso se lo esperaba porque los conocía muy bien, sin embargo lo de Diana le pareció una locura. Todo fue, además de desconcertante, fue doloroso para ella, pues no se los imaginaba haciendo ese tipo de maldades. Sin embargo les nombró abogados a cada uno para amenguar la pena ante la ley.Margaret Hopper se incriminó ella misma para que Cam Hopper no fuese juzgado y pudiera mantener sus aspiraciones políticas. El juicio a Diana y Ernest sería en un mes.Harry se mantuvo cordial y atento conmigo, siempre pendiente de lo que necesitara o en qué me podía ayudar, pero distante. A veces me ignoraba totalmente. Eso me estaba matando de
Capítulo 49“Graduación”Llegamos al amanecer después de que el doctor Sutherland logró arreglar los términos legales. Harry estaba cabizbajo. La prensa lo iba a reseñar y seguramente le aplicarían una sanción en la asociación.Se quedó en su habitación de huésped y solo me dio un inentendible hasta mañana. Desde entonces no lo vi por mi habitación ni por la casa. La prensa reseño “El magnate de los vinos Harry Winter, en un club nocturno mostró anoche sus excelentes dotes de hombre fuerte y defendió a su bella esposa del acoso sexual de un desconocido que la atacó en la entrada a los baños. La también empresaria María Eugenia Winter” –se mostraba la foto de ambos saliendo del club con las fuerzas polici
Capítulo 50“Mi Vendimia”La abuela Cecil, a pesar de la situación, estuvo muy amena toda la noche y compartió con mis padres y los invitados. Fue una velada muy especial. Mis compañeras estaban hipnotizadas con Harry, se explayaron en halagos. En un momento yo conversaba con unos amigos y se acercó para llevarme a la pista a bailar. Me abrazó en la música romántica y al oído me dijo:–Te voy a extrañar mucho, mi brujita. Sobre todo porque has sido la alegría de mis días desde que estamos juntos.–Harry, no me hables de eso que se me encoje el corazón. Me besó fugazmente en los labios, cerrando sus ojos para pegarme a su pecho. Tierno y protector.Al terminar esa melodía me soltó.–Te voy a llevar de nuevo con tus
Capítulo 51“Es pasado”Esa tarde llegamos a Kent y estaba feliz de ver la casa de campo tan hermosa que pertenecía a Etiquetas. Me fascinó desde un principio.Las habitaciones eran espaciosas y llenas de luz y sombras naturales que dan eso toque mágico. Yo estaba como emocionada con todo eso. Salimos a los jardines a tomar la merienda de la tarde y me encantó el chocolate que preparó Aby, mi debilidad. Sentí que necesitaba tanto de eso.El teléfono de la abuela Cecil sonó con insistencia y entonces le señalé, ella estaba tan absorta en lo que nos contaba que me lo pasó para que yo lo contestara, era Harry.–Es María Eugenia –le dije.–¡Ah! ¿Estás ahora mismo con la abuela?–Sí.–No vayan a llegar tarde que ella debe estar
Capítulo 52“Hay que sanar heridas”Aquella tarde hice el chocolate para acompañar los burritos y los tacos que la abuela Cecil quiso comer. Estuvimos charlando y riéndonos de todo. Harry no apartaba sus ojos de mí. Me mantuve distante. Lo de Diana, me tenía intrigada. Las fotos que me mandó Diana eran reales. No eran montajes. Harry estaba allí con ella.–¡Esto esta delicioso! Tienes manos angelicales para la cocina –dijo Herman.–Es cierto María Eugenia esto está demasiado bueno –lo secundó Aby.La abuela Cecil hasta no haber terminado todo no dijo nada.–Chiquilla, perdona que no haya alagado tu cocina antes, es que Harry estaba tan ocupado comiendo de todo que temí no comer yo lo suficiente –rió sonoro–. No quise que me dejara con solo u
Capítulo 53“La vida, a veces, nos da señales”Llegué al majestuoso rascacielos de Oíl Company, muy temprano, como cada mañana desde que llegué a Nueva York. Iba camino a los ascensores cuando mi teléfono sonó. Era un audio de la abuela Cecil.Iba apresurada y fui a poner el audio, pero tropecé con una dura roca, me tambaleé y mi teléfono rodó de las manos yéndose por la rendija de la puerta del ascensor que se abría en ese momento. Unas fuertes y grandes manos me detuvieron en mi caída.Volví mis ojos a la ranura que separaba la puerta del ascensor del piso y vi como el teléfono cayó abajo hecho añicos. Me reincorporé y mis ojos rodaron al rostro del alto y fornido hombre que aún me sostenía.–Disculpe seño