―Definitivamente, hubiera tomado la primera opción, de todos modos, el novio celoso e infiel, estaría tan ocupado que ni se daría cuenta… —afirmé, poniéndome en sus zapatos.
―Lo mismo pensé yo, así que fui con mi editor a su suite ejecutiva e hicimos el amor. Pero, puedes creerme que, cuando un amor es verdadero y espiritual, a pesar de la distancia, las almas pueden sentirse… Yo sabía que Ricardo lo estaba haciendo con Jazmin, pero que no lo estaba disfrutando… Al mismo tiempo, yo no podía disfrutar a mi perfecto amante…»No dejaba de pensar en Ricardo y de sentir un vacío en el estómago y un nudo en la garganta. Christopher me comentó que esa noche, Ricardo salió corriendo de una de las habitaciones donde fue la fiesta, subiéndose los pantalones y con la camisa abierta y sin decir nada, solo manejó su auto y se fue furioso. Jazmin se quedó desnuda sin comprender nada, y le contó a Rosa, que Ricardo se pasó toda la noche mirando el celular, incluso cuando tenían relacioRicardo comenzó a platicar su situación con Bella. Le confesó lo que la Dra. Clarisse hacía con su estudiante Robert y cómo comenzó a chantajear a Ricardo por haberla encontrado abusando del chico. Bella escuchaba con asombro aquella anécdota, pues ella conocía a la popular doctora, y de hecho, le agradaba. ―Ricardo… Comprendo que hallar a tu jefa en una situación tan incómoda como esa debe haberte hecho sentir muy confundido… Pero, lo que estás diciendo es una acusación muy grave… Si tienes sospechas, antes de acusar a tu jefa o responder a sus amenazas, primero debes cerciorarte de que la situación se trata realmente de un abuso jerárquico… En primer caso, ellos dos pueden estar teniendo una relación consensuada, si el estudiante declara a favor de su tutora, tú podrías ser contrademandado por difamación… En segundo caso, ¿cómo puedes tener evidencia de que la sobrecarga laboral es por haberla descubierto teniendo relaciones con ese estudiante? El mismo argumento podría r
―Lo siento… No sé qué me pasa… Soy tan sensible… Jeje… —bromeó Bella.Ricardo se levantó de su silla, le dio la mano a Bella para levantarla y la abrazó fuertemente. Luego la besó en la frente, mientras ella lloraba en su hombro. La acarició del cabello para calmarla, pero él también estaba conmovido… Por muy maduros que fueran, ambos tenían sentimientos muy naturales por el gran amor que una vez se tuvieron…―Bella… No tienes que ser tan dura… Aquí estoy… Aquí estoy… —la consolaba Ricardo, sintiendo cómo las ganas de llorar venían también hacia él.―¡Lo siento! Es que… ¡Sniff! Para mí ha sido muy difícil llenar tu espacio… Siempre mantuve la esperanza de volver a verte… Pero, ahora entiendo que ya estás enamorado de alguien más… Y tan solo… Me conformaría incluso con ser solo esa persona que te escuche abiertamente… Con tal de no dejar de verte… Pero, sé que es dependencia emocional hacia tu ser y está mal… Lo reconozco… Pero… Pero… —sollozó Bella, en el pecho de Ri
Al día siguiente, alrededor de las 6 de la mañana, Christopher ya se encontraba listo para ir a su trabajo. Yo aún me bañaba, así que, para esperar por mí y despedirse, él estaba disfrutando de un delicioso café caliente. Recordó que le había pedido la noche anterior, que a partir de ese día ya no me llevaría al trabajo, pues yo quería aprender a ir por mis propios medios, y eso le gustaba mucho a Christopher . Pero en esos momentos, el timbre de la puerta del apartamento sonó. Fue a abrir la puerta y ahí estaba Ricardo, parado con una caja de regalo, su abrigo negro de lana y una suave bufanda de cuadros rojos. Christopher lo miró con sorpresa y le preguntó la razón por la que se presentaba a su puerta.—Gracias por el regalo Ricardo, no era necesario… —bromeó Christopher . —Pero, ¿qué haces aquí?... Aunque creo que ya lo imagino…―No es para ti, tonto… Pues vine para llevar a Rachel al trabajo, como siempre… ¿Aún está molesta? —evidenció Ricardo.—No podría deci
—¡Rayos! ¡Eso es! ¡Eso es! ¡Estoy enamorado de ella como un adolescente! No es el tonto síndrome de Florence como dice Ricardo… Lo que siento por ella, es verdadero amor… ¡Vaya…! ¡Así que así se siente! ¿Eh…? ¡Es maravilloso! Me pregunto si Ricardo siente lo mismo que yo… Cuando ellos empezaron todo esto, parecía que fuegos pirotécnicos se reflejaban en sus ojos… Si yo miro a Rachel a los ojos, ¿saldrán fuegos pirotécnicos…? ¿Será posible que el amor de él, pudiera ser diferente al amor mío? —se cuestionaba Christopher , soñando despierto, manejando solo por inercia hasta el trabajo.Su tiempo de filosofía sobre el amor consumió toda su consciencia durante el camino, al grado que no se dio cuenta de que ya había llegado al hospital. Estacioné su auto al lado del de Ricardo, que aún estaba caliente. Después caminó tranquilamente a la jefatura de empleados para registrar su ingreso. Ahí estaba Ricardo, con su bata blanca y su lista de tareas. Su actitud y su rostro, reflejaban la
—Hmmm… ¡No…! Nada… Cuénteme… —aseguró Christopher , actuando muy bien su desconocimiento.Evidentemente, le estaba dando por su lado, para dos fines: tenerla contenta y saber qué tan lejos llegaría acusando a Ricardo. También quería saber qué le había dicho exactamente a Rachel y si se contradecía en algo. Debía tener lo más que pudiera de esa conversación.―Hmmm… Ya veo… No sé si has notado que Ricardo y yo ya no nos hablamos igual… Y que… Quizás Ricardo ya tiene más responsabilidades que antes… —puntuó Clarisse, haciendo evidente lo que estaba pasando con Ricardo.—Bueno, sí… Pero, también yo he tenido más responsabilidades… Creo que es normal… En general ha habido más trabajo… ¿No? —comentó Christopher , en su papel.―Bueno… También… Pero, lo que ha pasado es que Ricardo y yo hemos discutido varias veces… ¿En verdad no te lo ha contado? —sospechó nuevamente la doctora Clarisse.Se le quedó mirando a través de sus gafas, levantando una ceja, con expresión de to
Aquella noche en la que Ricardo me traicionó con aquél beso, Christopher le pidió no verme y tenía toda la razón. Él mismo estaba confuso con sus sentimientos… Se preguntaba una y otra vez cómo es que ambas mujeres éramos el amor de su vida… ¿Eso puede existir? Para cualquier persona, una situación así sería muy difícil de explicar, pero, ¿él qué podía hacer? Su ser se sentía incompleto si alguna de las dos faltáramos en su vida. En esa ocasión Ricardo amaba sin maldad. No sacaba provecho de la situación, sino que realmente nos necesitaba a ambas.Fue a dejar el automóvil de Christopher y luego subió hasta el décimo piso para arrojar las llaves de Christopher bajo la puerta. En ese instante, escuchó a través de la madera mi llanto y se le rompió el corazón. Se sentía tan culpable de ser él quien me causaba tanto dolor. Necesitaba tocar la puerta y entrar a pedirme perdón.Estuvo a punto de hacerlo con desesperación cuando escuchó las palabras de Christopher diciendo “Jam
ñ—Muchas civilizaciones en el pasado lo consideraron normal… Y ahora que se supone existe más libertad, estamos atados a las modernas leyes moralistas… ¡No es justo que tenga que elegir…! »Recordando el pasado, sé que Bella lo aceptaría sin problema… Si ella sigue amándome incondicionalmente, también estaría dispuesta a aceptarme aún si amo a otra chica… Pero, y ¿Rachel…? ¿Ella lo entendería…? ¿Se volvería loca y quisiera matarme…? O peor aún… ¡Qué tal si decide volver a suicidarse al creer que ha perdido al único amor de su vida…! Pero no me ha perdido aún… Nunca me perderá… —reflexionó Ricardo sobre la arena.No puede existir peor caso social que un triángulo amoroso… Siempre he estado en desacuerdo con las etiquetas en las relaciones que nos impiden ser felices… Pero Ricardo entendía que yo aún era muy ilusa e inocente… —¿Cómo puedo causarle esta difícil situación en su primer amor? Se supone que el primer amor debe ser único, que debe ser bonito… ¡Pobrecilla! Desde
Después de hablar con el dulce y amable Christopher aquella noche que robó mi paz, fui a la cama a tratar de dormir. ¡La verdad no sé qué sería de mí si no lo tuviera en estos momentos! Su ayuda y su amistad se comenzaron a convertir en mi más preciado tesoro. Sus palabras siempre han sido tan sabias, y si mi amor por Ricardo no fuera tan fuerte, yo hubiera obedecido en todo, porque en verdad me siento sumamente agradecida con él. Pero mi mente daba vueltas gritando “¿por qué Ricardo, por qué?” Esa incesante voz en mi cabeza lograba que mi cuerpo sintiera escalofríos y sudoración excesiva al mismo tiempo. ¿Cómo un mal de amores puede sentirse tan real como una verdadera enfermedad?Tratando de buscar una respuesta a mis delirios, la única respuesta que yo me repetía era: “Acéptalo, Rachel… Él no es para ti. Ellos aún se aman y su amor es mucho más fuerte que el tuyo. Además, ella es hermosa, super inteligente y millonaria. Y tú… Tú no eres nada”.La tristeza se apoder