Victoria:

Oscar:

No puedo quedarme de brazos cruzados.

Hace meses cuando Daniel y yo buscábamos un inversionista para nuestro proyecto de fusión, acudimos a una entrevista con Augusto Cuéllar.

El hombre es dueño de una compañía de inversiones, y aunque en aquel momento se negó en redondo a darnos el préstamo, sí que nos ofreció trabajo a Daniel y a mí como ejecutivos en su compañía.

—¿Sigue en pie tu propuesta?- interrogo.

—Por supuesto. Sabes que soy un hombre de palabra.¿Qué cargo te gustaría ocupar?

—Cualquiera. El que tengas disponible.

El arruga el entrecejo.

—Estás desesperado.

—Sí. Lo estoy.

—Bueno.

—Por cierto…me enteré de lo de tu mujer. ¿Realmente los médicos no saben lo que le ocurre?

—No. No tienen ni idea.

—Es que es muy extraño.- insisto. – ¿dónde de ha visto que una persona caiga en un coma sin causa aparente?

—Si, es complejo esto que le sucedió a Mariela. Pero ya estoy ultimando los detalles para recibir un medicamento que podría ayudarla.

—Te deseo suerte.

Augusto ríe a carcaj
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