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Capítulo 3 La moral de mi padre

Mi padre me pregunta, como siempre, si estaba todo bien, yo bajé rápidamente, no quería que que Solange me encuentre trepado al tanque, es tan estúpida que debe seguir pensando que el mundo gira en torno a ella y seguramente va a pensar que me subí allí para espiarla, es egocéntrica y estúpida.

Recuerdo aquella vez cuando revisé el tanque por primera vez, que mi padre me preguntó a los gritos, por si no lo escuchaba…

-¡Manu! ¿Te fijaste?

Todavía recuerdo la voz de mi padre.

Lo que menos quería, en esos años, era que me vieran, Solange gritaría y me acusaría de espiarla.

Ahora pienso igual, pero antes tenía más pudor, porque era lo que estaba haciendo, la estaba espiando, pero sin querer, porque fue fortuito subirme a revisar el tanque y que ella estuviera casi desnuda, tomando sol.

En aquel momento no le contesté a mi progenitor, sólo estaba mirando la delicia de ese cuerpo de esa chica tan desagradable, subí los dos últimos escalones y destapé el tanque, tratando de no hacer ruido, para que ellas no me vean.

Algo de ruido hice, pero ellas no miraron.

Debe ser por la música a ese volumen tan fuerte que escuchaban.

El tanque estaba limpio, pero tenía el flotante caído, era ese el problema, en este momento no recordaba que había sucedido….

Mi padre insistía desde abajo ¿Por qué no espera hasta que yo baje para saber cuál era el problema?

No le contesté, sólo le hacía señas, para que espere, creo que me entendió, porque no volvió a preguntar nada.

Yo hacía de cuenta de que estaba revisando algo, pero no podía dejar de mirar a Solange.

Recuerdo todo como si hubiera pasado ayer…

Morena se puso de espalda y Solange agarró un pomo de bloqueador solar o algo así y se lo pasó por la espalda de su amiga, hasta recuerdo que mi antipática vecina estaba arrodillada, provocativa, parecía que me quería calentar, sólo que yo creía que no me había visto…

Pasó la crema por la espalda de su amiga y luego por la cola, lo hizo sin ningún pudor.

-Con tu culo, Oski va a terminar loco está noche, ponete la minifalda blanca.

Escuché que le dijo y estoy asombrado porque recuerdo hasta la conversación de ellas, hablaban fuerte, debía ser por el volumen de la música.

Morena no le contestó nada.

Pero se ató la malla y ahora era ella la que le estaba pasando crema por la espalda a Solange.

No llegó a la cola, ahí me gustaría pasarle…

-¡Bajá!

Me dijo mi padre, es que yo estaba tardando demasiado.

Tapé el tanque, tratando de no hacer ruido.

Cuando bajé dos escalones, Solange miró hacia donde estaba yo, lo hizo con una sonrisa y comenzó a reírse.

¡La mocosa se dio cuenta de que la estaba mirando!

¡Ese bailecito fue para que la mire!

Me sentí un idiota.

Es una…

¡No tenía el más mínimo pudor!

Estaba seguro de que iba a pensar que me gusta.

Sí, reconozco que… me gusta.

Nunca la había visto como una mujer, es que no debía tener ni 17 años, para mis 22 era una nena… con unas tetas y un culo para darle todo el día.

Pero eso lo descubrí ese día.

Terminé de bajar y le comenté a mi padre que estaba el flotante caído, que habría que comprar unos y eso lo puede cambiar el plomero.

-No, eso lo podés hacer vos.

-¿Te volviste loco?

Le pregunté asombrado a mi papá.

-Es verdad que podemos llamar al plomero, pero es fácil de cambiar y lo podés hacer sin ningún problema, tardás 5 minutos.

-¿Por qué?

Mi padre solía pensar que un hombre tenía que saber hacer el mantenimiento de una casa.

-Para que aprendas a mantener una casa y no dependas de nadie.

-Si tenemos dinero y yo trabajo, puedo abonar al profesional que necesite.

-Hijo, no sabés las vueltas que da la vida y no te cuesta nada aprender a hacer pequeños arreglos en una casa.

No estaba de acuerdo y se lo dije, pero él insistía y me pidió que lo acompañe hasta la ferretería, quedaba a cuatro cuadras, y cuando estaba agarrando las llaves del auto, mi padre me dijo que vayamos caminando.

Creí que se había vuelto completamente loco.

-Tenés que valorar todo lo que tenemos y aprender a ser menos pretencioso y egocéntrico.

Yo no me sentía egocéntrico, y mis pretensiones eran válidas, al menos en ese momento lo creía así.

Mi título de abogado ya casi lo tenía, me faltaba una materia y en la red de empresas de mi padre ya me destacaba y no por ser el hijo de…

Yo me superaba día a día y me parecía que todo lo que decía mi padre, estaba demás.

Acompañé a mi padre hasta la ferretería, no podía creer tanta tontería de su parte.

Él fue hablando de valores y de muchas tonterías.

Al menos en esa época yo lo consideraba así.

Cuando estábamos volviendo, me dijo que yo era prepotente con nuestros empleados y hasta con los vecinos, lo dijo porque justo estaba saliendo de su casa, Solange con su amiga y ella, cosa muy rara, saludó a mi padre, yo no le contesté, porque dijo -Buenas tardes señor.

Era evidente que ese señor no era para mí.

Lo debe haber dicho para demostrar que saludaba a mi padre y no a mí, es una mocosa maleducada… que me había vuelto loco cuando la vi casi desnuda y bailando descaradamente, porque sus carcajadas fueron porque se dieron cuenta de que las estaba mirando.

Eso me molestó y me humilló.

-Yo no pienso saludar a esa pendeja maleducada.

Le dije a mi padre.

-¿Qué te hizo que le negás hasta el saludo?

-¡Te saludó a vos, no a mí!

Mi padre sonrió.

-¡Sos más chiquilín que ella!

-No, yo soy un hombre y ella es… ella es la mal educada.

-Manu, basta de tonterías, te rebajás a la altura de una criatura, de verdad, hijo, crecé, por favor, prácticamente sos abogado y como vos decís, sos un hombre, al menos podés saludar a los vecinos, los valores y la educación…

-¡Basta padre! Saludo a los vecinos, sólo que a Solange no la soporto y no la voy a saludar, mi saludo vale y se lo doy a quien se lo merece.

Mi padre no estaba de acuerdo con mis palabras, pero yo tampoco estaba de acuerdo con las suyas.

Pasaron muchos años de aquella charla y sigo pensando más o menos igual… no soporto a Solange y por otro lado… está tan sexi como antes…

No, no está como antes, está mucho mejor que antes, pero sigue siendo una mujer engreída…

Es demasiado bella como para que no lo sea, Gloria, que es bella, sin ser tan llamativa como Solange, a veces es insoportable en su manera de ser y eso que la vida le pegó en la cara con respecto a la enfermedad de Bruno y con respecto a nuestro matrimonio, que ya prácticamente no existe y también en la parte económica, porque estoy seguro que cada día piensa que la voy a echar.

Gloria, a partir del momento en que me enteré que no era el padre de Bruno, se mudó a otra habitación, y yo son muchas las noches en las que no vuelvo a dormir.

Alguna que otra vez volví a tener sexo con mi esposa, ella creyó que podíamos arreglar nuestro matrimonio…

Eso jamás va a suceder, el sexo fue porque sin dudas es una mujer bella y estaba ahí, no precisé salir a buscar compañía, sin embargo, mi desprecio por ella es mucho y no llega a complacerme cuando lo hacemos.

Sus engaños fueron muchos.

Llegó mi hermano a la casa de mis padres, también fue para ayudar con lo que ellos pudieran precisar, mi madre siempre lo recibe muy bien, igual que a mí, sin embargo, mi padre a veces lo trata con cierta distancia, aunque trata de disimularlo.

-¡Está Solange!

Exclamó mi hermano, como si fuera un tema trascendental, hasta me pareció que la nombraba con cierto cariño.

Si ella le gusta, está perdido, porque está acompañada, yo mismo vi como ese tipo la besaba.

De todos modos, no es que ella piense en Ricky como algo más que un amigo, si es que siente por él, la misma simpatía que demuestra mi hermano.

-Sí, tu madre invitó a sus padres, somos vecinos desde hace 30 años y nos une cierta amistad, también vienen sus hijos.

En ese momento me mira y me apunta con el dedo.

-Sé que no te cae bien Solange, espero que te comportes.

-No me trates como a un chiquillo, simplemente pienso que ella es una maleducada, pero no te preocupes, si la tengo frente a mí, la saludo y lo hago sólo por mamá.

Mi hermano me miró, abrió su boca y luego la cerró sin decir nada.

Creo que él se lleva bien con nuestra vecina…

Los vi hablando muchas veces cuando éramos adolescentes, sin embargo, no tiene nada que decir, porque él no sabe nada de aquella noche…

Pasaron muchos años desde ese momento.

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