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Hay que esperar que reaccione

Capítulo 4

Ya se está haciendo de noche, el frío invade el cuerpo de Anna, quien ha estado vagando sin rumbo fijo durante todo el día. Además, tiene hambre y está agotada, es por ello, que necesita descansar y buscar forma de rehacer su vida de una u otra forma, después de todo la vida continúa y ella es una mujer joven.

Al llegar a la casa, es recibida por su nana. Una mujer mayor quien ha cuidado de ella desde que sus padres murieron. Esa mujer es la única que la trata bien en esa casa, además se preocupa por su bienestar.

La vida de Anna ha sido trágica, cuando tenía diez años, perdió a sus padres en un accidente de coche. En ese momento fue que su tío, Diego Díaz, la lleva a vivir a la casa junto a su esposa Aimar Salas y su hija Sara.

Por ser la huérfana, la trataron de una forma cruel, la castigaban por todo, hasta por cosas que ella era inocente. No tenía ningún tipo de lujo,  la ropa que ella usaba era la que no le gustaba a su prima o ya no le servía. 

Recibió estudios gracias a que su nana se los costeaba, ya que su tío no iba a gastar su dinero en ella, él decía que eso era pérdida, pues mantener a Anna, no lo beneficia en nada. De igual manera, la obligaban a trabajar al mismo nivel del personal de limpieza.

En la casa ella no contaba con un cuarto, pues dormía en el sótano, el cual acondicionó a través de los años, para estar cómoda.

— Señorita Anna, cuéntame, ¿qué pasó con Sara? Ella llamó y los señores salieron con rapidez. La señorita Sara, dijo que le hiciste algo, pero no alcancé a escuchar, ¿qué fue? —dijo la señora con preocupación.

— Yo no le hice nada, nana así qué tranquila. En estos momentos, todo está muy confuso para mí, ya solamente necesito descansar para recuperar energía, tengo hambre, pero me puede hacer daño, además debo pensar bien las cosas —dijo y se retiró a donde duerme.

— No vas a comer nada señorita, te ves muy mal, me preocupa que te vayas a enfermar —expresó la señora viéndola con piedad.

— No, nada, tranquila, mañana será otro día, y estaré mejor, hoy solo quiero descansar —dijo y las lágrimas comenzaron a salir, después de eso se fue al sótano a dormir.

Con lo cansada que estaba, no tardó mucho en quedarse dormida.

Ya avanzada la noche llega Diego, enfurecido. 

— Ya llegó Anna, ¿dónde está?, esto que hizo es inaudito —grito a todo los sirvientes que estaba presente.

— Sí, señor, ya llegó encuentra en su cuarto, dormido, porque se sentía mal —dijo unos de los empleados.

Sin mediar palabras se dirigió al sótano y levantó bruscamente a la joven, quien se despertó y se encontraba desorientada.

— ¿Cómo te atreves a malograr a mi hija?, esto es algo que no te voy a perdonar —dijo el hombre y le dio una cachetada.

— Tío, ¿qué pasa?, ¿por qué me golpeas? —dijo mareada del golpe recibido.

— Eres una desvergonzada, golpear a mi hija que está embarazada —dijo y le dio con el puno cerrado por el estómago— casi pierde a mi nieto y tu muy tranquila aquí en mi casa. Después de todo lo que te di, así me pagas —expresa el hombre golpeando a la chica sin piedad.

— No más, tío, déjame que te explique —pronunció Anna en medio de los golpes que está recibiendo.

En eso llega Aimar, quien también está molesta con la chica por lo que le dijo Sara.

— Cálmate, si la matas va a ser peor —dijo la mujer y trató de detenerlo.

— Eso es lo que voy a hacer —dijo y busco algo para poder golpearla con mayor fuerza— Si le hubiera pasado algo a mi nieto, no me lo perdonaría, matarla debí hacerlo cuando llegó a esta casa. Todo por mantenerme al frente de la empresa, pero ya estoy cansado de soportar a esta escoria, muerta no me va a traer problemas. 

— Te volviste loco, te vas a meter en problemas —dijo la mujer haciéndolo entrar en razón— si la matas vas a ir preso, entonces, ¿quién maneja la empresa?

El hombre enfurecido la golpeo sin piedad hasta dejarla inconsciente, en ese momento se volteó a hablar con su esposa.

— Tu tranquila, ya tengo todo planeado —dijo y la toco, la chica está sin movimiento y llena de sangre por todos lados— ya está muerta, de esa manera no me va a quitar la empresa.

— ¿Ahora qué vamos a hacer?, Diego ¿por qué lo hiciste? —dijo la mujer y comenzó a llorar, estaba asustada por lo que acaba de pasar.

— Si está muerta, no podrá reclamar su herencia y la empresa será mía. Todo este tiempo tuve miedo de que la reclamara, estando muerta ya no lo hará. Cuando Sara se case con Tyler, le invertirá dinero y nuestra economía florecerá —expresa mientras envuelve el cuerpo de Anna en una sábana.

— ¿Qué pasará cuando encuentren el cuerpo?, vamos a tener problemas legales —dijo la mujer entre sollozos.

— Los sirvientes no dirán nada, y denunciaremos la desaparición a la policía. Todo estará bien mujer, confía en mí —dijo y la agarró en peso y se dirigió hacia el auto.

Después de hablar con los empleados de la casa, Diego y su esposo salen a dejar el cuerpo muy lejos de esa zona.

La nana, quien le tiene mucho cariño a Anna, sale corriendo a buscar ayuda. Al salir a la calle, ve un carro parado en el frente y le comenta lo sucedido, el hombre hizo una llamada. La señora no escuchó de lo que hablaba, pero al regresar le dijo que se montó en el auto, para hacer el seguimiento y ver para donde llevan a la chica.

Manejaron por más de veinticuatro horas, Diego y Aimar querían asegurarse de dejarla los más lejos posible. El hombre estaba cansado e incluso dudo de lo dicho por la señora, «pierdo mi empleo si lo que me dijo esa anciana es mentira», pensó el hombre.

Después de mucho manejar, lanzaron el cuerpo a un barranco y se dispusieron a regresar. Cuando ya el carro no se veía en la carretera, el hombre se dirigió a donde habían lanzado el cuerpo. Al revisarlo, se percató que continuaba con vida, por lo que hizo una llamada.

— Señor, si es la chica, está viva, pero muy herida, ¿qué hago?, lo más recomendable es que la lleve a un hospital —dijo el dueño del carro.

— Tráela y pronto. Aquí la espero con un médico, necesito que llegue con vida —dijo el hombre al otro lado de la línea y luego colgó.

El hombre la levantó con cuidado y la llevó hasta el carro para manejar de regreso. El sujeto tiene miedo de que la mujer fuera a morir en el camino, pues el hombre para el cual trabaja no entiende de razones y lo puede culpar. 

A pesar de no ser médico, la ve mal y muy malograda, además de tener tiempo inconsciente y sin atención médica. «Solo espero que la chica no se muera en mi auto, ¿cómo se lo explicaría al jefe?, capaz y me manda a matar también», pensó el hombre mientras manejaba de regreso.

Al llegar a la casa, el médico la revisa y todavía está viva. 

— Las lesiones que tiene son graves, está viva porque tiene una fuerza de voluntad increíble. Otra persona en sus condiciones ya se hubiera muerto —dijo el médico una vez que le prestó los primeros auxilios.

— ¿Qué debemos hacer?, ¿cuáles son las atenciones que se le debe dar? —dijo el dueño de la casa.

— Esperar es lo que queda, como le dije, la ganas de vivir de esta joven es impresionante, todo queda de parte de ella.

Una vez que el médico terminó su trabajo se fue. La chica inconsciente quedó al cuidado de esas personas que la ayudaron. Ya solo es cuestión de esperar a que ella reaccione.

Los días pasaban y Anna no reaccionaba, el hombre estaba perdiendo la esperanza de que la mujer volviera en sí. Le han buscado los médicos con mayor renombre y le dan muy pocas esperanzas, por el hecho de tener múltiples heridas.

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