Sabía que había cometido una estupidez del tamaño de un estadio de futbol, pero no había sido capaz de evitarlo. Eso era lo que tenía que aprender a controlar. No podía permitir que sus sentimientos continuaran afectándolo al punto de llevarlo a beber hasta prácticamente no mantenerse en pie, porque la conciencia no la había perdido, por el contrario, era más consciente que nunca de lo que sucedía a su alrededor, pero, sobre todo, en su interior. Y aquello era lo que más lo aterraba. Había bebido con el fin de adormecerse, pero lo único que había logrado era terminar en el toilette en compañía de Nessa y que esta lo llevara hasta su cuarto, porque él no era capaz de dar dos pasos sin trastabillar. Sí, solo había logrado ralentizar sus movimientos, disminuir sus reflejos, intensificando su malestar. Se sentía un idiota. Siempre lo había sido. Al parecer, lo que su padre le había contado de su pasado, se repetía en sí mismo. No era capaz de hacer que las cosas funcionaran, al menos, no
Siete horas más tarde, Brendan abrió los ojos, sobresaltado por la voz de su hermana. ¿Qué diablos le sucedía que no lo dejaba dormir tranquilo? —Brendan, ¡maldita sea, despierta! —exclamó Nessa, tomándolo por los hombros y zarandeándolo como si fuera una hoja de papel. —¡Hey! Calma, ¿qué te sucede? —preguntó, zafándose de su agarre y sentándose en la cama mientras intentaba enfocarla con la mirada. —Están todos abajo y ya no sé cómo explicarles que no estés presente. —¿De qué hablas? —La fiesta, hermanito, ¿acaso lo has olvidado? ¡Por el amor de Dios! Están todos esperando por ti. —¡Maldita sea! ¿Qué les dijiste? —Intenté que papá y mamá no subieran a tu habitación (se supone que ahora estoy buscando mi teléfono para llamarte) y les dije que te habías ido a lo de Alahan, a pesar de que él también estaba invitado. Tuve que llamarlo y pedirle que se retrasara. Brendan suspiró, se sentó al borde de la cama y se llevó las manos a la cabeza. Le dolía como si estuvieran taladrándol
Amy se removió incómoda. ¿Qué demonios sucedía? ¿Por qué le dolía la cabeza? ¿Por qué sentía como en esa triste película que su padre le había obligado a ver una docena de veces, sin que ella pudiese terminar de comprender qué era lo gracioso? ¿Cómo era que se llamaba? ¿The hangover? En fin, daba lo mismo, a fin de cuentas, si no recordaba lo que había pasado la noche anterior, mucho menos podía pretender recordar cómo se llamaba aquella película.Suspiró y se llevó una mano a la cabeza mientras se incorporaba en el... ¿sofá? ¿Qué demonios hacía durmiendo en el sofá? Miró en derredor y vio que Nancy se encontraba sentada en el sillón de un solo cuerpo, profundamente dormida con la barbilla contra su pecho. Frunció el ceño y se levantó a duras penas. Le dolía absolutamente todo.—Nan —dijo, acercándose a su amiga—. Nan —repitió sin éxito—. ¡NAN! —exclamó, tomándola por el brazo y moviéndola.—¿Qué? ¿Qué pasó? —preguntó, sobresaltada.—Lo mismo me pregunto —dijo Amy, alzando una ceja—.
—Te amo, siempre lo he hecho —había dicho ella con el rostro enterrado en su pecho mientras lo abrazaba con fuerza.El silencio que siguió a aquella declaración fue interminable. Amy sintió que el mundo se detenía. ¿Acaso había malinterpretado la situación? ¿Estaría pensando en su respuesta? ¿Se habría quedado dormido?Alzó la cabeza y observó que Brendan miraba el techo con una mano debajo de su cabeza, mientras le acariciaba el cabello de manera inconsciente.—Bren —lo llamó en un susurro, sin obtener respuesta—. Brendan. Brendan, ¿qué pasa? ¿Hice o dije algo malo? —preguntó, con el mismo resultado—. Brendan, por favor —suplicó, sintiendo como un nudo se instalaba en su garganta.Brendan permaneció en silencio, sin apartar la mirada del techo.¿Qué diablos estaba sucediendo? ¿Qué pasaba? ¿Realmente había interpretado mal la situación? ¿Qué había significado aquello, entonces?—Por favor, ¿qué sucede? No te quedes callado.El muchacho suspiró y humedeció sus labios antes de hablar:—
—Brendan. —Nessa se acercó a su hermano, intentando llamar su atención—. Bren, ¿qué pasa? Te están esperando para realizar el brindis —dijo, posando una mano sobre su hombro y buscando su mirada, sin obtener ni la más mínima respuesta.Se encontraba en un la habitación de juegos que Adam había hecho instalar poco antes de que Brendan llegara al mundo. Se trataba de una sala amplísima en la que tranquilamente cabían tres casas de dos habitaciones, baño, cocina, comedor y un amplio patio de cien metros cuadrados. En el centro de la estancia se encontraba una antiguo billar, perteneciente a Patrick Warren, el creador de aquel enorme imperio, el abuelo paterno de Nessa y Brendan, aquel a quien no habían podido conocer, tal y como había sucedido con Elizabeth, su esposa. En una de las esquinas del salón, se hallaba una máquina tragamonedas, que en sus mejores tiempos había formado parte de uno de los casinos más reconocidos de Irlanda, mientras que en la pared que se encontraba frente a es
Veinte minutos después de que se encerrara en el baño, Nancy salió a la habitación y observó a Amy, quien la fulminaba con la mirada.—De nada —dijo, entregándole el móvil—. A ver si aclaran las cosas de una buena vez.—Gracias, supongo —dijo en un bufido—. En fin, ¿no sería mejor que lo denuncie?—Si quieres, hazlo. Pero no creo que sirva de nada. Han pasado doce años y lo tomarán como sexo consentido.—¿Estás justificando que abusara de mí solo porque yo accedí sin saber qué era lo que pretendía?—No, Amy —dijo, negando con la cabeza y mirándola con cariño—. No me malinterpretes. No lo estoy justificando, lo que hizo no tiene nombre. Y tampoco estoy minimizando lo que sentiste y aún sientes. Solo creo que, para poder cerrar este capítulo de tu vida, antes de continuar escribiéndola, necesitas hablar con él.—No creo poder hacerlo.—¿Por qué no? Amy, eres una mujer fuerte que sabe lo que quiere y sé que podrás con eso y con mucho más.Amy tragó saliva, sintiendo como un nuevo nudo co
Aquella mañana, posterior a la fiesta de bienvenida que sus padres habían organizado a modo de bienvenida para su hermano, Nessa se había encaminado hacia el cuarto de este último para preguntarle qué pensaba hacer con respecto al mensaje que Amy le había enviado la noche anterior. No obstante, él, contrario a darle una respuesta, comenzó a contarle por qué demonios se había distanciado tanto de quien antaño era su mejor amiga. Por ese motivo, se había acomodado en la amplia cama de Brendan, cruzándose de piernas y escuchando aquel relato, sin poder salir de su asombro.No sabía muy bien qué pensar respecto de lo que oía, ya que, si bien comprendía a Amy en lo más profundo de su corazón, su subjetividad también la llevaba a querer ayudar a Brendan, aunque, claramente, no lo justificaba. No le gustaba en lo más mínimo pensar que su hermano se había aprovechado de otra persona tomándose de los sentimientos de esta.—Espera, espera, espera —dijo cuando su hermano finalizó su relato—. Cre
Debajo de su almohada, el teléfono de Amy sonaba y vibraba sin parar, mas ella lo último que quería era abrir los ojos y ver quién demonios la llamaba a esas horas de la mañana. No obstante, cuando el sonido y la vibración comenzaron a tornarse irritantes, por mucho que los ignorara, no le quedó más remedio que tomarlo y abrir un ojo para comprobar de quien se trataba.—Oh, por Dios —exclamó, incorporándose en la cama y dándole a la opción de rechazar llamada, tras lo cual, inmediatamente, le entró un mensaje.Damon: Veo que te has olvidado completamente de mí, querida. Espero que tu vida esté bien y que no hubiera ninguna sorpresa desagradable.Amy frunció el ceño, confundida. ¿Qué diablos le pasaba? Sí, era cierto que llevaba unos días ignorando por completo sus mensajes, pero… Si bien habían hablado demasiado durante los últimos cuatro meses desde que se habían conocido, siempre habían existido ocasiones en las que ella o él no se respondían y jamás había sido un problema. ¿Qué ray