Aquella mañana, posterior a la fiesta de bienvenida que sus padres habían organizado a modo de bienvenida para su hermano, Nessa se había encaminado hacia el cuarto de este último para preguntarle qué pensaba hacer con respecto al mensaje que Amy le había enviado la noche anterior. No obstante, él, contrario a darle una respuesta, comenzó a contarle por qué demonios se había distanciado tanto de quien antaño era su mejor amiga. Por ese motivo, se había acomodado en la amplia cama de Brendan, cruzándose de piernas y escuchando aquel relato, sin poder salir de su asombro.No sabía muy bien qué pensar respecto de lo que oía, ya que, si bien comprendía a Amy en lo más profundo de su corazón, su subjetividad también la llevaba a querer ayudar a Brendan, aunque, claramente, no lo justificaba. No le gustaba en lo más mínimo pensar que su hermano se había aprovechado de otra persona tomándose de los sentimientos de esta.—Espera, espera, espera —dijo cuando su hermano finalizó su relato—. Cre
Debajo de su almohada, el teléfono de Amy sonaba y vibraba sin parar, mas ella lo último que quería era abrir los ojos y ver quién demonios la llamaba a esas horas de la mañana. No obstante, cuando el sonido y la vibración comenzaron a tornarse irritantes, por mucho que los ignorara, no le quedó más remedio que tomarlo y abrir un ojo para comprobar de quien se trataba.—Oh, por Dios —exclamó, incorporándose en la cama y dándole a la opción de rechazar llamada, tras lo cual, inmediatamente, le entró un mensaje.Damon: Veo que te has olvidado completamente de mí, querida. Espero que tu vida esté bien y que no hubiera ninguna sorpresa desagradable.Amy frunció el ceño, confundida. ¿Qué diablos le pasaba? Sí, era cierto que llevaba unos días ignorando por completo sus mensajes, pero… Si bien habían hablado demasiado durante los últimos cuatro meses desde que se habían conocido, siempre habían existido ocasiones en las que ella o él no se respondían y jamás había sido un problema. ¿Qué ray
Poco después, ambos aparecieron frente a ellas con una sonrisa de oreja a oreja grabada en sus rostros. Era más que evidente que no habían aceptado simplemente la videollamada, sino que habían activado el holograma que les permitía ver a su hija sentada frente a ellos, mientras ellos tomaban forma ante Amy.—Papá. Mamá —saludó con una amplia sonrisa, acomodándose junto a su amiga para que el proyector pudiese tomarlas a ambas.—¡Hey! ¿Cómo estás, Nan? —preguntó Denise con cariño.—Muy bien, Deny, ¿y ustedes? —respondió, utilizando el diminutivo como ella le había pedido que hiciera desde que era una niña.—Ahora, excelente —respondió Liam—. ¿Qué sucedió? ¿Dónde te habías metido, Amy de mi vida? —preguntó con cara de reproche.—Lo siento —murmuró con un gesto de incomodidad—. Sé que les prometí llamarlos, pero…—Pero, como siempre, lo olvidaste por ocuparte de otras cosas —completó Denise por ella y rio.Amy hizo un gesto de disculpas y rio junto a ella, mientras su padre negaba con la
Impaciente, Brendan desviaba la mirada hacia su móvil una y otra vez, sin prestar demasiada atención a lo que estaba haciendo en el ordenador, en el cual se suponía que debía controlar las finanzas de la cristalería durante los últimos cinco años. Su padre le había encomendado aquella tarea que él no había sido capaz de rechazar, a pesar de que su mente estaba a más de ciento cincuenta kilómetros en dirección a Dublín.Suspiró. Quizás debía resignarse a no recibir una respuesta. Si bien había sido ella quien había enviado el mensaje pidiéndole hablar, podría haberse arrepentido y él no podría hacer nada al respecto. No obstante, era incapaz de pensar que sucediera aquello, aunque fuera una gran posibilidad, ya que, después de doce años, aquella mínima comunicación había renovado sus esperanzas de, si no recuperar a su amiga, a la mujer que amaba, al menos pedirle perdón por lo que le había hecho en el pasado y permitir que así, tanto ella como él, cerraran un capítulo importante de su
—Bren, sabes que puedes confiar en mí, en lo que sea —repuso su padre, buscando su mirada—. Jamás te he juzgado ni te juzgaré.—Sé que jamás me has juzgado —dijo, tras aclararse la garganta—, pero todos tenemos un límite y creo que, si te cuento qué es lo que me sucede, sobrepasaré el tuyo.Adam frunció el ceño y ladeó la cabeza.—No sé de qué hablas, pero no creo que así sea. Siempre has sido un excelente hijo, un excelente hermano…—No, y tampoco he sido un excelente amigo, un excelente hombre… —replicó con un nudo en la garganta.—Brendan, no te estaría entendiendo. A ver, no sé qué ha pasado en el tiempo que no has estado en Waterford, pero no creo que sea así.—Ni siquiera pasó en Londres —murmuró más para sí que para su padre.—Por favor, hijo. Sé que necesitas soltarlo, se te nota, y por eso te pido que me expliques de qué diablos estamos hablando. ¿Qué es lo que te hace pensar que eres un mal hombre, un mal amigo, un mal hijo?Brendan miró a su padre firmemente mientras se hum
Amy observó la hora en la esquina inferior derecha del ordenador en el que estaba introduciendo todos los pedidos de aquel día y haciendo el balance general de la mañana, antes de despedirse de Eileen y encaminarse hacia su departamento. Se sentía completamente cansada y lo único que quería hacer era llegar a su hogar, en el que la esperaba Nan, repantigarse en el sofá y ver alguna película o serie que le permitiese relajar su mente y a alejar todos sus pensamientos. Sí, realmente lo que quería era poder poner su mente en blanco. Sabía que no podía rechazar lo que pensaba por toda la eternidad, pero al menos necesitaba una tregua de un par de horas como mínimo.Inspiró y soltó el aire con suavidad, al comprobar que solo le quedaban diez minutos para cumplir con su turno. Por suerte, ya estaba terminando con lo que debía hacer antes de salir, lo que haría que no tuviera que hacer horas extras.—¿Qué haces? ¿Te queda mucho? —le preguntó Eileen, saliendo de la cocina con un trapo húmedo
Una vez entró a su departamento, largó su bolso sobre la mesa ratona y se lanzó sobre el sofá, haciendo gritar a Nan a quien no había visto y que se encontraba sentada contra una de las esquinas con las piernas contra el pecho y un libro en las manos.—¿Por qué no miras dónde te acuestas? —preguntó Nan, incorporándose mientras Amy hacía lo propio.—Lo siento, estoy tan cansada que en lo último que se me ocurre pensar es en si mi mejor amiga se encuentra estudiando en el sofá de mi sala. Mil perdones —repuso, blanqueando los ojos.—¿Qué te sucede? ¿Por qué estás tan agresiva?—Estoy cansada —respondió, poniéndose de pie y encaminándose hacia la cocina, en donde puso agua a hervir y comenzó tomó dos tazas de la alacena—. ¿Quieres?—Okey, dame un poco —respondió Nan, cruzándose de brazos y acercándose a su amiga—. Pero a mí no me mientas. Te conozco lo suficiente como para saber que ese malhumor no solo es culpa del cansancio. ¿Qué pasó? ¿Te peleaste con Marcus? —preguntó, haciendo refer
—Amy —la llamó su amiga, sacudiendo su hombro con suavidad—. ¡Amy, despierta!Tras el almuerzo, Amy había decidido que, en lugar de tomar una siesta, vería una de sus películas favoritas, aunque bastante antigua, que a su madre le encantaba y la cual veían juntas siempre que tenían la posibilidad. Se trataba de una comedia romántica que, irónicamente, criticaba los clichés de la comedia romántica, haciendo que cada vez que la veía se desternillara de risa. Sin embargo, en esta ocasión, contrario a otras ocasiones, se había dormido profundamente en una incómoda posición en el sofá. Y Nancy había procurado no despertarla, consciente de la falta de sueño de su amiga. No obstante, había dormido más de cinco horas y la posición en la que se encontraba le acarrearía más problemas que relajación, por lo que decidió, contra su buena voluntad, despertarla. De todos modos, en un par de horas tendrían que cenar y no sabía qué demonios hacer. No pensaba meter mano en la cocina de su amiga, no que