“Supongo que hay más cosas que necesitamos descubrir sobre ti.” Razonó.

“Supongo que sí, ¿eso te inquieta?” Pregunté, apoyándome en el marco de la puerta.

“¿Por qué habría de inquietarme?” Respondió.

“Porque sabes que no puedes controlarme.” Dije con una sonrisa.

“Jamás intentaría hacerlo.” Replicó.

Mi sonrisa se desvaneció mientras lo observaba, ¿por qué lo diría? ¿por qué no intentaría controlarme? Hubo algo en la manera en que lo expresó, como si supiera que nunca necesitaría imponerme algo o que nunca desearía hacerlo. También noté cómo me miraba. Era muy consciente de que sus ojos recorrían mi cuerpo, a veces por su propia voluntad. Se sorprendía a sí mismo al hacerlo y rápidamente desviaba la mirada.

“Probablemente debería vestirme.” Dije.

“Sí, ha sido una noche larga.”

“No tan larga.”

Lentamente me di la vuelta y regresé a mi habitación sin cerrar la puerta detrás de mí. Permaneció de pie en el pasillo mientras yo caminaba hacia el vestidor y examinaba algunas prendas. Cuan