**Perspectiva de Aria —Parece que mi hijo se ha encariñado con usted —mencionó Henry una noche. Estaba administrando su tratamiento y tomando muestras de sangre para futuras investigaciones sobre su enfermedad. —¿Así lo percibes? —pregunté, intentando aparentar desinterés. Henry podía le
Mientras me desvestía, Noah cubrió mi cuerpo desnudo de besos y lamidas, haciendo que cada roce de sus labios y lengua me hiciera estremecer. Besó mis senos y mis pezones endurecidos, recorrió con su boca hasta llegar a mi ombligo. Casi perdí la razón cuando mordisqueó y lamió lentamente la parte
Días habían pasado desde que compartí esa noche apasionada con Noah, y cada vez que pensaba en ello o en él, me invadía la náusea y el dolor. ¿Qué podría estar mal conmigo? Un dolor agudo punzó mi cabeza y la teoría que estaba formando desapareció en un instante. Recientemente había notado que perdí
Estallé de frustración y arrojé la computadora al otro lado de la habitación, donde se hizo añicos en pequeños fragmentos. Habían pasado tres días y aún no había señales de Aria, ni una pista, ni un rumor, ni un susurro. Había utilizado todas mis conexiones y recursos de inteligencia, pero fue en va
—Yo tampoco, por eso te necesito aquí —dije. No era un político ni un orador público, pero como Alfa interino se me exigiría asistir y hablar en nombre de mi manada. Atlas tenía el don de la persuasión y podía convencer a cualquiera de cualquier cosa, así que necesitaba su ayuda para sonar convincen
—¡Aria! —Exclamé, una mezcla de rabia y alivio en mi voz. Aunque me alegraba verla con vida, me horrorizaba que estuviera literalmente en manos de Chris Hansen. —Esa es la esposa de Henry Bergmann —susurró alguien. —¿Qué hace ella con Hansen? —¿Realmente podría haberla secuestrado? —No p
—Lady Avaroux vino a verme muy angustiada hace unos días —dijo Chris con tristeza—. ¡Ella estaba loca de miedo y me rogó que le diera refugio! Una dama de su estima y reputación, ¿cómo podría rechazarla? —Después de calmarla, le pregunté por qué estaba tan lejos de su casa y buscaba refugio en lo
—Observa, Noah —comenzó Atlas, —por mucho que te quiera a ti y a Aria, y desee liberarla de las garras de esa criatura asquerosa... no puedo hacer nada por ustedes en esta prueba. Soy de la ciudad baja; mi opinión no tendrá peso en el Alto Consejo. —Te escucharán si te unes a mi manada —respondí—