Contemplé con asombro y temor la escena ante mis ojos. Chris Hansen, cuya piel estaba carbonizada hasta quedar irreconocible, cuya sangre ahora se escurría de las oscuras fisuras, cuyo olor se perdía bajo la fetidez de la carne chamuscada, avanzaba hacia nosotros y hablaba como si ser calcinado fuer
Reuniendo coraje, seguí adelante y hablé de todos modos. —Sé que estás enojado, pero no te enojes con tu papá, él... —No estoy enojado con él —interrumpió Noah—. Y tampoco estoy enojado contigo. Si hubiera sabido, probablemente habría actuado de manera imprudente. Mi papá me conoce mejor que n
Perspectiva de Aria La incursión de los Hansen en la finca Bergmann había sido detenida. Habíamos sufrido muy pocas bajas y aquellos con heridas graves estaban siendo atendidos en centros médicos especializados. Se estaban reparando los daños en la finca y restaurando el bosque. Todo volvía a ten
—¿Crees que todavía está vivo? —pregunté. Noah permaneció en silencio, acariciando mi cabello para consolarme de las duras probabilidades. Luego se inclinó y depositó un ligero beso en mis labios. Mi boca hormigueó por su toque. Hambrienta de más, alcancé su cuello y lo atraje hacia mí en un beso
**Perspectiva de Aria —Parece que mi hijo se ha encariñado con usted —mencionó Henry una noche. Estaba administrando su tratamiento y tomando muestras de sangre para futuras investigaciones sobre su enfermedad. —¿Así lo percibes? —pregunté, intentando aparentar desinterés. Henry podía le
Mientras me desvestía, Noah cubrió mi cuerpo desnudo de besos y lamidas, haciendo que cada roce de sus labios y lengua me hiciera estremecer. Besó mis senos y mis pezones endurecidos, recorrió con su boca hasta llegar a mi ombligo. Casi perdí la razón cuando mordisqueó y lamió lentamente la parte
Días habían pasado desde que compartí esa noche apasionada con Noah, y cada vez que pensaba en ello o en él, me invadía la náusea y el dolor. ¿Qué podría estar mal conmigo? Un dolor agudo punzó mi cabeza y la teoría que estaba formando desapareció en un instante. Recientemente había notado que perdí
Estallé de frustración y arrojé la computadora al otro lado de la habitación, donde se hizo añicos en pequeños fragmentos. Habían pasado tres días y aún no había señales de Aria, ni una pista, ni un rumor, ni un susurro. Había utilizado todas mis conexiones y recursos de inteligencia, pero fue en va