Valery era una mujer sumamente hermosa, sin embargo, era tratada como la esposa trofeo de un aclamado empresario de Manhattan y ella estaba harta de eso. Su día a día solo podía resumirse a las exigencias de su esposo, por lo que ella no tenía más remedio que seguir sus pasos lentamente y sin quejas. No era fácil para ella tener que lidiar con la tensión de ser menospreciada con este, que llegara en las noches únicamente para decirle que era solo algo de esa casa.
Joder, era su esposo, el hombre que le movía el mundo y ni hablar de que por él haría cualquier cosa de ser necesario. Hasta llegar a lo imposible.Ese día se había comenzado a sentir más cómo los días anteriores, por lo que optó por ir al centro médico más cercano para que le hicieran un chequeo y ver que tal iba todo con ella, sin embargo, no todo salió como ella tenía en mente.— Buenos días, doctor —saludó al hombre al otro lado del escritorio—. Gracias por atenderme —sonrió a medias—. Lamento que haya tenido que cancelar todas sus citas por mi culpa.— Para nada, si es la esposa del señor Zeus, sabe que siempre tendrá privilegios.— Entiendo —mentira, ni ella misma podía entender cómo su esposo siendo un hombre tan frío era tan importante—. ¿Ya tiene los resultados?— Sí, muchas felicidades —le pasó un sobre que ya había sido abierto—. Usted está embarazada.— ¿Qué? —preguntó con un hilo de voz y sin entender qué estaba diciendo el hombre—. ¿Embarazada? ¿Es un chiste?— No, ahí está la prueba de que está esperando un hermoso bebé —le seguía teniendo esa sonrisa que le daba escalofríos—. Su esposo estará muy feliz de saberlo.— Dios, estoy embarazada —susurró más confundida que nunca—. ¿Es esto una broma?— No —dijo el doctor, colocándose de pie—. Venga conmigo. Le mostraré algo.Ella se levantó de su asiento como si fuera un resorte. El doctor se posó junto a una camilla, le ordenó que subiera para que pudiera ver a su hijo si quería. Estaba nerviosa, no se lo iba a negar a nadie.Casi se le salen las lágrimas al ver que una pequeña vida estaba creciendo dentro de ella, que algo propio estaba ahí creciendo en su interior y que no se iba a sentir sola después de llorar todas las noches porque su esposo solo la veía como algún trofeo sin cariño o algo parecido. Su hijo estaba ahí, preparándose para salir en unos meses.— Tome —el doctor le pasó unos pañuelos—. Supongo que son lágrimas de felicidad las que está dejando salir en estos momentos.— Sí —asintió, limpiándose la nariz—. No tiene idea de todo lo que he querido ser madre y ahora tengo esta oportunidad.— ¿Quiere que le digamos a su esposo…?— No, no —negó con rapidez—. Yo se lo diré, no se preocupe —siguió mirando la pantalla—. ¿Cuánto tiempo tengo? — Tiene cinco semanas —el doctor ladeó la cabeza—. Voy a imprimir las imágenes.El doctor le pasó una caja de pañuelos y salió de la habitación con la memoria e ir a imprimir las fotos a otro lado. Ella seguía sonriendo como estúpida luego de ver que eso podría arreglar un poco más la relación que tenía con su esposo o eso era lo que pensaba en ese momento.El doctor entró minutos más tarde con las fotos, ella las recibió y esperó a que le diera una receta médica para poder irse a su casa y descansar después de toda la información que estaba recibiendo.Casi salta en su lugar en el taxi, cuando su celular sonó en el bolsillo de su cartera y tuvo que disculparse con el pobre hombre que iba conduciendo por la forma en la que actuó.— ¿En dónde te encuentras?— Estoy haciendo unas cosas ahora mismo —murmuró incómoda—. ¿Qué necesitas?— Necesito que cuando llame a mi casa mi jodida esposa se encuentre ahí —dijo obvio—. ¿Por qué nunca lo estás?— Porque necesito tomar aire —apretó el puño contra su cartera—. Quiero tomarme un momento para mí, estaré en la casa en poco tiempo… — Ven a mi oficina —Zeus la interrumpió con brusquedad—. Quiero que estés aquí lo antes posible. ¿Estamos?— Hay tráfico…— ¡Deja de llevarme la contraria! —gritó enfurecido—. ¡Que no se te olvide cualquier es tu sitio en mi vida!— Lo tengo muy en cuenta —arrugó la nariz, mirando por la ventana—. No prometo que estaré ahí en el tiempo que estípulas, pero haré mi mejor esfuerzo.— Valery, tenemos un jodido contrato que debes cumplir y eres mi esposa —bramó Zeus, al otro lado de la línea—. Tengo socios que quieren conocerte, ven aquí lo antes posible y luego seguimos hablando.— De acuerdo, estaré ahí… — Antes de venir, necesito que vayas a la casa y busques unos documentos importantes.— Bien.De eso se trataba todo, de que sus socios supieran de su existencia y nada más. Parecía que vivía en una vil mentira, sin embargo, quería a ese hombre con su vida. El amor que comenzó a sentir fue antes de saber que su matrimonio solo era a bases de un contrato para que ambas empresas se fusionaran.Estaba tan jodida que ya no tenía sentido alguno continuar diciendo que él podía cambiar… al menos esperaba que lo hiciera un poco con la pequeña vida que estaba en su interior.Le indicó al chofer que condujera hasta su casa, y que esperara por ella, puesto que tenía que ir de regreso a la ciudad. Saludó al personal de la forma más amistosa, posible, luego prosiguió a caminar hasta la oficina de su esposo, en dónde se encontraban los documentos. Todo olía a él, ese sitio tenía su aroma por dónde sea y ni hablar de que haría lo que fuera porque todo lo que ha vivido con él durante los últimos años solo sea un sueño.Dejó su bolsa sobre una de las sillas, fue moviendo los documentos que se encontraban encima del escritorio hasta que dio con algo que le dejó sorprendida y curiosa. Como su esposo no se encontraba en casa, podría husmear un poco más. Sacó los documentos que se encontraban dentro del folder, y se sorprendió al ver que se trataba de algo médico. Fue leyendo todo, puesto que en su momento sospechó que su esposo tenía una amante.Si no hubiera sido por la silla, no la estaría contando su trasero. Tuvo que leer dos veces para que su cerebro asimilara todo lo que ocurría.Estéril, su esposo era estéril.— ¿Quién es el padre de este bebé?Valery no quería moverse de su sitio, estaba cansada de tener que sonreírles a las personas de ese sitio. Zeus la mantenía quieta, mientras conversaba con los inversionistas, y ella tenía que dar su mejor sonrisa para que no se dieran cuenta de que su matrimonio era una vil mentira que ella descubrió hace mucho tiempo.— Cada vez que nos vemos en este tipo de reuniones, su esposa se ve hermosa —dijo uno de los socios de su esposo, y ella sonrió lo mejor que pudo ante las palabras—. Lamento mucho que estén casados…— Mi esposa es hermosa y es una excelente mujer —dijo Zeus, besando su cabello levemente—. Me siento el hombre más afortunado de todos.— Por eso lo digo —el hombre levantó la copa en señal de brindis—. Cuídala, porque mujeres como ella no hay.— Lo sé.Ella mostró una sonrisa ladina al escuchar esas palabras. Su esposo era un buen actor y en esos cinco años de matrimonio nunca le mostró algo de afecto en privado y cuando lo tenía, se debía a que estaban con muchas personas.
Valery arregló un poco su cabello, antes de colocarse un gancho y dejarlo en un perfecto moño, tenía algo de tiempo para desayunar e irse a trabajar a la escuela. Usaba ropa de segunda mano para ir a ese sitio, puesto que si usaba la misma de siempre llamaría mucho más la atención.Zeus le comentó que no podía irse sin él, porque la quería llevar personalmente a la escuela, esa por si tenía un amante.— Buenos días —saludó a Zeus en cuanto llegaron al comedor—. ¿A qué hora nos iremos?— En cuanto terminemos de comer —respondió lleno de obviedad—. Siéntate, tienes que comer bien.— ¿Acaso hay cámaras ocultas?— Es posible —sonrió ladino—. Estás hermosa.— No voy a firmar ningún papel que tenga que ver con la empresa —tomó asiento al otro lado de la mesa—. En lo único que voy a poner mi firma, es en los papeles del divorcio.— Sí, eso no pasará —Zeus ladeó la cabeza, mientras las sirvientas servían el desayuno—. Vas a firmar todo lo que traiga, por algo eres mi esposa y eres socia de la
Valery, dejó escapar una risa cuando uno de sus alumnos se movió a su alrededor en busca de atención, esos niños eran tremendos y bien educados cuando estaban con ella. Siempre al pendiente de sus acciones para ganar regalos como incentivos por sus tareas realizadas. Seguía pensando en la conversación que tuvo antes con Harry.Eran muchas coincidencias en menos de veinticuatro horas y ni hablar de que su esposo se iba a poner furioso cuando supiera que tenía un amigo en el trabajo a medio tiempo en la escuela, se volvería odioso.Los rumores de que su matrimonio estaba en picada no se hacían esperar por nada en el mundo. Ella no tenía idea de que las cosas estaban mucho peor que antes, Zeus no tenía ningún tipo de remordimiento a la hora de hacerlo con otras mujeres.La última vez que estuvieron juntos, él se encontraba borracho y al día siguiente fue como un témpano de hielo…— Señorita Bustamante —escuchó la voz de Harry desde la puerta del aula—. Es la hora del almuerzo, ¿no quiere
Zeus apretó el puente de su nariz al ver las fotos que le habían entregado de su esposa. Jodida mujer y sus ganas de hacerlo enojar siempre. ¿Cómo era posible que ella estuviera de lo más feliz con un hombre en esa jodida escuela, mientras que él tenía que quedarse a trabajar para mantener todo a su alrededor?Ella era suya, fue su primero en todo y el amor que le tenía no podía irse de la noche a la mañana. Esas salidas en las noches ya tenían un nombre y era ese Harry que se le hacía conocido, solo que no sabía de dónde.— ¿Qué es lo qué pasa contigo? —preguntó Alan, colocando unos documentos delante de él—. ¿Pasó algo con tu esposa?— Sí, todo pasa con esa mujer del demonio —masculló enojado—. Sale de noche supuestamente a caminar, regresa cuando le da la gana y ni hablar de que no puedo decirle nada por qué se enoja conmigo.— Valery no sale de casa a menos que sea para dar clases en esa escuela —se sentó frente a él—. Tienes a Martha contigo, déjala ser feliz.— No, me casé con e
Valery llegó a su casa con el corazón en la boca. El enfrentar a su esposo fue algo que disfrutó bastante, verlo sin que pueda decir una sola palabra fue mucho mejor. Lo que no le cabía en la cabeza, era que él mandó a alguien a seguirla y que ya conocía sobre Harry.Era increíble cómo un hombre podía tener cientos de amantes y que su esposa tenía que quedarse a ver cómo todo su matrimonio se iba al carajo. Era de esas mujeres que el amor tenía que ser justo y necesario, nada de andarse con rodeos y mucho menos con palabras hipócritas que no llevarían a nada.— ¿Está todo bien, señora? —preguntó Gema, una de las sirvientas—. Acaba de llegar y la noto tensa. ¿Quiere un té?— Sí, Gema —suspiró, cansada—. Lo estaré esperando en el comedor.— Enseguida voy…— Mejor voy contigo hasta la cocina —dejó su bolsa sobre el sofá—. Me siento estresada y caminar un poco me ayudará.— El señor no permite que estemos cerca de usted y lo sabe —Gema la detuvo—, por favor, no venga.— Es mi casa, la que
Se mantuvieron hablando durante un rato más, hasta que Valery le pidió que le hiciera unos bocadillos, puesto que tuvo ese pequeño antojo de imprevisto, y que se lo llevara a su habitación. Se dio un largo baño, y al escuchar la puerta de su habitación ser abierta, supo que Gema no pudo haber entrado y que se trataba de su esposo. Tomó una bata de baño, se la puso con rapidez y salió de inmediato, viéndolo con sus aperitivos en las manos y comiéndolos como si fueran suyos.— ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Qué es lo quieres de mí ahora? —preguntó enojada—. ¿No te basta con lo que hablamos en la empresa que ahora tienes que venir a molestarme a mi habitación?— Antes dormíamos aquí y hace más de un mes compartimos esta cama —Zeus siguió comiendo sus bocadillos—. ¿No quieres repetir lo que hicimos antes? ¿Tienes miedo de tu esposo?— Zeus, te doy asco —le recordó—. Me lo dijiste luego de casarnos. Que soy una niña en cuerpo de mujer, que hasta mis pechos eran pequeños para tus gustos exagera
Días más tarde, Valery estaba entrando a su chequeo médico habitual como siempre. Tenía que encarar a ese doctor para que le dijera lo que pasaba en realidad con ella. Eso de estar supuestamente embarazada ya era mucho para ella, eso no podía ser cierto y más aún si su esposo no podía tener hijos como todos pensaban.— Buenos días, señorita —saludó a la secretaria de su doctor—. Tengo una cita médica ahora mismo…— Claro, venga conmigo por favor —la chica se puso de pie, y luego la guio hasta donde estaba el consultorio—. Pase, él ya la está esperando. — Gracias, es muy amable —masculló.Entró al consultorio con su bolso en la mano, el corazón latiéndole a mil por hora y buscando la solución a sus problemas. Le pidió a Harry que se quedara con sus estudiantes durante unas horas en lo que resolvía ese pequeño problema, y que luego irían a comer algo delicioso.— Buenos días, señora Valery —la saludó el doctor—. Cuando recibí su llamada, consideré que era para saber el estado de su beb
Se levantó de su asiento, luego prosiguió a caminar hasta el salón de clases a la espera de que sus pequeños entraran en iniciar todo cómo se debía. Ella quería que sus pequeños retoños tuvieran un buen futuro, no obstante, con los padres que todos tenían, sería difícil eso.— Buenos días, niños —saludó a sus estudiantes en cuanto entraron—. ¿Cómo están?— Bien, señorita.Empezó sus clases de forma habitual, ellos le dijeron que Harry se mantuvo dándole pequeños repasos de los acontecimientos pasados y que ella no tenía de qué preocuparse. De esa manera, se mantuvo durante el día con ellos hasta que fue la hora de la salida y Valery tuvo que ir a dar sus clases de baile a los otros niños.Gema les estaba ayudando a prepararse ese día a dar las clases de baile. Se aseguró de que todos los niños estuvieran comiendo, luego prosiguió descansar un poco bajo la atenta mirada de Harry sobre ella.— ¿Te encuentras bien?— Sí —respondió, algo agitada—. Hoy estoy en mi día de que no quiero hace