Días más tarde, Valery estaba entrando a su chequeo médico habitual como siempre. Tenía que encarar a ese doctor para que le dijera lo que pasaba en realidad con ella. Eso de estar supuestamente embarazada ya era mucho para ella, eso no podía ser cierto y más aún si su esposo no podía tener hijos como todos pensaban.— Buenos días, señorita —saludó a la secretaria de su doctor—. Tengo una cita médica ahora mismo…— Claro, venga conmigo por favor —la chica se puso de pie, y luego la guio hasta donde estaba el consultorio—. Pase, él ya la está esperando. — Gracias, es muy amable —masculló.Entró al consultorio con su bolso en la mano, el corazón latiéndole a mil por hora y buscando la solución a sus problemas. Le pidió a Harry que se quedara con sus estudiantes durante unas horas en lo que resolvía ese pequeño problema, y que luego irían a comer algo delicioso.— Buenos días, señora Valery —la saludó el doctor—. Cuando recibí su llamada, consideré que era para saber el estado de su beb
Se levantó de su asiento, luego prosiguió a caminar hasta el salón de clases a la espera de que sus pequeños entraran en iniciar todo cómo se debía. Ella quería que sus pequeños retoños tuvieran un buen futuro, no obstante, con los padres que todos tenían, sería difícil eso.— Buenos días, niños —saludó a sus estudiantes en cuanto entraron—. ¿Cómo están?— Bien, señorita.Empezó sus clases de forma habitual, ellos le dijeron que Harry se mantuvo dándole pequeños repasos de los acontecimientos pasados y que ella no tenía de qué preocuparse. De esa manera, se mantuvo durante el día con ellos hasta que fue la hora de la salida y Valery tuvo que ir a dar sus clases de baile a los otros niños.Gema les estaba ayudando a prepararse ese día a dar las clases de baile. Se aseguró de que todos los niños estuvieran comiendo, luego prosiguió descansar un poco bajo la atenta mirada de Harry sobre ella.— ¿Te encuentras bien?— Sí —respondió, algo agitada—. Hoy estoy en mi día de que no quiero hace
Valery sabe que estar casada con un hombre que parece más un dictador es algo que nunca debía experimentar ninguna mujer. Sin embargo, cuando recibe la noticia de que será madre, sabe que eso sería una pequeña vida a la que debe cuidar a como dé lugar. Aun así, va con toda la ilusión a decirle a su esposo que está embarazada, hasta que por error ve unos documentos de hospital que la dejan con la boca abierta y casi muerta en medio de esa habitación. Su esposo era estéril, no había duda de eso.Si no era de su esposo, ¿de quién era el bebé que estaba esperando?
Valery era una mujer sumamente hermosa, sin embargo, era tratada como la esposa trofeo de un aclamado empresario de Manhattan y ella estaba harta de eso. Su día a día solo podía resumirse a las exigencias de su esposo, por lo que ella no tenía más remedio que seguir sus pasos lentamente y sin quejas. No era fácil para ella tener que lidiar con la tensión de ser menospreciada con este, que llegara en las noches únicamente para decirle que era solo algo de esa casa.Joder, era su esposo, el hombre que le movía el mundo y ni hablar de que por él haría cualquier cosa de ser necesario. Hasta llegar a lo imposible.Ese día se había comenzado a sentir más cómo los días anteriores, por lo que optó por ir al centro médico más cercano para que le hicieran un chequeo y ver que tal iba todo con ella, sin embargo, no todo salió como ella tenía en mente. — Buenos días, doctor —saludó al hombre al otro lado del escritorio—. Gracias por atenderme —sonrió a medias—. Lamento que haya tenido que cancel
Valery no quería moverse de su sitio, estaba cansada de tener que sonreírles a las personas de ese sitio. Zeus la mantenía quieta, mientras conversaba con los inversionistas, y ella tenía que dar su mejor sonrisa para que no se dieran cuenta de que su matrimonio era una vil mentira que ella descubrió hace mucho tiempo.— Cada vez que nos vemos en este tipo de reuniones, su esposa se ve hermosa —dijo uno de los socios de su esposo, y ella sonrió lo mejor que pudo ante las palabras—. Lamento mucho que estén casados…— Mi esposa es hermosa y es una excelente mujer —dijo Zeus, besando su cabello levemente—. Me siento el hombre más afortunado de todos.— Por eso lo digo —el hombre levantó la copa en señal de brindis—. Cuídala, porque mujeres como ella no hay.— Lo sé.Ella mostró una sonrisa ladina al escuchar esas palabras. Su esposo era un buen actor y en esos cinco años de matrimonio nunca le mostró algo de afecto en privado y cuando lo tenía, se debía a que estaban con muchas personas.
Valery arregló un poco su cabello, antes de colocarse un gancho y dejarlo en un perfecto moño, tenía algo de tiempo para desayunar e irse a trabajar a la escuela. Usaba ropa de segunda mano para ir a ese sitio, puesto que si usaba la misma de siempre llamaría mucho más la atención.Zeus le comentó que no podía irse sin él, porque la quería llevar personalmente a la escuela, esa por si tenía un amante.— Buenos días —saludó a Zeus en cuanto llegaron al comedor—. ¿A qué hora nos iremos?— En cuanto terminemos de comer —respondió lleno de obviedad—. Siéntate, tienes que comer bien.— ¿Acaso hay cámaras ocultas?— Es posible —sonrió ladino—. Estás hermosa.— No voy a firmar ningún papel que tenga que ver con la empresa —tomó asiento al otro lado de la mesa—. En lo único que voy a poner mi firma, es en los papeles del divorcio.— Sí, eso no pasará —Zeus ladeó la cabeza, mientras las sirvientas servían el desayuno—. Vas a firmar todo lo que traiga, por algo eres mi esposa y eres socia de la
Valery, dejó escapar una risa cuando uno de sus alumnos se movió a su alrededor en busca de atención, esos niños eran tremendos y bien educados cuando estaban con ella. Siempre al pendiente de sus acciones para ganar regalos como incentivos por sus tareas realizadas. Seguía pensando en la conversación que tuvo antes con Harry.Eran muchas coincidencias en menos de veinticuatro horas y ni hablar de que su esposo se iba a poner furioso cuando supiera que tenía un amigo en el trabajo a medio tiempo en la escuela, se volvería odioso.Los rumores de que su matrimonio estaba en picada no se hacían esperar por nada en el mundo. Ella no tenía idea de que las cosas estaban mucho peor que antes, Zeus no tenía ningún tipo de remordimiento a la hora de hacerlo con otras mujeres.La última vez que estuvieron juntos, él se encontraba borracho y al día siguiente fue como un témpano de hielo…— Señorita Bustamante —escuchó la voz de Harry desde la puerta del aula—. Es la hora del almuerzo, ¿no quiere
Zeus apretó el puente de su nariz al ver las fotos que le habían entregado de su esposa. Jodida mujer y sus ganas de hacerlo enojar siempre. ¿Cómo era posible que ella estuviera de lo más feliz con un hombre en esa jodida escuela, mientras que él tenía que quedarse a trabajar para mantener todo a su alrededor?Ella era suya, fue su primero en todo y el amor que le tenía no podía irse de la noche a la mañana. Esas salidas en las noches ya tenían un nombre y era ese Harry que se le hacía conocido, solo que no sabía de dónde.— ¿Qué es lo qué pasa contigo? —preguntó Alan, colocando unos documentos delante de él—. ¿Pasó algo con tu esposa?— Sí, todo pasa con esa mujer del demonio —masculló enojado—. Sale de noche supuestamente a caminar, regresa cuando le da la gana y ni hablar de que no puedo decirle nada por qué se enoja conmigo.— Valery no sale de casa a menos que sea para dar clases en esa escuela —se sentó frente a él—. Tienes a Martha contigo, déjala ser feliz.— No, me casé con e