Capítulo 284
La habitación estaba llena de la cálida luz del sol, pero se sentía asfixiante.

Él me abrazaba con fuerza, tan fuerte que me resultaba difícil respirar.

—Déjame ir.

Susurré, pero Carlos no reaccionó.

—No sé qué sientes por mí ahora, pero entre nosotros ya no hay nada.

Carlos se tensó, pero siguió abrazándome, sin soltarme, como si no le importara lo que dijera, como si no me oyera.

Siempre era así, sumido en su propio mundo, sin importarle las emociones de los demás.

—Deja de espiarme, mis asuntos no te conciernen. Si me pasara algo, Adrián se encargará de llamar a la policía.

—¿Llamar a la policía? Si eso fuera útil, ¿Adrián me contactaría? ¿Crees que no tengo nada que hacer, que paso mis días espiándote?

Carlos respiró hondo, su tono se volvió impaciente:

—¿Estoy entrometiéndome? ¿Acaso debería quedarme de brazos cruzados y ver cómo te pasa algo?

Me dolía la cabeza.

Había tomado la decisión de separarme de él, pero, por alguna razón, no lograba cortar los lazos por comple
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