Capítulo 218
Miré a Carlos, sus ojos reflejaban una tristeza que no podía ocultar.

Podía ver la lucha en su mirada, pero la lucha se debía a que la familia que había deseado desde niño se había roto. Decía que yo era insensible porque no había considerado sus sentimientos, ni me había adaptado a él.

David y yo habíamos insistido en esto una y otra vez.

Dicen que una infancia imperfecta necesita toda una vida para sanar, y él me culpaba por no quedarme a su lado, manteniendo la farsa de un matrimonio miserable.

Por eso fui tan implacable.

Respiré profundamente, intentando controlar la sensación de incomodidad que me surgió en las fosas nasales. No iba a creer ni por un momento que Carlos pudiera sentir algo por mí.

—Lo que digas, está bien,— dije.

Levanté la mano y me presioné el entrecejo. La sensación de impotencia era palpable; ya no tenía fuerzas para seguir discutiendo con él.

Comencé a caminar, pero Carlos se interpuso en mi camino. Llevaba zapatos negros, pantalones ne
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