Capítulo 170
Cuando llegué al hospital, Sara estaba recostada en la cama jugando con su teléfono. En comparación con el aspecto pálido y débil de Carlos el día anterior, ella lucía radiante y con las mejillas sonrojadas.

Levanté la barbilla y, con voz firme, la llamé:

—¡Sara!

Ella estaba tan concentrada en su teléfono que mi grito la sobresaltó, haciendo que prácticamente saltara de la cama.

Su rostro se tiñó de rabia y vergüenza.

—¡Olivia! ¿Qué estás haciendo aquí?

Sin esperar mi respuesta, retomó el control de sí misma y, con una sonrisa sarcástica, continuó:

—Pensé que estarías encerrada en casa, llorando sola en la oscuridad, con todas las ventanas y cortinas cerradas.

Sus ojos recorrieron mi figura de arriba abajo con desdén.

—Tu habilidad para seducir a mi hermano no es tan impresionante, ¿verdad? Ahora que tus fotos desnudas están por todos lados, ya no tienes nada con qué aferrarte para quedarte a su lado.

Bajé la mirada y esbocé una leve sonrisa. No me escondí ni me acobardé; sim
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