La cálida cama de Aleckey fue lo primero que sintió Calia al momento de abrir sus ojos. Un mareo atravesó su cabeza volviendo a cerrar sus ojos azules, su cuerpo todavía se encontraba resentido por la valeriana. Su mente tardó en ubicarse, pero cuando logró enfocar su vista, lo primero que vio fue la figura del alfa.Aleckey se encontraba justo al lado de la chimenea de su habitación, con su espalda ancha y musculosa iluminada por la luz anaranjada del fuego. Su largo cabello rojo estaba trenzado, cayendo sobre su piel marcada por antiguas cicatrices de batalla. Vestía solo un pantalón de cuero, dejando su torso al descubierto, un recordatorio para Calia de su fuerza y de la vida salvaje a la que este pertenecía.La monja intentó moverse, pero un leve quejido escapó de sus labios al sentir el dolor en sus extremidades. El sonido llamó la atención de Aleckey, quien giró de inmediato, sus ojos verdes posándose sobre ella con intensidad. En ellos había: una mezcla de alivio y furia conte
Una semana transcurrió después de la ejecución y en la que Calia se recluyo en la habitación del alfa con miedo a que le pasara algo aunque este le aseguro de que la casa era segura. Sin embargo, ella se negó a integrarse como cada mañana al desayuno en donde Aleckey se encontraba sentado, frente a una mesa de madera rústica cubierta de pan fresco, carne asada y frutas. A su lado, Taylor, su beta de confianza, se servía una generosa porción de carne, observando a su alfa con atención.—He reforzado la frontera después de escuchar que hay movimientos de vampiros en territorio neutral —comentó Taylor, masticando un trozo de carne.Aleckey asintió con gesto pensativo, su mirada fija en un punto distante. Sabía que los problemas aún no habían terminado, no sabiendo que sus hermanos en el exilio estaban juntos planeando algo. El sonido de pasos apresurados interrumpió su conversación. La puerta del comedor se abrió de golpe y dos figuras irrumpieron con energía. Axel y Asher.Los gemelos b
Sus palabras fueron más que suficientes para que los labios de Aleckey cubrieran los suyos. El alfa se movió para colocarse sobre ella, haciéndola prisionera de su calor. La lengua hábil del rey se coló en su boca cuando un bajo gemido escapó de su luna.—Es tan exquisita —ronroneó Ebert.Las manos del alfa recorrieron su cuerpo hasta llegar al borde del vestido de tirantes que Calia usaba para dormir. Se separó de ella para deshacerse de la tela de seda. Las mejillas de la joven se volvieron más rojizas al quedar sus pechos al descubierto.—Son preciosos —aseguró antes de volver a besarla.Los labios de Aleckey se deslizaron por su barbilla, mordisqueándola antes de seguir bajando hasta su marca, la cual lamió. Un gemido escapó de la boca de Calia, quien se removió al sentir la erección caliente del rey contra su vientre. Cuando el alfa tuvo suficiente, descendió hasta los pezones rosados de su luna y capturó uno con su boca.—Ale… —gimió ella, enterrando los dedos en el cabello roji
Calia se encontraba sentada frente al tocador, con la vista perdida en el reflejo de su rostro en el espejo. Su piel aún tenía un leve sonrojo, y la marca todavía ardía en su cuello después de todas las veces que Aleckey volvió a marcarla. Sabía lo que significaba. Sabía lo que su cuerpo comenzaba a aceptar, pero su mente seguía resistiéndose, él era el asesino de sus padres, pensaba ella con mucho enojo.Luz, su sirvienta, acomodaba las pieles de la cama con movimientos suaves y silenciosos. Calia la observó por el reflejo del espejo. Luz era delgada, de cabello castaño claro y expresión serena, aunque había aprendido a mantenerse cautelosa en un castillo lleno de lobos. Ella se movía con destreza, por lo que, la monja se preguntaba cuánto tiempo tenía esa chica viviendo en la manada.—Luna —dijo Luz con suavidad, acercándose. Ella era la primera que la llamaba luna y no "mi señora". Calia se lo atribuyó a que esta era humana—. ¿Se siente bien?Calia mantuvo su expresión impasible an
Cuando el momento del entrenamiento llegó, se encontró rodeada de lobos listos para la acción. Axel, Asher y el resto del grupo se movían con facilidad, sus cuerpos adaptados a la velocidad y resistencia sobrehumana que le ofrecía ser hombres lobos. Para ellos, correr y saltar en el bosque era algo natural. Para Calia, era un infierno.Desde el primer momento quedó atrás. Sus piernas humanas no podían seguirles el ritmo y tropezó más veces de las que pudo contar. Cada vez que caía, se obligaba a levantarse, pero la humillación la carcomía. Algunos de los hombres se reían, burlándose de su torpeza siendo reprendido de inmediato por ambos betas.Lo bueno es que Calia no estaba sola, Ilaria, Sitara, Seren y Evolet, esas cuatros chicas que fueron ingresada al entrenamiento por órdenes del rey, las mismas a las que había defendido, decidieron quedarse con ella. Ignoraron las risas de los hombres y se mantuvieron a su lado, ayudándola cuando lo necesitaba. Fue un pequeño consuelo en medio d
El silencio en el comedor era sofocante. Solo el sonido de la respiración acelerada de Luz y los gruñidos bajos de los gemelos llenaban el ambiente. Axel y Asher se mantenían inmóviles, atrapando a la humana entre sus cuerpos como si cualquier intento de apartarla fuera una amenaza directa.Aleckey frunció el ceño. No podía creer lo que veía.—No puede ser… —murmuró, su voz baja y tensa.Aleckey estaba incrédulo. Sabía que el destino era caprichoso, pero jamás imaginó que los gemelos encontrarían a su compañera en una simple humana. No solo era extraño, sino potencialmente peligroso.El miedo en los ojos de Luz era palpable. Su piel estaba pálida, y su cuerpo temblaba ligeramente. La joven no comprendía lo que estaba ocurriendo, pero su instinto le decía que cualquier movimiento en falso podría sellar su destino.Calia dio un paso al frente, con intención de intervenir.—Tenemos que sacarla de aquí antes de que…—No —la interrumpió Aleckey con voz firme.Ella lo miró con el ceño frunc
El sonido del viento azotando el campamento improvisado despertó a Calia. No hizo intento de moverse al sentir el calor del hombre detrás de ella, pero sí giró entre sus brazos para mirar su rostro. Los recuerdos del brutal asesinato golpearon su mente, y la furia la invadió al instante. Se odiaba por ser tan débil, por no poder acabar con él en ese mismo momento.Su venganza tenía que esperar, y aunque tardara años en tejer su plan de forma precisa para destruir al alfa, lo haría. Calia sabía que aquello la llevaría a la destrucción, pues no podía negar lo que sentía por el hombre de cabello rojo. Sin embargo, su deber era acabar con él, por su familia e incluso, por ella misma.—¿En qué piensas, monjita? —La voz ronca de Aleckey la sacó de sus pensamientos. Sus ojos azules se encontraron con los verdes de él.Un estremecimiento recorrió su cuerpo al sentir las callosas manos del alfa arrastrándose lentamente por su espalda, dejando un calor persistente en cada centímetro de piel que
Fuera, todo se estaba congelando: los árboles, la fuente e incluso el invernadero de la señora Liora. Sin embargo, dentro, Calia ardía de calor, atrapada bajo el cuerpo de Aleckey, con sus piernas envueltas en su cintura mientras él daba sus últimas embestidas, culminando con un bajo gruñido.Se mantuvo firme, con los brazos apoyados a cada lado de su cabeza. Ella suspiró pesadamente antes de mirarlo a los ojos, que brillaban en un intenso dorado.—Mmm… mi luna —gruñó antes de besarla.—Alfa… —Un gruñido de molestia escapó de sus labios.—¿Qué? —interrogó sin apartar la mirada de los ojos de Calia, quien intentó escabullirse de debajo de él. Aleckey, sin embargo, apoyó más su peso, haciéndolo imposible.—Nada de escapar, mi luna —advirtió, moviendo su cadera lentamente. Calia dejó escapar un bajo gemido.—Shh… el imbécil puede escuchar —murmuró antes de volver a besarla, tomando sus gemidos solo para él.—Los alfas del exterior han empezado a llegar —la voz de un guardia se escuchó a