— ¿Crees que esto va a funcionar? — Cintia miró al beta que había colocado un par de gotas de alguna cosa dentro del té que había ordenado llevar a su habitación. — No sé si sea buena idea cómo están las cosas ahora mismo, Ermes.— Esta es la forma más fácil de conseguir lo que queremos — el lobo sonrió ligeramente —. ¿Tienes miedo ahora?— No, no tengo miedo, me preocupa que las cosas no salgan como tenemos planeado, si Falcón se muere antes de… de que nuestros planes funcionen, todo será peor.— No va a morir — dijo Ermes tomando a Cintia de la cintura —, ahora déjate de tonterías y llévale el té, haz que se lo tome Cintia, todo.— Bien.Falcón dejó a un lado los documentos en su escritorio e intentó no pensar en Emilia; las dudas de si estaba bien o mal lo estaban carcomiendo. Su culpa también estaba dando vueltas a su alrededor y la situación en la que estaban ahora ponía todo demasiado difícil para hacer otra cosa que esperar.¿Por qué?La guerra estaba sobre nuestras cabezas una
— Al parecer todo está muy bien por aquí — Emilia miró al doctor que pasó el aparato para ultrasonidos por su vientre — luce como un bebé lobo saludable — el hombre habló lentamente, pues ya sabía de su condición — creo que si mantienes una buena alimentación y una vida en calma todo estará bien, pero estás con norma así que no creo haya muchos problemas con ello.El hombre sacó sus guantes y apagó el equipo médico. Emilia tomó las dos fotografías que le ofrecieron antes de limpiar por su cuenta el líquido que habían colocado sobre su vientre. Bajó de la camilla donde la habían subido unos minutos antes y se impresionó realmente de que las cosas fueran tan diferentes a lo que había escuchado.— Puedo hacerte un seguimiento más constante si me das una dirección — el lobo sentado al otro lado del pequeño escritorio de aquella consulta sonrió — no suelo atender a mis pacientes… no humanos en este lugar— explicó— tengo todo lo necesario en mi casa, pero definitivamente no iba a hacerte es
— ¡No pienso permitir esto! No he dormido con ella, ni siquiera… ni siquiera recuerdo nada de la noche anterior.Falcón gritó ante el padrastro de Cintia, el hombre que parecía más preocupado por aquella chica que por la propia desaparición de su hija, negó, encarándolo como el más abnegado de los padres.— No hay nada que permitir, mi hijastra no es una cualquiera, ella es una chica dulce e inocente, ella merece ser respetada — le advirtió —. ¿Qué pasará si está en cinta?, ¡Qué vas a hacer si está esperando cachorros!Falcón apretó los dientes, no comprendía qué diablos había pasado la noche anterior, pero no recordaba absolutamente nada más que el hecho de que se fue a la cama. Las cosas estaban mal, miles de personas habían estado atormentándolo en los últimos días, él mismo había estado viviendo un infierno sin saber nada de Emilia que fuera relevante y ahora…¡Ahora estaba siendo acusado de dormir con alguien más!— Mire, señor, nunca he sido un desgraciado, jamás haría daño a la
Emili sentía que su cabeza dolía, se aferró a las sábanas de la cama donde ahora estaba, mientras el palpitar entre sus piernas se hacía cada vez más intenso y pensó en falcón, gritó su nombre dentro de su mente tan fuerte que incluso le pareció escuchar su propia voz. La mujer lloró desesperada, deseaba que él le abrazara, le acariciara, le hiciera el amor como aquella noche del lago.La joven deseaba tanto tener a su alfa de vuelta entre sus brazos que solo podía pensar en lo difícil que sería contarle a su hijo, que su padre simplemente prefirió a otra mujer antes que a ella. El dolor apaciguó un poco el calor de su cuerpo, pero incluso eso le hizo imposible dejar de temblar del todo y el mundo apreció girar mucho más de prisa mientras ella lentamente comenzaba a calmarse.— ¿Crees que está bien? Dios, lleva dos días dormida; si sigue así, tendremos que ponerle un suero. Está embarazada.Emilia frunció el ceño mientras escuchaba aquellas palabras, arrugó su frente mientras el latid
— Bien, al parecer la señorita está en cinta — Falcón frunció el ceño mientras el doctor se quitaba los guantes — aproximadamente de unas dos semanas — el alfa tragó —, aunque aún es bastante pronto para hacer un examen más detallado.Cintia apareció de entre las cortinas que habían colocado para examinarla en su propia habitación y Falcón supo que había cometido el peor de los errores, incluso si no se acordaba aquello era algo de lo que no podía ni se permitiría escapar.— ¿Lo ves? — dijo Cintia haciendo un pequeño gesto de dolor — no te dije mentiras y tú… tú me ofendiste ante mi familia insinuando que estaba mintiendo.— No es momento de hablar de esto — miré al médico —. Puede irse, doctor, le llamaré si surge algún problema.— Por supuesto, déjeme decirle algo, alf
— ¿Te gusta? — Emilia miró alrededor con algo de emoción — es pequeño, pero está cerca de todo y sé que por el momento es mucho mejor que tener que vivir conmigo. — Norma, vivir contigo, no me molesta — la mujer tocó uno de los muebles sonriendo —. Soy yo quien se siente algo avergonzada de seguir estando de gorra en tu casa. El corazón de Emilia se emocionó como las últimas dos semanas al reafirmar una y otra vez que ella había recuperado su oído. La chica rodeó el pequeño sofá para sentarse con su acompañante en la pintoresca sala de estar de aquella pequeña casita que Norma había conseguido para ella. — Tienes mucho espacio para el bebé y además puedo estar cerca para ayudarte — Norma miró a Emilia —. ¿Sabes… hay algo que he querido preguntarte? Tu familia… tu madre… ella… ¿Cómo se llama? — Se llamaba Kira y lamentablemente murió —. La chica sintió que su pecho dolía al pensar en su madre — fue mi… mi culpa, estaba tratando de salvarme cuando todo suc
Emilia no supo dónde iba hasta que Norma detuvo su auto en una pintoresca casita campestre prácticamente al otro lado de aquella pequeña ciudad donde había estado los últimos meses. Emilia se sintió extraña, apenas colocó sus pies sobre las escaleras de aquel porche. La chica tragó mientras Norma a su lado le daba una pequeña sonrisa.— Son las plantas — señaló un hermoso jardinero lleno de flores blancas y rojas —. Se supone que su olor es bastante fuerte para nosotros, pero los humanos no pueden saber eso. —La mujer tocó a la puerta —. Ahora ven aquí, te prometo que dentro no huele de esta forma.Emilia entró a la casa, apenas la puerta de esta se abrió. La chica siguió a norma por el pequeño pasillo en di
— ¡Te vas! — dijo Cintia, haciendo a Falcón maldecir internamente —. No puedes irte, tenemos que… que cuidar a nuestro hijo. La manada necesita saber que el alfa ahora realmente tiene una que merece la pena. ¡No puedes irte!— ¡No eres la luna de nada! — respondió Falcón a la molesta mujer —. Tengo un beta que puede ocuparse de mis asuntos por este tiempo y, por si no lo sabes, ahí fuera está a punto de estallar la guerra.— ¿A sí? Y tu beta va a cuidar de tu hijo en mi vientre, de mí, de lo que dirán los demás cuando sepan que me has dejado como si no valiera nada.— ¡Suficiente!, puedes cuidarte por tu cuenta, puedes cuidar a ese bebé perfectamente porque vas a quedarte aquí— Dijo Falcón— pero nada de eso, importe ahora así que sal de mi camino y déjame aclararte una cosa— el alfa le advirtió con seriedad— tú, no