Valeria se plantó en la puerta del despacho de Leonardo sólo unos minutos después de la llamada de Leonardo. Llevaba puesta una gabardina larga, es cómo si estuviera preparada para irse en ese momento.
“Valeria pasa, tenemos que hablar de un tema importante” le dijo Leonardo en el tono más serio que le permitía su embriaguez.
Valeria tomó una actitud recogida y sumisa, muy poco habitual en ella “Si Leo querido, tengo que pedirte disculpas por estas últimas semanas” Eso dejo absolutamente descolocado a Leonardo “Eh… bien… si… eso…”.
Valeria continuó su discurso, como si lo hubiera preparado. “Verás, he llegado con mucho ímpetu, quería conocer al fondo los entresijos de la compañía y tal vez puede que en alguna ocasión me he podido exceder en mi emoción y he expresado mis convicciones
Isabella subió con determinación las escaleras que llevaban al despacho de Leonardo. El bullicio en la oficina era habitual, pero en su mente solo había un único objetivo: enfrentarse a él. Llevaba semanas soportando el comportamiento insolente de Valeria, las interrupciones en su trabajo y las decisiones arbitrarias que habían puesto en peligro la colección en la que tanto se había esforzado. Pero la escena del día anterior, en la que Valeria había despedido a una modista por un simple desacuerdo, había sido la gota que colmó el vaso. Leonardo no podía seguir permitiendo que su prometida se paseara por la empresa como si fuera la reina de todo.Cuando llegó frente a las puertas de cristal del despacho de Leonardo, apenas tocó antes de entrar. Él estaba concentrado, revisando unos documentos, pero al verla irrumpir con tanta energía, levantó la vista.
Desde temprano, la oficina bullía con un murmullo constante. El rumor de un anuncio importante por parte de Leonardo se había extendido rápidamente, desatando especulaciones por todos los rincones de Rossi Fashion. Los diseñadores cuchicheaban entre sí mientras revisaban telas, y los asistentes de dirección intercambiaban miradas nerviosas. Era evidente que algo significativo estaba por ocurrir, y la expectativa crecía a cada minuto.Isabella observaba la agitación desde su lugar habitual, intentando concentrarse en su trabajo. Sabía perfectamente de qué se trataba todo: Leonardo iba a anunciar el nuevo puesto de Valeria en la junta. Era lo que ambos habían hablado en privado, y aunque esa noticia ya no la sorprendía, no podía evitar sentirse tensa. Había algo en el ambiente, una especie de electricidad incómoda, que la mantenía alerta.
Isabella llegó temprano a la oficina esa mañana, mucho antes de que el bullicio habitual comenzara a llenar los pasillos. Llevaba horas sin poder dormir, dando vueltas en su cama, repasando una y otra vez la imagen de Valeria anunciando su embarazo ante todos, mientras Leonardo parecía tan desconcertado como ella. La rabia y la desilusión se mezclaban en su pecho, formando una tormenta que apenas podía contener. Tenía que enfrentarlo, exigirle respuestas. Ya no podía seguir así.El despacho de Leonardo estaba en penumbra cuando llegó. La luz tenue del amanecer se filtraba por las cortinas, dándole al lugar un aire sombrío. La puerta estaba entreabierta, y desde dentro se escuchaban los pasos de Leonardo y el roce de papeles. Isabella no se molestó en tocar; empujó la puerta con decisión y entró.Leonardo levantó la vista, sorprendido por la brusquedad de su e
Las semanas que siguieron al enfrentamiento con Leonardo se convirtieron en un torbellino de frustración y resentimiento para Isabella. La chispa que siempre había impulsado su creatividad se apagó, dejándola sumida en una apatía que no lograba sacudirse. Sus diseños carecían de vida, sus decisiones en las reuniones eran automáticas y su entusiasmo, antes tan evidente, ahora era apenas un eco lejano.El equipo lo notó de inmediato. Su habitual dinamismo se había convertido en una indiferencia fría, como si todo lo que una vez le apasionara ya no tuviera sentido. Isabella asistía a las reuniones con la mirada perdida, sus respuestas eran vagas y sus aportes carecían de la energía que antes la caracterizaba. La moda, su refugio, se había convertido en una carga.Luca, siempre observador, no tardó en darse cuenta de que algo estaba mal. Desde su llegada, había desarrollado un respeto profundo por Isabella, tanto por su talento como por su determinación. Por eso, la ca
El sol apenas despuntaba cuando Isabella y Luca llegaron al aeropuerto. Rossi Fashion había sido invitada a participar en un prestigioso evento en Milán, y Leonardo había delegado la representación en ellos dos, una decisión que sorprendió a Isabella, pero que aceptó sin cuestionar. Luca, por su parte, estaba emocionado. No solo era una oportunidad profesional importante, sino también una ocasión para seguir conociendo mejor a Isabella fuera del entorno habitual de la oficina.El vuelo transcurrió en una atmósfera relajada. Habían acordado que sería un viaje de trabajo, pero también querían disfrutarlo como una experiencia que los desconectara de las tensiones recientes. Conversaron sobre todo y nada a la vez: desde películas y música hasta sus sueños más personales. Isabella notó que con Luca se sentía cada vez más có
El segundo día en Milán comenzó con una energía vibrante. Después de un desayuno ligero, Isabella y Luca se dirigieron al primer compromiso del día: una reunión con uno de los proveedores más exclusivos de textiles sostenibles, cuyo acuerdo era clave para la nueva línea que ambos estaban desarrollando. El ambiente en la sala de conferencias era profesional, pero la determinación de Isabella y Luca era palpable. Con habilidad y diplomacia, lograron no solo asegurar la colaboración, sino también negociar condiciones que darían a Rossi Fashion una ventaja competitiva.Cuando la reunión terminó, ambos intercambiaron una mirada cómplice, como si compartieran un secreto triunfal. Habían logrado lo que muchos consideraban imposible, y eso les inyectó un entusiasmo contagioso. Durante la tarde, continuaron cumpliendo con las reuniones y compromisos programados, pero el éxito conseguido por la mañana fue, sin duda, el gran hito del día.Esa noche, Luca sugirió que celebraran su logro con una c
Luca la besó. Fue un beso inesperado, suave y lleno de una ternura contenida. Isabella, atrapada entre la sorpresa y la confusión, sintió cómo el tiempo se detenía por un segundo. Su mente se debatía entre el caos de emociones, pero antes de poder decidir cómo responder, la escena se esfumó abruptamente, dejándola en un torbellino de pensamientos sin respuesta.Por un momento, Isabella quiso detenerlo, quiso separarse, quiso hacerlo por lo que sentía por Leonardo. Pero luego se acordó de Leonardo, de cómo la había hecho creer que su relación con Valeria era sólo fachada para el público y de nuevo noto ese cuchillo ardiente atravesando su pecho. Así que se dejó llevar ¡al diablo Leonardo!Luca siguió besándola con más insistencia, sus manos buscaban ya su cuello y su espalda. Isabella, temerosa de que la vieran en el pasillo de un hotel en semejante despliegue de pasión, terminó por decir – Luca, será mejor que entremos- Este lo tomó como la invitación que era, dejó que Isabella se vol
Leonardo se dejó caer en el sillón de su despacho, con la mirada perdida en el horizonte que se extendía más allá de las ventanas. El crepúsculo teñía la ciudad de tonos anaranjados y púrpuras, pero él no veía nada. Su mente estaba atrapada en un bucle de pensamientos caóticos, sin encontrar salida.El anuncio de Valeria había sido como un mazazo inesperado. Embarazada. Las palabras aún resonaban en su cabeza, secas, como si pertenecieran a alguien más. Nunca había imaginado que se encontraría en una situación como esta, atrapado en una relación que siempre fue más un acuerdo de conveniencia que una historia de amor. Y ahora, el peso de ese compromiso se hacía insoportable. Cuando Valeria lo anunció frente a todos, la sorpresa fue tan brutal que no pudo reaccionar más allá de mantener una fachada de control. Pero por dentro… por dentro sintió cómo todo su mundo se resquebrajaba.Peor aún había sido la discusión con Isabella. La frialdad en sus ojos, el dolor que destilaban sus palabra