Isabella estaba mirando por la ventana con los brazos cruzados. Se sentía tan tentada de soltarle un sermón al cavernícola que estaba sentado a su lado. Si no lo hacía era porque tenía miedo de no utilizar las palabras correctas.
Cuando el día anterior Martia había hablado sobre sus planes para la despedida de soltera de Mia, jamás se había imaginado que el aparecería en el departamento de Zinerva acompañado de Giovanni. Aunque tampoco debería haberle sorprendido.
—¿Estás molesta? —preguntó Luka a su lado.
Estaban yendo de regreso a su casa, después de que la fiesta de despedida se viera arruinada.
—No puedo creer que hicieran eso —contestó sin girarse a mirarlo.
—Isabella… —empezó diciendo él, probablemente le iba a dar una excusa; pero no estaba de ánimos para hablar en ese momento.
—No. Hablaremos cuando lleguemos. —Nunca se había dado cuenta de que podía ponerse firme ante algo con tanta vehemencia. Era más de ceder a lo que
La luz del día se filtró a través de las cortinas anunciando el inicio de un nuevo día. Luka se había despertado minutos atrás, pero estaba demasiado cómodo donde estaba como para ir a algún lugar.Sus ojos estaban fijos en Isabella, ella estaba recostada con la mejilla sobre su pecho y aferrándose a él como si fuera un koala. Esa era su propia definición de paraíso.Ese era el día final de la gira de Isabella y no podía sentirse más que contento por ella. No solo por todo el éxito que había tenido, era un hecho que el público la amaba; sino también porque por fin podría descansar. Se lo merecía después de todo el trabajo que había estado haciendo.Aunque habían recorrido varias ciudades durante los últimos meses, entre los conciertos y las firmas de autógrafos, apenas habían
—¡Gracias, París, y hasta una próxima ocasión! —se despidió Isabella como en cada concierto y los gritos no se hicieron esperar.Se quedó allí por un rato, observando a las personas. Todo era una locura, lo había sido desde que comenzó la gira. Lugares repletos, personas gritando su nombre y fans en las puertas de los hoteles donde se había quedado.Los gritos del público la siguieron hasta detrás del escenario. Una sonrisa adornaba su rostro. La adrenalina y nerviosismo que había sentido antes de subir a cantar, había sido remplazada por felicidad plena.—Estuviste genial —le dijo Martia lanzándose a abrazarla en cuanto la vio llegar—. Como siempre. No me sorprende que estén locos por ti.—Gracias.Se alejó de ella y esta vez fue Luka quién la abrazó. —¿Te he dicho alguna vez que eres una mujer extraordinaria? Porque lo eres y tu voz es como la de un ángel.Él se separó y la tomó del rostro y la besó. Los gritos perdieron inte
Luka alejó todos los pensamientos de su mente excepto uno, como poner a Isabella a salvo. Necesitaba pensar con la cabeza fría. La seguridad de Isabella estaba en juego y él no iba a dejar que nada le pasara. Solo necesitaba un descuido por parte de Dino para poder acercarse a él.Al entrar en la habitación y darse cuenta de quién estaba con ella, casi había entrado en pánico. Todo su entrenamiento casi se vio reducido a completo temor. La idea de que a ella le pasara algo, era impensable. Sin embargo, pronto había entrado en acción y sacado su pistola.—¡Bajen las armas! —Dino llevó el cuchillo al cuello de Isabella y apenas logró mantenerse bajo control.Alzó las manos al aire buscando tranquilizar al hombre.—Hagan lo que dice —les dijo a los dos hombres detrás suyo.Sus ojos se encontraron con los de Isabella. Aunque e
Isabella estaba feliz de que todo hubiera salido bien y de que Luka estuviera con ella. Cada minuto que él había permanecido con Dino, su temor se había acrecentado. No es que no confiara en sus habilidades para defenderse, lo que le había tenido preocupada era la idea de que él hiciera algo que no pudiera ser cambiado. El hombre se lo habría merecido, pero no a costa de la libertad de Luka.Luka la llevó hasta uno de las sillas que estaba en un rincón y se sentó con ella aun en brazos. Sabía que debía ofrecerse a acomodarse en otro lado, seguro que no era fácil tener que moverse con ella; pero no estaba lista para dejarlo ir a ningún lado.Acomodó su mejilla en su pecho y se abrazó con más fuerza.—¿Cuánto tiempo crees que tengamos que esperar?—No creo que tarden demasiado.—Me gustaría irme.<
—Diablos, creo que comí demasiado —dijo Isabella haciendo a un lado su plato vacío y frotándose la barriga. No importa lo que estuviera haciendo, ella siempre lucía hermosa.—¿Segura que no quieres un poco más?—No, si pruebo algo más terminaré explotando.Soltó una carcajada.—Te amo —dijo inclinándose para besarla.—Entonces ¿Qué es lo que me querías decir?Tal vez debería haber esperado unos días antes de decirle lo que había averiguado sobre su madre. No estaba seguro de querer arruinar el estado de ánimo de Isabella, pero los secretos eran el comienzo de los problemas en una relación.Esperaba que ella se tomara las cosas con calma, aunque tampoco podía juzgarla si no lo hacía. Lo que le iba a decir, iba a cambiar muchas cosas que ella creía saber.—¿Qué te parece si pasamos al sofá?Habían decidido desayunar en el balcón. Ese era en definitiva el mejor lugar para tener una comida disfrutando de una vista maravillos
—Mi madre no ha dejado de llamarme —dijo Isabella mirando las llamadas perdidas de su celular. Tenía al menos una docena de ellas.Su avión había aterrizado apenas una hora atrás y ya estaba deseando regresar a París.Los últimos días se habían sentido de ensueño. Luka la había llevado a recorrer la ciudad. Habían visitado museos, parques, puentes, restaurantes. Incluso habían podido visitar uno de los clubs. Era la primera vez que había ido a uno solo por diversión y no por cumplir con algún compromiso.Durante todo ese tiempo se había asegurado de pensar lo menos posible en su madre, no quería que ella tuviera posibilidad de arruinarle la diversión. En algún momento tendría que lidiar con ella, pero todavía no estaba preparada. —¿Qué quieres que quiera?&mda
Luka observó a Isabella alejarse queriendo seguirla para cerciorarse de que estaba bien. Sin embargo, tenía que hacer algo primero. Centró su atención en Adelaide, la causante del sufrimiento de la mujer que amaba. No le importaría no volver a verla otra vez y si era tan inteligente como para tomar en serio las palabras de su hija, era eso lo que iba a suceder.Adelaide estaba en completo silencio en el mismo lugar donde se había detenido cuando su hija habló por última vez. Era tan fácil compararla con una estatua de mármol. No solo tenía la apariencia, sino también era fría como una.Sacó su celular y ordenó un taxi para que la recogiera. Para buena suerte el auto no iba a tardar más de diez minutos en aparecer.—Señora Adelaide —empezó, logrando sacarla de su trance.Ella colocó su mirada asesina sobre é
Luka estaba embobado mirando a Isabella. Ella tenía a Nerea en sus brazos, la sujetaba con tanto cuidado mientras jugaba con una de sus pequeñas manos. Su sonrisa era enorme y hablaba con la pequeña con ternura.Se imaginó la misma escena, pero con un hijo de ambos. Había pensado bastante en lo mismo desde aquella noche en París. Isabella sería una madre perfecta, de esas que constantemente les dice a sus hijos que los ama. —Tienes esa mirada —dijo Giovanni parándose a su lado. Lo miró sin entender a qué se refería—. Una llena de amor y sueños. —explicó él—. Sé de lo que hablo. El espejo me devuelve la misma imagen cada mañana.No podía negarlo, quería pasar su vida con Isabella y quería lo que su amigo tenía.—¿Crees que ella quiera lo mismo? —preguntó in