Luka abrió los ojos y lo primero que vio fue el rostro de Isabella. Seguro que no había transcurrido mucho tiempo desde la primera vez que despertó con ella a su lado, pero se sentía como si llevara haciéndolo por un largo tiempo.
Imaginó despertar de la misma manera por el resto de su vida y sintió un deseo profundo instalarse en su pecho.
Ella tenía la expresión serena y no podía sentirse más que feliz. Había pasado por mucho durante la última semana. Lágrimas derramadas, preocupación y estrés, tantas cosas con las que ella había tenido que lidiar. Pero ella no era ninguna débil. Había enfrentado cada situación lo mejor que había podido. Era cuando se quedaban solos que recién había mostrado lo cansada y debilitada que realmente estaba.
Su amor y admiración por ella no había hecho más que crecer, si es que acaso era posible.
Sonrió al recordar la manera en la que ella le había confesado su amor la tarde anterior. Si no habría visto el amor en sus oj
Isabella soltó un suspiro antes de tocar la puerta de su madre. Sabía que estaba allí, porque ella no había salido con la misma frecuencia desde que le quitó el fondo ilimitado. Al menos no había sido tan irresponsable como para seguir gastando sin medida con la nueva tarjeta que se le había sido entregada. Esperó por algunos minutos y luego escuchó algunos pasos del otro lado. La expresión de su madre al verla le dijo que no iban a tener un intercambio de palabras nada amistoso. ¿Es que acaso con ella nada podía ser como una relación normal madre-hija? —¿Isabella? Es raro verte en esta ala de la casa. Seguro Luka, ya te fue con algún cuento y por eso estás aquí. —Si mal no recuerdo fuiste tú la que desde el principio recalcaste que querías tu privacidad. Y no, Luka no me dijo nada. ¿Hay algo que tenga que decirme? Tal vez debería preguntarle. —Su madre puso una expresión culpable, que apenas duró unos segundos. Algo debía de haber pasado, per
Isabella se mantuvo en completo silencio y limitó sus movimientos para evitar hacer algún ruido que llamara la atención de Luka. El que quisiera que la encuentre, no significaba que se la iba a poner fácil.Estaba en su estudio de música porque era el que más alejado estaba de la sala de entretenimiento. Se había puesto de cuclillas detrás de su piano. Una pequeña luz llegaba desde el pasillo colándose a la habitación por la puerta que estaba ligeramente entreabierta. Afinó los oídos en busca de algún sonido que le indicara el paradero de Luka, pero todo estaba en completo silencio. Era como si estuviera sola, pero sus instintos le decían que él estaba cerca.Agarrándose al borde del piano, levantó la cabeza un poco para observar. Una sombra apareció cerca de la puerta y de inmediato regresó a su posición anter
sonaba por los parlantes. Detrás de ella había algunos bailarines siguiendo el ritmo de la música. El hombre que había conocido durante los primeros días como el coreógrafo de desplazaba por el lugar con toda su atención puesta en cada una de las personas sobre el escenario.Su mirada no tardó en regresar a Isabella. Ella era la única persona que siempre tenía toda su atención. Ambos habían estado bastante ocupados recientemente, él con la dirección de la “B Security” y ella con sus ensayos, y no había pasado tanto tiempo con ella como le hubiera gustado. Pese a todo ello se había asegurado de llamarla entre sus descansos e ir a visitarla a la hora del almuerzo.Incluso con algunos de los mejores hombres cuidando de Isabella no podía evitar preocuparse por ella, así que la llamaba a la hora de sus descansos programados y la iba a bus
Isabella estaba mirando por la ventana con los brazos cruzados. Se sentía tan tentada de soltarle un sermón al cavernícola que estaba sentado a su lado. Si no lo hacía era porque tenía miedo de no utilizar las palabras correctas. Cuando el día anterior Martia había hablado sobre sus planes para la despedida de soltera de Mia, jamás se había imaginado que el aparecería en el departamento de Zinerva acompañado de Giovanni. Aunque tampoco debería haberle sorprendido. —¿Estás molesta? —preguntó Luka a su lado. Estaban yendo de regreso a su casa, después de que la fiesta de despedida se viera arruinada. —No puedo creer que hicieran eso —contestó sin girarse a mirarlo. —Isabella… —empezó diciendo él, probablemente le iba a dar una excusa; pero no estaba de ánimos para hablar en ese momento. —No. Hablaremos cuando lleguemos. —Nunca se había dado cuenta de que podía ponerse firme ante algo con tanta vehemencia. Era más de ceder a lo que
La luz del día se filtró a través de las cortinas anunciando el inicio de un nuevo día. Luka se había despertado minutos atrás, pero estaba demasiado cómodo donde estaba como para ir a algún lugar.Sus ojos estaban fijos en Isabella, ella estaba recostada con la mejilla sobre su pecho y aferrándose a él como si fuera un koala. Esa era su propia definición de paraíso.Ese era el día final de la gira de Isabella y no podía sentirse más que contento por ella. No solo por todo el éxito que había tenido, era un hecho que el público la amaba; sino también porque por fin podría descansar. Se lo merecía después de todo el trabajo que había estado haciendo.Aunque habían recorrido varias ciudades durante los últimos meses, entre los conciertos y las firmas de autógrafos, apenas habían
—¡Gracias, París, y hasta una próxima ocasión! —se despidió Isabella como en cada concierto y los gritos no se hicieron esperar.Se quedó allí por un rato, observando a las personas. Todo era una locura, lo había sido desde que comenzó la gira. Lugares repletos, personas gritando su nombre y fans en las puertas de los hoteles donde se había quedado.Los gritos del público la siguieron hasta detrás del escenario. Una sonrisa adornaba su rostro. La adrenalina y nerviosismo que había sentido antes de subir a cantar, había sido remplazada por felicidad plena.—Estuviste genial —le dijo Martia lanzándose a abrazarla en cuanto la vio llegar—. Como siempre. No me sorprende que estén locos por ti.—Gracias.Se alejó de ella y esta vez fue Luka quién la abrazó. —¿Te he dicho alguna vez que eres una mujer extraordinaria? Porque lo eres y tu voz es como la de un ángel.Él se separó y la tomó del rostro y la besó. Los gritos perdieron inte
Luka alejó todos los pensamientos de su mente excepto uno, como poner a Isabella a salvo. Necesitaba pensar con la cabeza fría. La seguridad de Isabella estaba en juego y él no iba a dejar que nada le pasara. Solo necesitaba un descuido por parte de Dino para poder acercarse a él.Al entrar en la habitación y darse cuenta de quién estaba con ella, casi había entrado en pánico. Todo su entrenamiento casi se vio reducido a completo temor. La idea de que a ella le pasara algo, era impensable. Sin embargo, pronto había entrado en acción y sacado su pistola.—¡Bajen las armas! —Dino llevó el cuchillo al cuello de Isabella y apenas logró mantenerse bajo control.Alzó las manos al aire buscando tranquilizar al hombre.—Hagan lo que dice —les dijo a los dos hombres detrás suyo.Sus ojos se encontraron con los de Isabella. Aunque e
Isabella estaba feliz de que todo hubiera salido bien y de que Luka estuviera con ella. Cada minuto que él había permanecido con Dino, su temor se había acrecentado. No es que no confiara en sus habilidades para defenderse, lo que le había tenido preocupada era la idea de que él hiciera algo que no pudiera ser cambiado. El hombre se lo habría merecido, pero no a costa de la libertad de Luka.Luka la llevó hasta uno de las sillas que estaba en un rincón y se sentó con ella aun en brazos. Sabía que debía ofrecerse a acomodarse en otro lado, seguro que no era fácil tener que moverse con ella; pero no estaba lista para dejarlo ir a ningún lado.Acomodó su mejilla en su pecho y se abrazó con más fuerza.—¿Cuánto tiempo crees que tengamos que esperar?—No creo que tarden demasiado.—Me gustaría irme.<