—Señor, hay un repartidor aquí. Tiene un paquete para la señorita Isabella.
Le pareció algo extraño. Isabella no le había dicho nada sobre recibir algo durante el día. Los más probable es que se tratara del algún paquete enviado por un fan. No era usual que llegaran a la casa, la mayoría los enviaba a la agencia, pero tampoco era algo fuera de lo común.—Estaré allí en un momento, recíbelo y no olvides anotar el nombre del repartidor.—Está bien.Luka terminó de recorrer el perímetro que rodeaba la casa y luego se dirigió hacia la entrada principal para recoger el paquete.—Señor —lo saludó el hombre de turno cuando entro al puesto de vigilancia. Él era su mayor por mucho, pero siempre lo trataba con formalidad. Respondió con un asentimiento de cabeza. &mdIsabella encontró a Luka en la sala reunido con otros cuatro hombres.Los nuevos guardaespaldas, supuso. No es como si fuera difícil adivinarlo, con los trajes que llevaban. Al menos podían aparentar ser más normales si la iban a seguirla todo el día.Había pensado que tener a un hombre siguiéndola a todos lados era una exageración, al parecer había cosas peores. No era necesario mencionar que no estaba muy contenta con el nuevo cambio. Lo consideraba una exageración y en otras circunstancias le habría importado muy poco lo que él tenía para decir y se habría opuesto, pero confiaba en su criterio.El hombre que la mayoría del tiempo tenía una apariencia casual y relajada, ahora parecía más serio. Luka era muy bueno asumiendo el rol de dar órdenes y por la manera en que actuaba el resto, sabían quién estaba a cargo. No
Los días pasaban y Luka sentía que estaba igual de cerca que al principio de descubrir de quién era el acosador de Isabella. Había tratado de rastrear el origen del envio, pero no había llegado demasiado lejos. Lo único que quedaba era esperar a recibir otro paquete. No tenía ninguna duda de que en algún momento lo haría y él estaría alerta hasta ese momento. Mientras tanto se había concentrado en investigar a cada una de las personas que rodeaban a Isabella en el día a día. A veces no sabías que tan cerca podía estar el peligro.Había descubierto algunas cosas interesantes sobre Adelaide, pero todavía no tenía la información completa. Por la manera en que iba la investigación sabía que ella era alguien en quién no se podía confiar; aunque, por el bien de Isabella, esperaba que no estuviera involucrada con lo del
Isabella se retiró los zapatos, sus pies comenzaban a doler por haber pasado la noche sobre ellos. Le encantaba usar tacones, pero tenía su costo.Se inclinó y recogió sus zapatos en una mano, luego empezó a caminar hacia las escaleras.Luka se había quedado afuera hablando con los guardaespaldas. Después de que salieran de aquel almacén apenas se habían quedado por media hora más antes de pedirle que regresaran a su casa. Las fiestas de aquel tipo no eran su idea de diversión. No es que no le gustara salir de vez en cuando, pero prefería hacerlo con gente que conocía y en la que confiaba. Si había ido era porque era un evento para recolectar fondos para la caridad.—¿A dónde crees que vas? —dijo Luka. Él la alzó en el aire y la colocó sobre doblada sobre su hombro.Un chillido de sorpresa salió de su boca. No sabía cómo había hecho para acercarse tan rápido y sin que lo notara. —¿Qué haces? —preguntó sacudiéndose para que la regresara a
Luka se despertó al sentir a Isabella moverse en su brazos. No estaba seguro de que hora era, pero no le habría molestado permanecer en cama un poco más. Estaba bien donde estaba, disfrutando de la bella mujer en sus brazos.Isabella se volvió a mover, ella parecía querer levantarse.Buena suerte con eso, pensó y la apretó aún más cerca de él. Ella lo volvió a intentar e, incluso con movimientos sutiles, sintió como su cuerpo comenzaba a reaccionar.—Si sigues moviéndote así, no saldremos de esta cama pronto. —Isabella se quedó quieta y él sonrió.—Necesito ir al baño —se quejó ella unos segundos después.Resignado la dejó ir.Ella se puso de pie, debía estar demasiado apurada porque no se molestó en cubrirse. Era eso, o se había olvidado que estaba desnuda. Como fuera, nadie lo iba a escuchar quejarse al respecto. Estaba disfrutando de la vista. Se deleitó recorriéndola la mirada por cada porción de piel antes de que ella ll
Isabella no sabía cuánto tiempo más podía aguantar que su madre la tratara de esa manera. Su madre parecía disfrutar haciéndole daño. Como si no fuera suficiente, no solo se había ido contra ella sino también contra Luka. Tal vez confrontarla la última vez que se detuvieron a hablar no había sido la mejor estrategia.—Tranquila, dulce ángel.La voz de Luka se sintió como un bálsamo en una herida abierta.No pudo evitar preguntarse qué pensaría si le contaba lo sucedido con su padre. ¿Él también la vería con el mismo desprecio que a veces veía en los ojos de su madre?No estaba dispuesta a averiguarlo, no en ese momento. Había tenido suficiente drama por un día. Sin embargo, sabía que en algún momento tendría que decírselo y esperaba que él no la juzgara.—No entiendo porque hace esto.—Está celosa de ti y de todo lo que has logrado.—Eso no tiene sentido, se supone que es mi madre y debería alegrarse por mí. Además, much
—Isabella —la llamó su asistente.Quitó la vista del espejo, aunque en realidad ni siquiera se había estado observando.Giró su sillón para mirar a Martia que estaba sentada detrás de ella.—¿Qué pasa?Ella la miró divertida.—No has escuchado nada de lo que te he dicho ¿verdad?—Claro que sí —se defendió.Esperó su asistente no notara la mentira. Había dejado de escucharla hace un buen tiempo. Sus pensamientos se habían llenado de imágenes de Luka. ¿Quién la podría culpar?Él hombre era un gran distractor incluso cuando no estaba presente. Era guapo, detallista y le hacía el amor de una manera espectacular. Claro que tenía defectos también, podía ser un mandón y creía que podía salirse con la suya con esa sonrisa de inocente que tenía. Pero eso también era parte de su atractivo.—Isabella —dijo Martia antes de soltar una carcajada—. Otra vez te perdí. Casi podría asegurar que estás enamorada.¿Enamorada? No, es
Luka seguía sin poder comprender como el acosador había logrado burlarlos con tanta facilidad. Había transcurrido más de una semana después de que dejara esa caja en el camerino de Isabella y seguían sin saber la identidad del culpable.Él y sus hombres habían seguido todas las pistas, pero habían terminado en un callejón sin salida. Era como si el acosador no existiera más allá del momento en que dejaba sus escalofriantes osos. Así que, por el momento, la única oportunidad de saber más de él, o incluso de atraparlo, parecía ser la próxima vez que se mostrara. Sabían que el acosador era muy cauteloso y no solo actuaba conforme a sus impulsos. Pero cometería un error en algún momento.—Estoy lista —dijo Isabella llamando su atención.Ella estaba parada en el umbral de la puerta de su oficina mir&aacu
Luka estaban descansando cuando escuchó unos pasos en el exterior. Sin hacer demasiado ruido, para no despertar a Isabella, se levantó, encendió la linterna y salió a averiguar que sucedía. A la distancia vio la sombra de una persona sentada frente al lago, en cuanto estuvo más cerca se dio cuenta que se trataba de Zinerva. Una linterna estaba a su lado alumbrando hacia adelante. Ella lo miró sobre el hombro cuando escucho sus pasos y aun en la oscuridad pudo ver la tristeza en sus ojos. Terminó de acercarse a ella y se sentó a su lado. Zinerva se había vuelto como una hermana para él y no podía evitar preocuparse por su bienestar. —¿No puedes dormir? —No, ya sabes los malos sueños a veces aparecen cuando menos los esperas. Espero algún día no recordarlo. —¿El bastardo? —preguntó. En un acuerdo silencioso sabían que el nombre de Nicolás no se mencionaba. —El bastardo —respondió ella con una sonrisa que apenas llegó a sus ojos. Zinerva todavía estaba recuperándose después de lo