Capítulo 394
Lorena no reaccionó, temerosa de que él no pudiera controlarse y quedara hipnotizado por sus palabras.

Tras un largo impasse, Juan por fin le soltó la mano, pero le acarició la frente y los ojos.

Mientras ella seguía un poco nerviosa, él se acercó más a ella. El corazón de Lorena se apretó de repente.

Antes de que pudiera reaccionar, los labios cálidos y fríos del hombre se apretaron contra los suyos, fuertes y fríos.

Los labios y dientes se tocaron, solo se oyeron los latidos del corazón de ambos, y la disparidad entre la fuerza física del hombre y la de la mujer se contrastó al instante.

Parecía un poco ansioso, pero lento y metódico, con una sensación de control, controlándola tanto a ella como a sí mismo.

Apretaba distraídamente la dulzura de su lengua, y no parecía haber ningún movimiento extra en sus manos.

Sus ojos se empañaron, como el agua que flotaba en la noche, reflejando las brillantes estrellas y seduciendo el alma.

Pero cuando Lorena vio el ascetismo y la arrogan
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