Capítulo 396
Estaba oscuro y silencioso en plena noche, y Lorena cayó desorientada en los brazos de Juan.

Su voz, cálida y grave en la oscuridad, la hizo recuperar la sobriedad al instante.

—Lorena, háblame de nuestro pasado.

«¿Qué? ¿Está loco?»

La somnolencia de Lorena se disipó y puso los ojos en blanco sin aliento en la oscura noche, pero por desgracia Juan no pudo verla.

Intentó seguir haciéndose la dormida. El móvil de Juan sonó de repente.

Ella se revolvió molesta y se apartó de sus brazos.

Juan colgó el teléfono y se incorporó.

La luz de la pared era tenue y en la habitación flotaba un aroma suave y silencioso.

Sabía que ella estaba despierta, pero no la pinchó.

Era mejor oír hablar del pasado a otra persona que hacer que ella lo contara.

«Así es más objetivo, más directo.»

Lorena se incorporó, se echó el pelo hacia atrás despreocupadamente y le cayeron algunos mechones.

En la penumbra, estaba suave y delicada a la luz de la lámpara de pared.

Permaneció sentada en silencio dura
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