Capítulo 34
Lo puso en la lista negra enseguida y no tardó en llegar la llamada de Alberto.

Hizo una pausa, Alberto era uno de los amigos de Juan con el que aún mantenía buenas relaciones.

Descolgó, sólo para que le llegara la voz ronca de Juan:

—Lorena, no tengas prisa en responder a lo que pasa en Internet, ya lo solucionaré.

Lorena se sonrojó y enganchó los labios en una mueca de desprecio:

—¿Es interesante que los ladrones ayuden a detener a los ladrones?

Juan guardó silencio durante segundos: —Mi mamá mandó hacerlo, yo no tiene nada que ver conmigo.

También quiso hacerle saber su actitud.

Lorena soltó una suave carcajada y colgó el móvil.

¿Había alguna diferencia entre quién lo hizo, él o su madre?

Alberto no pudo evitar refunfuñar al ver cómo el rostro de Juan se ensombrecía y endurecía:

—Juan, me vas a meter en un lío, ¡qué tal si Lorena no contesta a mis llamadas a partir de ahora!

Juan le barrió con frialdad y le tiró el teléfono.

El hecho de que Lorena atendiera la llamada de Alberto ya
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