Capítulo 42
Había una emoción indescriptible en el pecho de Juan, irritable y deprimida, pero no podía dejarla salir.

La tez de Lorena palideció ligeramente y le ignoró.

Las palabras de Polo fueron demasiado impactantes.

Quería comprobar.

Lorena hizo acopio de sus emociones y abrió la puerta del coche antes de que pudiera entrar:

—No es bueno, será mejor que te alejes de él.

La voz de Juan era profunda y fría, con un toque de advertencia.

Lorena le miró con rostro inexpresivo y tono gélido:

—¡No es asunto tuyo!

De un empujón, cerró la puerta y, sin mirarlo, arrancó el coche de inmediato.

No pensaba en Juan, pero intentaba averiguar qué era real y qué no en todo esto.

De todos modos, no los dejaría en paz.

Lorena volvió al despacho y, tras un momento de vacilación, llamó a uno de los directores del hospital.

Pedro estaba hospitalizado allí y era fácil obtener muestras de sangre y pelos si quería.

Pero era difícil lograr la muestra de Juan, que tenía guardaespaldas a su alrededor en la sombra, así c
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