Capítulo 47
Lorena amaba con pasión y odiaba con venganza.

Se calmó, dejó sus cosas en el hospital y luego condujo hasta el Entretenimiento Águila.

Nada más salir del coche, vi a Jorge de pie en la puerta, vestido con un pantalón verde floreado y una camisa amarilla, con el rostro demacrado, retenido por los guardias de seguridad, con las manos agitadas por la ira.

No llevaba pintalabios, sino una gruesa base de maquillaje, era miserable y feo, se pellizcaba la cintura y se quedaba allí, maldiciendo a los guardias de seguridad, con su voz chillona y áspera como la de un pato ahogado:

—Sólo llevo fuera menos de un día, ¿y se atreven a detenerme? Lo crean o no, ¡los expulsaré a todos y los dejaré ir a la calle a mendigar comida!

Los hombres se quedaron muy serios, respondiendo simplemente:

—Identificación de empleado por favor, prohibidos los desconocidos.

Jorge ardía de rabia y caminaba con las manos en las caderas, apretando los dientes:

—Sólo son perros guardianes, se atreven a ofenderme, yo...

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