Capítulo 258
Juan giró lentamente la cabeza y la miró con indiferencia, inexpresivo.

Pronto, los guardaespaldas arrastraron a la fuerza a María y Estela hasta Juan.

María se apoyó en Estela para no caerse.

Miró hacia el mar oscuro y profundo, el viento traía un frío salado.

Se le puso la piel de gallina y tembló ligeramente.

Juan era frío y prenguntó: —¿Lo conoces?

Observando a María, quería encontrar la respuesta.

María miró al hombre en el suelo, y negó con la cabeza.

Estaba muy nerviosa.

Estela se adelantó y cogió suavemente la mano de María, sonriendo: —María está flipando, en serio, da mucho miedo, ¿quién es este tipo? ¿Qué hizo?

María se recompuso lentamente y miró hacia el hombre en el suelo. «Es cierto que no lo conozco.»

Justo le vio en un estado miserable, se quedó sorprendida.

—Hermano, realmente no lo conozco.

Un guardaespaldas le entregó un puro a Juan. Juan no dijo nada mientras jugaba con el puro.

Era muy oscura. Las luces de la cubierta brillaban la noche.

Bajo la luz
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