Joaquín tenía su propia personalidad, e incluso era un poco rebelde.

Lorena creía que era de buena familia, pero no lo investigaba porque no le importaba.

Joaquín la siguió hasta el ascensor y cuando vio el gran ramo de rosas en su despacho, se rio, —El señor Ruiz es bueno. Pero no creo que nadie de ellos le siente bien.

—¿Sí?

—Soy perfecto para ti. La relación con un menor está de moda ahora. —Joaquín sonrió y se presentó.

Lorena no quería hacerle caso, —Sal y cierra la puerta.

—Bueno. —no dijo nada más y se fue.

«Las rosas huelen muy bien. Me ponen de buen humor.»

Luego Javier llamó a la puerta, —¡Estela está aquí y quiere verte!

Lorena tomó el café y rechazó directamente: —No tengo tiempo.

«Sé que no consiguió la ayuda de los López, así que vino a buscarme. ¡Qué ridículo!»

Después, Javier volvió a entrar, —Quiere que esperar hasta que lo aceptes.

Lorena no quería perder el tiempo con ella y la ignoró directamente.

Javier comprendió lo que ella quería decir y salió.

Lor