Capítulo 226
Lorena se quedó en silencio durante unos segundos.

De repente se rió, —No es así. Ella me hizo esto por tu culpa.

Polo la miró profundamente y sonrió con impotencia, —¿Es culpa mía?

Las dos se sonrieron y Lorena se apartó despreocupadamente un pelo de la oreja.

Polo se levantó, y pagó la cuenta, —Jefe. Ya estamos llenos. Gracias.

Sonrió amablemente.

El jefe se quedó helado, —Espere. Aún falta un plato.

—De nada. Gracias, nos vamos. —sonrió y cogió la bolsa de Lorena por ella antes de salir.

Llevó a Lorena a su casa y luego se fue.

El ama de llaves saludó a Lorena: —Señorita, ¿tiene hambre? Voy a prepararle algo de comer.

Lorena sacudió la cabeza, —No hace falta. Gracias.

—Sí.

Lorena volvió a la habitación y vio el diamante rosa que Fiona había dejado sobre su escritorio.

Lo cogió y lo observaba, «¡Con razón todo el mundo ama los diamantes!»

Hizo una foto y se la envió a Fiona: [¡Gracias, mamá!]

Fiona: [¡Buenas noches!]

Lorena guardó el diamantes en la caja fuerte, con l
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