Lorena, al otro lado de la línea, se limitó a hacer una leve mueca mientras escuchaba:—Llama a una ambulancia, y llévalo a la unidad cerebral para ver si está loco.Colgó fríamente.El público no esperaba este resultado.Todos un poco aturdidos.Lorena, que la Familia López había echado, ¡estaba tan orgullosa!La cara de Juan se volvió gris por un momento, la luz de sus ojos desapareció.Mientras estaba sentado, la multitud pudo sentir el silencio y la depresión.Alberto no pudo evitar intentar persuadirle para que se animara, pero no sabía por dónde empezar.Recordó que antes le había preguntado cómo le iba y le había dicho que todo iba bien.¿Bien?¿Un bien que imaginó Juan en su propio mundo?Era tonto.Juan se levantó tambaleándose y salió por la puerta.Era inútil beber más. Ella no vendría.¡Esta cruel mujer no se preocupaba por él en absoluto!Alberto se lo pensó y lo persiguió.En el coche.Juan seguía sin decir nada, Lorena lo dio un golpe fuerte.El conductor preguntó adónde
—Tráeme un poco de comida, hermano...El conductor entrecerró los ojos, pensó un momento y envió un mensaje a Susana.Pronto tenía una cantidad extra en su cuenta y un mensaje de agradecimiento en su teléfono móvil.El conductor se marchó rápidamente.La criada estaba cocinando una sopa aleccionadora, y Juan está sentado con una mirada fría y deprimida.El nombre 'Susana' seguía parpadeando en el teléfono móvil.Se mostró indiferente y hizo como que no lo vio.Pronto.Alberto se lavó la cara y salió, mirando su teléfono y soltando una suave carcajada:—Este gran problema sigue pendiente, hermano, ¿te ayudo contestar?Juan se sentó indiferente, con el ceño fruncido.Alberto rascó a contestar.—Juan, qué debo hacer, Amancio tiene fiebre, estoy tan asustada, puedes venir o no...Se oyó la voz suave y aguada de Susana, y Alberto arrugó la nariz sin aliento.Esa voz, ¡era demasiado asca!Tosió con fuerza:—No es médico, así que ve al hospital si tienes fiebre, ¿esperando a que te quemen a l
Juan estaba de pie, cubriéndose el estómago, con la cara un poco pálida y la figura alta y recta un poco frágil.Parecía forzarse a sentirse incómodo.Lorena arrugó la nariz, sin acabar de creerle.Pero al mirarle, estaba en muy mal estado, borracho y pálido, con los ojos oscuros como la tinta, y también daba lástima.Había ido y se había sentado en el sofá, muy cohibido y sin correr a mirar a su alrededor.Sólo inclinó ligeramente la cabeza para mirarla, como un pequeño animal sin hogar.Lorena recordó que se salvó de Mateo.No le parecía bien echarlo sin más.Ya que estaban divorciados, deberían ser sinceros y honestos y no tener que evitarlo.El círculo era tan pequeño que había tiempo de sobra para cruzarse más tarde.Tenía que enfrentarse a este día en algún momento.Respiró hondo y sacó la sopa del termo.La sopa que entregó Miguel era la firma del chef más particular, fragante.A Juan se le abrió el apetito, quizá porque se encontraba realmente mal, y se bebió todas la copa de u
Dio un grito por dolor.Lorena seguía en la puerta esperando a que se fueran.Apretó los dientes, con la intención de llevarse a Juan directamente por delante, sin tanta fuerza como él, pero al menos arrastrándolo fuera de la casa de Lorena.Todo el cuerpo de Juan se inclinó pesadamente hacia un lado y Alberto sólo pudo dejarse llevar.Pero al segundo siguiente.Lorena cerró la puerta justo detrás de ellos.Juan abrió lentamente sus ojos oscuros.Miró fijamente a Alberto durante unos segundos antes de que éste sintiera su furia y quisiera estrangularle.Explicó:—Hermana Lorena, ella me amenazó...¡Pero la Hermana Lorena era realmente profunda!Una vez más, quedó impresionado con ella en su mente.Juan se enderezó la ropa lentamente, gruñó con frialdad, no dijo nada y, con un frío sordo a su alrededor, se dio la vuelta y subió al ascensor.Alberto no pudo resistirse a ir tras él:—Hermano, el coche está esperando fuera...Sabía que le había ofendido a Juan gravemente.A la mañana sigu
Lorena se sobresaltó ligeramente.Era la segunda vez que los veía juntas.La última vez en el hospital, Susana estaba loca y Mariana estaba allí, aunque en ese momento Mariana actuaba como una transeúnte.Pero ellas dos...Algo cruzó la mente de Lorena y no lo captó por un momento.Mariana era la amante de Luis, y Susana y Luis siempre habían tenido una buena relación.Entonces Mariana y Susana se conocían, lo cual era normal por definición.Pero la identidad de Mariana no era pública, así que ¿cómo podría Luis presentar a alguien a un amigo sin pelearse?Siempre sintió como si hubiera algo mal.Polo la observó inmóvil y le hizo un gesto con la mano:—Lorena, ¿qué pasa?Lorena retiró la mirada y sonrió:—Nada, sólo vi a alguien que conozco.Polo dijo: —¿Quieres ir a saludar?—No, no muy familiar.Lorena sonrió y las dos hablaron de otra cosa antes de que Polo se levantara para atender una llamada.Lorena fue al baño.De regreso, pude pasar por la mesa de Susana y Mariana.Estaba escuch
Polo le envió un mensaje y le preguntó si necesitaba ayuda.Ella contestó rápidamente: —No, ahora vuelvo.Recogió sus pensamientos y acababa de salir cuando vio a Mariana, que se había levantado con la intención de marcharse.En el momento en que ambos se miraron, el rostro de Mariana cambió.Sabía que Lorena acababa de oírlo todo.L orena intentó pasar como si nada, sólo para ser agarrada por el brazo de Mariana, un poco nerviosa en su estoico comportamiento, con los ojos revoloteando:—Señorita Suárez, ¿qué has oído?Lorena estaba a punto de hablar cuando vio a Polo salir de ella.Mirando a los dos hombres ligeramente, luego mirando suavemente a Lorena:—Me preocupaba si estabas en problemas, pero por suerte estás bien.Lorena, con su aire de ligereza y elegancia, habló con una sonrisa natural:—Me encontré con un conocido por el camino y tuvimos una charla retrasada.Polo miró su reloj, con movimientos tranquilos e indiferentes:—Ya era hora, ¿te llevo de vuelta?Lorena asintió.Mar
La recepcionista se quedó estupefacta y miró atónita al oírlo, obligándose a no poner los ojos en blanco, pero ya se había quedado sin habla.Lorena enarcó una ceja, todavía algo tranquila, y le dirigió una mirada superficial, suspirando suavemente:—María, si te gusta, ve tras él, nadie te detiene.La implicación era que era inútil que viniera y se molestara.Después de todo, no era Lorena la que estaba alcanzando a Polo.El ascensor exclusivo estaba custodiado por un guardaespaldas en el exterior, ella no podía entrar.María dio un pisotón de mala gana y sólo pudo observar cómo Lorena entraba en el ascensor y subía.Llamó a Juan quejándose, sollozando:—Hermano, a Polo le gusta la cuñada, qué debemos hacer, no puedes dejar que la cuñada se acerque demasiado a él...Juan siempre había querido a la hermana enferma.También era increíble saber que realmente le gusta el Polo.Pero pensaba de otra manera.Si Polo estaba con su hermana, ¿no estaría buena para Lorena?Juan tranquilizó a Mar
Cuando pensó en la escena del accidente de coche, su corazón se sintió tan duro y sofocado como si lo hubieran estrangulado.Pero ese autor se estrelló.Ni siquiera supieron si fue intencionado o no.—Abuela...Gimoteó.Los ojos nublados de Sofía se enfocaron mientras miraba a Lorena y alargaba la mano para tocarle el pelo.Sólo ese movimiento le había quitado todas las fuerzas.Sonrió, como si intentara consolar a Lorena, pero la expresión de su rostro se aflojó y la luz de sus pupilas se atenuó mientras cerraba lentamente los ojos.Volvió a caer en un profundo sueño.Lorena agachó la cabeza con fuerza, los hombros le temblaban ligeramente porque quería llorar.Pero al segundo siguiente.Una gran mano se posó en su hombro, rozándolo como una pluma, y el olor familiar y desconocido del cedro cálido, silencioso y frío la envolvió en su abrazo.Se puso en pie de un salto y miró a Juan, que apareció de repente.Llevaba una camisa negra entallada, recta y noble, sólo de pie a contraluz, co