Capítulo 167
Cuando pensó en la escena del accidente de coche, su corazón se sintió tan duro y sofocado como si lo hubieran estrangulado.

Pero ese autor se estrelló.

Ni siquiera supieron si fue intencionado o no.

—Abuela...

Gimoteó.

Los ojos nublados de Sofía se enfocaron mientras miraba a Lorena y alargaba la mano para tocarle el pelo.

Sólo ese movimiento le había quitado todas las fuerzas.

Sonrió, como si intentara consolar a Lorena, pero la expresión de su rostro se aflojó y la luz de sus pupilas se atenuó mientras cerraba lentamente los ojos.

Volvió a caer en un profundo sueño.

Lorena agachó la cabeza con fuerza, los hombros le temblaban ligeramente porque quería llorar.

Pero al segundo siguiente.

Una gran mano se posó en su hombro, rozándolo como una pluma, y el olor familiar y desconocido del cedro cálido, silencioso y frío la envolvió en su abrazo.

Se puso en pie de un salto y miró a Juan, que apareció de repente.

Llevaba una camisa negra entallada, recta y noble, sólo de pie a contraluz, co
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