Lo que había pasado con Ana y rematado con mi estupidez al buscar a Clara para desahogar mis instintos de macho me tenía furioso. Yo siempre me jacté de ser un hombre capaz de controlar sus emociones y esa niña me estaba volviendo loco.
Recordé todo lo que había pasado y se me retorcía el estómago al pensar que si no hubiera salido tras ellos, Dromundo se habría aprovechado de la situación para abusar de ella.
Quizás Ana había estado de acuerdo en ir con él al hotel y me daba rabia el solo pensar en cuántos hombres ya habrían disfrutado de su cuerpo.
Recordaba su rostro angelical mientras dormía, me estremecía al pensar en su desnudez, quería, necesitaba hacerla mía, aunque tuviera que pagarle para ello. Pero yo no la quería inconsciente, ahogada en alcohol, iba a conseguir que se entregara a mí por su propia voluntad
Faltaban tres días para el miércoles y la fiesta en casa de la Güera, aproveché para buscar empleo y ver si podía evitar seguir siendo una Sugar Baby, pero tal parecía que estaba destinada a continuar con ese método tan poco convencional para obtener dinero.Conseguí varias entrevistas, pero la respuesta siempre era la misma “Nosotros te llamamos” y por supuesto, la llamada nunca llegaba.Durante las tardes me entretenía ayudando a doña Lucha con la cena, cada vez me gustaba más eso de la cocina, ella disfrutaba ver en televisión programas donde chefs reconocidos preparaban deliciosos platillos y empecé a tomarles el gusto también.Había decidido ya la profesión que quería ejercer, porque descubrí que cocinar era un arte, y que cuando lo hacía, todos mis pensamientos se bloqueaban para darle paso a una pasión que n
Clara volvió a su departamento furiosa conmigo, pero a mí me devolvió un poco de paz. Había veces en que su presencia me abrumaba al grado de llevarme al estrés.Me enfoqué en los negocios para retomar la calma en mi vida, pero a cada momento el rostro de Ana, la imagen de su cuerpo desnudo, se apoderaba de mis pensamientos.Tomé el estado de cuenta que mi asistente había dejado sobre mi escritorio, era de mi tarjeta de crédito personal así que ese lo manejaba yo y no el departamento de contabilidad del hotel.Con el abre cartas rasgué el sobre para revisar, solo para verificar que no tuviera cargos fraudulentos, ya que en México se había desatado una ola de clonación de tarjetas y ya en una ocasión me habían hecho un cargo de miles de pesos sin mi autorización.Todo iba bien hasta que me encontré con un cargo de varios miles
Era domingo y esa noche ya no había fiesta en casa de la Güera, así que tenía toda la tarde libre para hacer lo que yo quisiera, por primera vez en mi vida tenía tiempo y dinero para darme un pequeño gusto.También era el día libre de Melo, así que decidimos pasar la mañana en la playa. Hacía mucho que no salíamos sin el remordimiento por gastar un dinero que no teníamos.—Esta vez nos instalaremos en un club de playa, yo te invito la comida para que nos permitan usar los camastros y las sombrillas.—¿Yo te invito? ¡Qué espléndida! Acepto, pero no te acostumbres a malgastar el dinero, recuerda que tienes que ahorrar lo más posible si es que quieres salirte de esa vida lo más pronto posible.—Lo sé, no te tienes que convertir en la voz de mi conciencia, te aseguro que no voy a perder el piso con el diner
Saqué mi móvil para llamar a Karen y preguntarle dónde estaba. Un dolor en el estómago me atacó cuando me contestó y me dijo que un hombre en la entrada del club le dio un sobre con dinero para pagar por sus servicios, pero que le indicó que la fiesta se había cancelado.En ese momento me di cuenta que todo había sido una trampa para llevarme a mí a solas en ese yate. Comencé a temer que se tratara del señor Dromundo en venganza por haber gastado tanto dinero de su tarjeta de crédito y quizá quería cobrarse con mi cuerpo.Estábamos muy lejos de la orilla cómo para lanzarme al mar. Mi móvil se había quedado sin señal. No tenía manera de pedir ayuda. Mis piernas temblaban y las lágrimas luchaban por salir de mis ojos, pero yo las contenía porque quería mantener la calma para no sentirme más vulnerab
Había dado la orden en la entrada del club de yates de que solo dejaran pasar a Ana y dejé un sobre con dinero para que despacharan a su compañera. Solo esperaba que el plan funcionara porque podían haberse puesto de acuerdo para llegar juntas y todo se iba a ir al caño.Por fortuna el plan funcionó y con ayuda del capitán, Ana subió a bordo sin sospechar que habría ninguna fiesta. Decidí que sería yo quien tomaría el timón, no quería tener testigos de lo que iba a hacer así que el capitán se quedó en el muelle.Escuché un toque de temor en su voz cuando preguntó por qué el yate se movía si todavía no llegaban los invitados. Era obvio que se sentía vulnerable al estar sola con un desconocido.No sé si fue mi imaginación y el deseo que sentía por ella, pero su rostro cambió cua
Ni siquiera yo entendía porqué rechacé la propuesta de Marco Duran, si los últimos días no había dejado de pensar en él y no podía seguir negando que me encantaba como hombre, que muchas veces me había imaginado entre sus brazos y ahora que había probado el sabor de sus labios lo deseaba todavía más.Pero el solo hecho de recordar que tenía una relación con la señora Clara Bella y que todavía estando con ella era capaz de buscar acostarse con otra mujer, me decepcionaba de él. ¿Qué clase de hombre se obsesiona en comprar caricias cuando tiene una pareja esperándolo en casa?Apenas el yate tocó el muelle salí corriendo, en mi desesperación por salir de ese lugar choqué con el capitán y mi bolso cayó al piso. ¡Lo único que me faltaba! Mis cosas rodaron entre los maderos, pero el
—¿Y si te dijera que mi apellido es De Expósito? — Le pregunté a Julián a la hora del almuerzo. Se me quedó mirando a los ojos en una forma extraña, no pude descifrar lo que estaba pensando. Él solo se puso de pie, recogió sus cosas de la mesa, puso todo en el cesto de la basura y se fue sin decir una palabra. Nunca imaginé que decirle a un chico que me gustaba que era huérfana, me iba a doler tanto o más que el hecho de que fui rechazada y abandonada al nacer. Terminé mi almuerzo porque en el orfanato me enseñaron que la comida no se tira a la basura, cuesta mucho conseguirla y nunca sabes si al día siguiente vas a tener algo para llevarte a la boca. Quizá por eso me costaba tanto mantenerme en mi peso, porque a pesar de cualquier pena, alegría o sufrimiento, no podía parar de comer. Fue difícil concentrarme en el trabajo, confundí los nombres de los pacientes y el doctor Amezcua, mi jefe, me llamó la atención porque le cambié las radiografías de un
Eran las cuatro de la mañana cuando sonó la alarma al fin había llegado el gran día. Me levanté de prisa y me puse ropa cómoda porque no sabía cuánto tiempo iba a estar de pie. Pedí un auto de alquiler para que me llevara a la universidad del estado.Todavía estaba oscuro y cuando llegué la fila ya era bastante considerable. Al menos trescientos aspirantes formados antes que yo esperando que entregaran las fichas para el examen de admisión.Melo me había insistido en que debía haber ido a formarme desde la noche anterior, pero yo pensé que estaba exagerando y aquí estaban las consecuencias de no haberle hecho caso. Tomé mi lugar en la fila y me dispuse a pasar unas largas horas de aburrimiento hasta que llegara mi turno y todavía, ni siquiera abrían las oficinas.Me quejé por haber tenido que salir cuando todavía esta