Recorrí la casa como si fuera la primera vez que me encontraba en ese lugar, cada espacio me traía recuerdos del breve tiempo que viví con Elisa.
Llegó a mi mente el día que la conocí. Yo corría por la playa como solía hacerlo todas las mañanas para ejercitarme y fue cuando la vi, sentada en la playa llorando.
—¿Estás bien? ¿Te puedo ayudar en algo? — Me atreví a preguntarle.
Me sorprendió al arrojarse a mis brazos buscando un poco de consuelo.
—Lo siento — dijo ruborizada al darse cuenta que se había refugiado en los brazos de un desconocido.
—No te preocupes, permíteme ayudarte.
La tomé de la mano y caminamos juntos, a partir de ese día nos volvimos inseparables, nunca le pregunté por qué lloraba y ella nunca me lo dijo.
Un mes después me atreví a besa
Entré a mi oficina por la puerta privada directamente a mi reunión. Sabía que en cualquier momento iba a tener que verme con Clara, pero algo me estaba pasando con ella que cada día disfrutaba menos de su presencia. Habíamos sido amantes durante muchos años, pero la convivencia con ella cada vez era más complicada. A pesar de que tenía muy claro que nuestra relación nunca iba a ir más allá de ser amantes, ella cada vez se ponía más exigente. Quizá era el momento de terminar de una vez por todas con esa absurda relación que no iba a llegar a nada, pero también era cierto, que sentía pena por ella. Me había dedicado cinco años de su vida, había estado a mi lado y a mi disposición cada vez que yo necesitaba quitarme las ganas. La consideraba como una buena amiga, pero nunca cómo una mujer con la cual compartir mi vida para siempre; debía reconocer que la había elegido precisamente, porque era una mujer de la que nunca podría enamorarme. Después de la muerte de E
Llevaba ya tres días buscando trabajo y nada, estaba tan desesperada que ya no sabía qué hacer. Mi vida se estaba volviendo todo un desastre.Era viernes, pensé que tal vez podría encontrar un trabajo de solo el fin de semana, muchos lugares contrataban personal adicional para atender a la gran cantidad de turistas que llegaban al puerto, sin embargo, no tuve suerte.Pasaba mis días caminando, leyendo el diario y hasta me metí a un café internet para suscribirme en páginas de empleo.Fue esa tarde del viernes en que estaba sentada en la cocina pelando papas, ayudando a doña Lucha con la cena, cuando vi bajar a Connie muy arreglada, se veía espectacular con un vestido de coctel, corto a la rodilla y con un escote en corazón.—¿Te gusta mi vestido? — preguntó al darse cuenta que me había quedado con la boca abierta.—Sí, e
Llegué a casa en un auto de alquiler que la güera pidió para mí, porque Connie se había ido con su sugar Daddy olvidándose de que yo la esperaba en esa habitación. Agradecí que también lo pagara porque yo no llevaba dinero.Cuando entré en la habitación Melo ya estaba en la cama, traté de no hacer ruido para no despertarla. Me quité la ropa y me metí en la cama tratando de recordar con todo detalle lo que había visto esa noche.—¿Dónde andabas? ¡Estaba preocupada por ti! — Me sobresalté al escuchar la voz de mi amiga que no estaba dormida como yo creía.—¡Melo, me asustaste! Creí que estabas dormida y por eso no encendí la luz.—Sí estaba dormida, pero te sentí llegar. ¿Dónde estabas a esta hora de la noche? ¿Conseguiste un empleo?&mda
Me tomó de la mano y sentí como apretaba mi mano con fuerza, quise retirarla porque me estaba haciendo daño.—Gracias madame — le dijo a la güera sin soltar mi mano y sin mirarme — No pudo elegir mejor.—Bienvenido a nuestro club señor Duran, diviértase y espero que esta sea la primera vez de muchas más que nos acompañe.La güera le hizo una reverencia y se alejó dejándonos solos. Ya me habían dicho con anticipación la mesa a la que debía llevarlo, pero mis piernas se negaban a responder y el nudo en mi garganta me impedía decir una sola palabra.—¿Así que además de ladrona también eres una…? ¿Cómo le llaman? ¿Sugar Baby? —Me preguntó al oído con enojo, como si le hubiera molestado mucho estar ahí.Por alguna razón que yo no entend
Apostar con Dromundo para cambiar de Sugar Baby fue la peor estupidez que pude haber hecho, pero estaba tan molesto por haber encontrado a Ana en ese lugar que en combinación con el alcohol que yo sabía que me hacía reaccionar por impulso, que me dejé llevar.Me enfurecía ver cómo ese hombre se la comía con la mirada. Mayra me pidió bailar y acepté a pesar de que yo no era afecto a hacerlo, la última vez que bailé fue con Elisa.Sentí hervir mi sangre cuando se pusieron de pie y Dromundo la tomó de la cintura para llevarla hacia la salida. Pensar que ella era capaz de acostarse con ese anciano por dinero me provocaba una ira inexplicable.Dejé a Mayra parada en la pista y me fui tras ellos. Sabía que no tenía ningún derecho de meterme en su vida, después de todo, ella no era nada mío y había elegido esta clase de vida por de
—¡No mamá no te voy a mandar más dinero! Cuando logre casarme con el millonario al que estoy trabajando te daré lo que quieras, pero por ahora todo lo que tengo es para invertirlo en verme bien y conseguir que se enamore de mí.Colgué el teléfono y me dejé caer sobre la cama, quería disfrutar un poco más de la lujosa cama de hotel en la que había pasado la noche con el Sugar Daddy que me tocó acompañar en la fiesta de aniversario.Estaba harta de vivir en la pensión, yo estaba ya muy acostumbrada a la buena vida y no me iba a conformar con menos.Mi Sugar dejó un voucher abierto, así que pedí que me subieran un suculento desayuno y conté una vez más el dinero que me había dejado sobre el buró. Cinco mil pesos solo por una noche no había estado nada mal, pero yo sabía que podía conseguir mucho
Tenía un sabor amargo en la boca, me dolía la cabeza y me sentía fatal por no recordar lo que había pasado en la noche con ese hombre.Me levanté de la cama y envuelta en la sábana porque no encontraba mi ropa por ningún lado, busqué a mi acompañante por toda la habitación, me moría de vergüenza, quería salir de ahí corriendo, pero así desnuda como estaba no era una buena idea.Tenía que llamar a Melo para que fuera a buscarme y me llevara algo de ropa. Entré en el baño y me lavé la boca, para quitarme ese sabor tan desagradable, me avergoncé al imaginar que había vomitado por la sensación en mi garganta.Alguien llamaba a la puerta y temí que fuera ese hombre, aunque era extraño, porque era seguro que él tenía la llave de la habitación.Fui a abrir y me sorprendí
Lo que había pasado con Ana y rematado con mi estupidez al buscar a Clara para desahogar mis instintos de macho me tenía furioso. Yo siempre me jacté de ser un hombre capaz de controlar sus emociones y esa niña me estaba volviendo loco.Recordé todo lo que había pasado y se me retorcía el estómago al pensar que si no hubiera salido tras ellos, Dromundo se habría aprovechado de la situación para abusar de ella.Quizás Ana había estado de acuerdo en ir con él al hotel y me daba rabia el solo pensar en cuántos hombres ya habrían disfrutado de su cuerpo.Recordaba su rostro angelical mientras dormía, me estremecía al pensar en su desnudez, quería, necesitaba hacerla mía, aunque tuviera que pagarle para ello. Pero yo no la quería inconsciente, ahogada en alcohol, iba a conseguir que se entregara a mí por su propia voluntad