Llevaba ya tres días buscando trabajo y nada, estaba tan desesperada que ya no sabía qué hacer. Mi vida se estaba volviendo todo un desastre.
Era viernes, pensé que tal vez podría encontrar un trabajo de solo el fin de semana, muchos lugares contrataban personal adicional para atender a la gran cantidad de turistas que llegaban al puerto, sin embargo, no tuve suerte.
Pasaba mis días caminando, leyendo el diario y hasta me metí a un café internet para suscribirme en páginas de empleo.
Fue esa tarde del viernes en que estaba sentada en la cocina pelando papas, ayudando a doña Lucha con la cena, cuando vi bajar a Connie muy arreglada, se veía espectacular con un vestido de coctel, corto a la rodilla y con un escote en corazón.
—¿Te gusta mi vestido? — preguntó al darse cuenta que me había quedado con la boca abierta.
—Sí, e
Llegué a casa en un auto de alquiler que la güera pidió para mí, porque Connie se había ido con su sugar Daddy olvidándose de que yo la esperaba en esa habitación. Agradecí que también lo pagara porque yo no llevaba dinero.Cuando entré en la habitación Melo ya estaba en la cama, traté de no hacer ruido para no despertarla. Me quité la ropa y me metí en la cama tratando de recordar con todo detalle lo que había visto esa noche.—¿Dónde andabas? ¡Estaba preocupada por ti! — Me sobresalté al escuchar la voz de mi amiga que no estaba dormida como yo creía.—¡Melo, me asustaste! Creí que estabas dormida y por eso no encendí la luz.—Sí estaba dormida, pero te sentí llegar. ¿Dónde estabas a esta hora de la noche? ¿Conseguiste un empleo?&mda
Me tomó de la mano y sentí como apretaba mi mano con fuerza, quise retirarla porque me estaba haciendo daño.—Gracias madame — le dijo a la güera sin soltar mi mano y sin mirarme — No pudo elegir mejor.—Bienvenido a nuestro club señor Duran, diviértase y espero que esta sea la primera vez de muchas más que nos acompañe.La güera le hizo una reverencia y se alejó dejándonos solos. Ya me habían dicho con anticipación la mesa a la que debía llevarlo, pero mis piernas se negaban a responder y el nudo en mi garganta me impedía decir una sola palabra.—¿Así que además de ladrona también eres una…? ¿Cómo le llaman? ¿Sugar Baby? —Me preguntó al oído con enojo, como si le hubiera molestado mucho estar ahí.Por alguna razón que yo no entend
Apostar con Dromundo para cambiar de Sugar Baby fue la peor estupidez que pude haber hecho, pero estaba tan molesto por haber encontrado a Ana en ese lugar que en combinación con el alcohol que yo sabía que me hacía reaccionar por impulso, que me dejé llevar.Me enfurecía ver cómo ese hombre se la comía con la mirada. Mayra me pidió bailar y acepté a pesar de que yo no era afecto a hacerlo, la última vez que bailé fue con Elisa.Sentí hervir mi sangre cuando se pusieron de pie y Dromundo la tomó de la cintura para llevarla hacia la salida. Pensar que ella era capaz de acostarse con ese anciano por dinero me provocaba una ira inexplicable.Dejé a Mayra parada en la pista y me fui tras ellos. Sabía que no tenía ningún derecho de meterme en su vida, después de todo, ella no era nada mío y había elegido esta clase de vida por de
—¡No mamá no te voy a mandar más dinero! Cuando logre casarme con el millonario al que estoy trabajando te daré lo que quieras, pero por ahora todo lo que tengo es para invertirlo en verme bien y conseguir que se enamore de mí.Colgué el teléfono y me dejé caer sobre la cama, quería disfrutar un poco más de la lujosa cama de hotel en la que había pasado la noche con el Sugar Daddy que me tocó acompañar en la fiesta de aniversario.Estaba harta de vivir en la pensión, yo estaba ya muy acostumbrada a la buena vida y no me iba a conformar con menos.Mi Sugar dejó un voucher abierto, así que pedí que me subieran un suculento desayuno y conté una vez más el dinero que me había dejado sobre el buró. Cinco mil pesos solo por una noche no había estado nada mal, pero yo sabía que podía conseguir mucho
Tenía un sabor amargo en la boca, me dolía la cabeza y me sentía fatal por no recordar lo que había pasado en la noche con ese hombre.Me levanté de la cama y envuelta en la sábana porque no encontraba mi ropa por ningún lado, busqué a mi acompañante por toda la habitación, me moría de vergüenza, quería salir de ahí corriendo, pero así desnuda como estaba no era una buena idea.Tenía que llamar a Melo para que fuera a buscarme y me llevara algo de ropa. Entré en el baño y me lavé la boca, para quitarme ese sabor tan desagradable, me avergoncé al imaginar que había vomitado por la sensación en mi garganta.Alguien llamaba a la puerta y temí que fuera ese hombre, aunque era extraño, porque era seguro que él tenía la llave de la habitación.Fui a abrir y me sorprendí
Lo que había pasado con Ana y rematado con mi estupidez al buscar a Clara para desahogar mis instintos de macho me tenía furioso. Yo siempre me jacté de ser un hombre capaz de controlar sus emociones y esa niña me estaba volviendo loco.Recordé todo lo que había pasado y se me retorcía el estómago al pensar que si no hubiera salido tras ellos, Dromundo se habría aprovechado de la situación para abusar de ella.Quizás Ana había estado de acuerdo en ir con él al hotel y me daba rabia el solo pensar en cuántos hombres ya habrían disfrutado de su cuerpo.Recordaba su rostro angelical mientras dormía, me estremecía al pensar en su desnudez, quería, necesitaba hacerla mía, aunque tuviera que pagarle para ello. Pero yo no la quería inconsciente, ahogada en alcohol, iba a conseguir que se entregara a mí por su propia voluntad
Faltaban tres días para el miércoles y la fiesta en casa de la Güera, aproveché para buscar empleo y ver si podía evitar seguir siendo una Sugar Baby, pero tal parecía que estaba destinada a continuar con ese método tan poco convencional para obtener dinero.Conseguí varias entrevistas, pero la respuesta siempre era la misma “Nosotros te llamamos” y por supuesto, la llamada nunca llegaba.Durante las tardes me entretenía ayudando a doña Lucha con la cena, cada vez me gustaba más eso de la cocina, ella disfrutaba ver en televisión programas donde chefs reconocidos preparaban deliciosos platillos y empecé a tomarles el gusto también.Había decidido ya la profesión que quería ejercer, porque descubrí que cocinar era un arte, y que cuando lo hacía, todos mis pensamientos se bloqueaban para darle paso a una pasión que n
Clara volvió a su departamento furiosa conmigo, pero a mí me devolvió un poco de paz. Había veces en que su presencia me abrumaba al grado de llevarme al estrés.Me enfoqué en los negocios para retomar la calma en mi vida, pero a cada momento el rostro de Ana, la imagen de su cuerpo desnudo, se apoderaba de mis pensamientos.Tomé el estado de cuenta que mi asistente había dejado sobre mi escritorio, era de mi tarjeta de crédito personal así que ese lo manejaba yo y no el departamento de contabilidad del hotel.Con el abre cartas rasgué el sobre para revisar, solo para verificar que no tuviera cargos fraudulentos, ya que en México se había desatado una ola de clonación de tarjetas y ya en una ocasión me habían hecho un cargo de miles de pesos sin mi autorización.Todo iba bien hasta que me encontré con un cargo de varios miles