Capítulo 7
Decidí reunirme con Ayala. Luces brillantes la rodeaban; parecía radiante, ajena a la crisis de Grupo M. Tal vez seguía bajo la protección de Javier o ya había encontrado un reemplazo.

Sin rodeos, le pregunté:

—Señorita Heras, ¿aún piensas casarte con Javier?

Sin el temor que mostraba ante él, Ayala respondió con una sonrisa:

—Por supuesto, si ya lo sabes, no tengo nada que ocultar. Javier es mi mejor carta y no lo soltaré.

Me pregunté cómo reaccionaría Javier al enterarse de su opinión sobre él. No discutí su lógica, solo le advertí:

—Sabes cómo está Grupo M. Puedo ofrecerte más de lo que crees. Si decides casarte con Javier, tendrás que compartir sus bienes, pero también sus deudas.

Su sonrisa se desvaneció; la incertidumbre se reflejó en su rostro. Le pregunté:

—¿Has visto "Titanic"?

—¿Qué quieres decir? —Frunció el ceño.

Sonreí y miré a sus ojos:

—En un barco que se hunde, no hay buenos asientos.

Ayala, con su astucia habitual, comprendió. Tras un largo silencio, ya había tomado su
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