Teresa conoció, al fin, al médico que ocasionó grandes celos en su hijo. Mirándolo bien, y conociendo el trauma que había ocasionado la cicatriz en el rostro de Maximilian, ahora entendía por qué él se sintió amenazado, y no era porque el galeno fuera más guapo, no, Teresa sabía que era por causa de la m*****a cicatriz. Danielle intentó integrarla a la conversación que mantenían, pero Teresa no entendían de lo que hablaban, intercambiaban información de personas que ella no sabía si eran pacientes o personal de la clínica. —Isabela hoy está en el jardín, pidió expresamente ir allí, indicó sentirse bien —estaba informando el médico mientras Teresa observaba el lugar. —¿Podemos ir al jardín nosotras también? —preguntó Danielle ansiosa, la mayoría de las veces, tenía que ver a su madre dentro de la habitación. El doctor Esteban accedió, si podía brindar un tiempo de calidad entre su amiga y la madre de esta, no podía negarse a dejarlas reunirse. —Si sigues mirándola con esa cara y la
Danielle esperó ansiosa la respuesta de Maximilian, ¿qué haría él? ¿Qué tan drástica sería lo que pensaba hacer con ella? En su desesperación, por seguir pagando una buena atención médica a su madre, no pensó con detenimiento, la gravedad de lo que haría. Pero la respuesta de Maximilian no llegaba, y a Danielle comenzaron a sudarle las palmas de las manos. Se había focalizado tanto en Maximilian, que dio un pequeño salto cuando Teresa se aclaró la garganta, e informó que se retiraría hacia si casa, para que conversaran solos y tuvieran privacidad. —Nos vemos luego, Maxim, trátala bien, es muy posible que esté embarazada —le susurró Teresa cuando se acercó a Maximilian para darle un beso de despedida. Maximilian no hizo ningún comentario sobre las palabras de su madre, aunque haría lo que estuviera a su alcance, para cumplir, al menos, un porciento de lo que le pedía Teresa. —Vamos Marlon, tú tampoco harás nada aquí —le dijo Teresa al ex militar, entrelazando un brazo con un brazo de
Maximilian apretó la mandíbula, no podía sentir lástima por ella, le mintió muy bien, supo engañarlo para lograr su objetivo, su motivación fue el dinero. No podía darle lo que ella pedía, él creía que ella podía llamar a Timothy y decirle que ya se había descubierto la verdad; él preferiría que se enteraran a su modo, en el momento que él lo decidiera, la maldad no podía ganar de nuevo. —Puedes llamar para saber de tu madre, cuando mi madre o yo, estemos presente —respondió Maximilian. A Danielle se le llenaron los ojos de lágrimas por la impotencia que sentía, no entendía para que, él la quería allí, ya sabía que ella no era Berenice, muy bien que podía dejarla en libertad; y como tenía que salir de la duda porque no entendía su actitud, le hizo la pregunta en voz alta; Maximilian se encogió de hombros y respondió: —No te puedo dejar libre, no hasta que termine con la familia Hardwick, después… después de eso, veré que hago contigo —informó él y llevó las manos a los bolsillos del
Los tres se miraban unos a otros, Maximilian solo esperaba una respuesta de ellos, cualquiera que fuera, aunque fuera para él reírse un poco, mientras, Timothy y Micaela estaban asustados, y no porque estuvieran pensando que podían ir a la cárcel, no, su pensamiento era que perderían el dinero que le estaban sacando al CEO. —La verdad es, que no entiendo de que hablas, Maximilian, nuestra hija llegó de Italia días antes de casarse contigo, ahora se encuentra en tu casa, ¿por qué crees que te engañamos? —dijo Timothy, tratando de convencerlo, de que decía la verdad. —Ya sé que me engañaron —respondió Maximilian, y levantó una mano impidiéndoles hablar, cuando el matrimonio quiso protestar—, pero no se preocupen, yo solo quiero tener a la mujer correcta, el trato seguirá igual, no habrá cambio alguno. Timothy lo miró con desconfianza, luego sintió alivio, con su hija sería mejor, sabía que Berenice lo ayudaría a sacarle la mayor cantidad de dinero, por su parte, Micaela se sentía indi
Berenice esperaba que él le dijera que había sido un error, si vivían separados, le sería más difícil hacer cualquier cosa en contra de él. Ella fingió una dulce sonrisa, sabía que funcionaba para atraerlo un poco a su tela de araña, aunque por dentro sentía desagrado, la cicatriz que cruzaba una de las mejillas de Maximilian, le causaba repulsión, ella casi podía asegurar que ninguna mujer quería estar con él, por eso había exigido que ella estuviera incluida en el trato que había hecho con su papá. —Tengo que poner primero en orden algunas cosas, luego de eso, podremos hablar sobre irnos a vivir juntos —respondió Maximilian. Pero Berenice no estaba contenta con esa respuesta, ella no estaba acostumbrada a recibir ese tipo de respuestas de los hombres, siempre fue la primera opción para ellos. —¿Necesitas ayuda con tu problema? —preguntó Berenice con una pícara sonrisa. Pero Maximilian no le devolvió la sonrisa mientras negaba con la cabeza, su problema, tenía nombre y apellidos,
Maximilian le dio una última mirada a Danielle con los ojos entrecerrados y se retiró al baño, necesitaba que el agua refrescara la ira que sentía, solo de imaginarla divirtiéndose con otro que no fuera él, lo hacía ver todo rojo y sentía una sensación extraña de algo que ardía dentro de él. Abrió con fuerza la llave de la ducha y se metió bajo el chorro de agua fría. Sin embargo, minutos después, seguía enojado, una imagen de Danielle bailando en los brazos del doctor Esteban, lo hizo apretar la mandíbula.«No estarás con él» Pensó dándole un golpe a la pared, provocándose un leve dolor en la mano por el golpe.En la cama, Danielle suspiró aliviada, por un instante pensó que Maximilian se pondría violento. Una lágrima rodó por su mejilla hasta caer en la sábana, el corazón le dolía, pero comprendió, que así no podía seguir, no era sano para ella, para Maximilian, ni para el bebé que esperaban. Decidió, que en cuanto Maximilian saliera del baño, tendrían que conversar y no dejar de la
Día siguiente en la mañanaDanielle salió de la habitación contenta porque era el segundo día después de comenzar las náuseas y vómitos, que despertaba, sin sentir siquiera, una pequeña molestia. La sonrisa se le borró y se detuvo en seco al llegar al comedor, allí estaba Maximilian leyendo un periódico mientras estaba tomando su desayuno. Los dos se miraron sin tan siquiera saludarse. Danielle aguantó unos segundos de silencio incómodo, antes de darse la vuelta para marcharse. Maximilian la detuvo diciendo su nombre.—Yo me voy, quédate para que tomes tu desayuno.—Puedo esperar, no tengo tanta hambre —respondió ella mirándolo por encima del hombro y se marchó antes de que él le dijera algo más.Cuando bajó veinte minutos después, Maximilian no se veía por ninguna parte de la casa.—Su teléfono estuvo dando varios timbres hace unos minutos —informó la cocinera mientras le servía un jugo a Danielle.Danielle frunció el ceño, no recordaba dejar el teléfono cuando bajó antes.—Creo que
Maximilian quería salir cuanto antes de trabajar cuando sacaron a Berenice de su empresa, sin embargo, tuvo que ir a la empresa de seguridad que tenía con Marlon, presentaban el mismo problema de hacía unos meses y creían resuelto, Samuel seguía siendo acosado por la cliente. —Fue a mi casa, le dijo a mi esposa que la estaba engañando con ella —les decía Samuel—, no hice nada por ustedes la vez pasada, pero esto ya pasó a castaño oscuro, mi esposa cree que es cierto, ella le mostró fotos que manipuló haciéndole creer que somos amantes. Como no puedo pedirles que pierdan un cliente, vine a solicitar mi baja como empleado de ustedes. Maximilian y Marlon lo miraron entendiéndolo, pero no estaban de acuerdo en perderlo como empleado, era uno de sus mejores guardaespaldas, muchos clientes solicitaban sus servicios, no lo iban a perder por una loca que solo les traería problemas. —Puedes presentar una denuncia en la estación policial —le dijo Marlon—, te apoyaremos en todo momento, podemo