Capítulo 66— Sanar antes de empezar Narrador:El silencio entre ellos no era incómodo. Era un silencio denso, cargado, el tipo de silencio que se siente cuando acabas de cruzar una línea de la que ya no hay retorno.Simón se incorporó con un gruñido, corriendo una mano por su cabello aún húmedo de sudor. Caminó hasta el baño, agarró una toalla y regresó a la cama, tirándosela suavemente a Dalia.—Sécate un poco antes de que nos dé un maldito resfriado —murmuró con voz áspera.Ella sonrió con cansancio y obedeció, pasando la toalla por su cuerpo desnudo mientras Simón hacía lo mismo con otra.Cuando terminó, caminó hasta el pequeño frigobar y sacó dos refrescos fríos.Regresó a la cama, sentándose junto a ella sin decir nada. Le pasó una sin mirarla, y Dalia la tomó sin rechistar. Abrieron las latas casi al mismo tiempo.El primer trago fue en silencio, con ambos aún tratando de recuperar el aliento, de darle sentido a lo que acababa de suceder.Simón giró la lata entre los dedos ante
Capítulo 67— Llamadas perdidas NarradorDalia salió del baño ya vestida, el cabello aún húmedo cayéndole sobre los hombros. Se veía fresca, renovada, como si la ducha hubiese borrado el caos de la noche anterior. Simón, que seguía tumbado boca arriba en la cama con la sabana cubriendole de la cintura hacia abajo, la observó unos segundos con una sonrisa perezosa, y luego se incorporó con un suspiro.—Voy yo —murmuró mientras se estiraba los brazos y caminaba descalzo hacia el baño.Minutos después, salió vestido con jeans, una remera gris ajustada al torso y el cabello revuelto, aún mojado. Dalia lo esperaba junto a la puerta, cruzada de brazos, con la mirada puesta en el reloj de pared del pequeño cuarto.—Vamos —dijo ella apenas lo vio acercarse.Simón asintió. Caminó hasta la silla donde había dejado su chaqueta la noche anterior. La tomó con una mano y, antes de ponérsela, metió la otra en el bolsillo interno.Sacó el móvil. Y entonces se detuvo.—La puta madre… —gruñó, pasándose
Capítulo 68— Estoy enamoradoNarradorSimón tomó el móvil, lo desbloqueó y buscó el contacto de su hermano. Dalia lo observaba en silencio, sin moverse del borde de la cama.El tono de llamada apenas sonó una vez antes de que Seth atendiera del otro lado, con voz tensa.—¿Simón?—Vamos para alla —dijo él, sin vacilar.Y antes de que Seth pudiera emitir una sola palabra más, colgó.Soltó el aire que había contenido y guardó el teléfono en el bolsillo. Luego alzó la mirada hacia Dalia.—Es hora.Ella asintió en silencio, sin discutir. Ambos sabían que no había vuelta atrás.El camino hasta el apartamento fue un trayecto de silencio absoluto. No hubo palabras, ni siquiera una mirada entre ellos. El sonido del motor fue lo único que acompañó los pensamientos que ambos se esforzaban en mantener bajo control.Cuando llegaron al edificio, subieron sin detenerse, como si cualquier distracción pudiera hacerlos retroceder. Simón tocó el timbre, y casi de inmediato, Nebra abrió la puerta.Apenas
Capítulo 69— La verdadNarradorHabían pasado un par de días desde que Federico había sido liberado bajo fianza. Cuando la necesidad de regresar a la empresa en la que trabajó por años lo invadió, se sintió traicionado, exiliado que una necesidad insana por recuperar lo que alguna vez tuvo no le permitió ignorar lo que sentía.Caminando por el amplio lobby de GreenTech como si nada hubiese pasado, se dirigió al elevador con su presencia imponente, y saludando a un par de empleados a su paso, estos intercambiaron miradas al quedar sorprendidos por su descaro. ¿No se suponía que habían pasado un par de días desde que lo sacaron de allí esposado? ¿Qué era lo que hacía en ese lugar? Cerrándose la puerta cuando el elevador inició su recorrido, Federico agitó su pie con impaciencia antes de llegar al piso superior del edificio, y al llegar a su destino, el primero en verlo fue Martin, el asistente de Seth.—Buenos días... Buenos días.Retomando la marcha a la que anteriormente era su oficin
Capítulo 70 — Mi esposa, la amante de mi padreNarradorIncapaz de seguir un segundo más en la empresa que cada vez sentía se hacía más pequeña tras la visita de Federico, Seth se dirigió a su oficina para tomar sus pertenencias, y caminando a la salida, abordó su auto tan rápido como pudo.Recorriendo la ciudad con cautela, pero con la rapidez que le permitía la ansiedad que lo carcomía, llegó al edificio en el que habitaba junto a su esposa, y bajando del vehículo una vez lo detuvo en su lugar asignado, observó el cielo, la tranquilidad de las nubes, como si ansiara esa paz más que cualquier cosa.Con esa calma que solo era preludio de la tormenta que estaba por desatarse, Seth se dirigió al elevador con pasos tan firmes como precisos, y viendo cómo las puertas de este se cerraban, la verdad estaba por salir a la luz.Llegando un par de segundos después a su destino, una vez las puertas se volvieron a abrir, Seth se debatió entre salir de allí o no. ¿Qué haría si todo era verdad? ¿Q
Capítulo 71— Siempre ha sido él Narrador Desde que la verdad se había instalado entre ellos como una grieta invisible, Seth no volvió a ser el mismo. No gritó, no reclamó, solo se alejó. Y ese silencio era lo que más lastimaba a Nebra.En la casa, cada espacio que antes compartían ahora parecía un territorio ajeno. Desayunaban en horarios distintos, se cruzaban en los pasillos como extraños que se toleraban por cortesía, y por las noches, él se encerraba en su dormitorio con la excusa de que estaba cansado, cuando en realidad solo buscaba escapar del vértigo que le provocaba verla.Nebra se pasaba los dedos por los labios, esos que él no había vuelto a besar, y el pecho se le apretaba con la culpa mordiéndole el alma. Se había acostumbrado a que Seth la tocara incluso sin tocarla. A su presencia envolvente, a sus comentarios filosos y su forma de hacerla sentir como si el mundo solo fuera un lugar seguro cuando estaba entre sus brazos. Pero ahora… ahora no sabía dónde estaba parada.
Capítulo 72— 8 añosNarradorEsa mañana, él no estaba, como en las últimas. Desde que decidió quedarse en la empresa, la casa había quedado reducida a una estructura sin latido, hueca, vacía. Solo un silencio abrumador que a veces se sentía como un grito que le robaba el aire.Nebra tras levantarse con las pocas fuerzas que tenía, llevaba la taza vacía a la cocina, sin recordar en qué momento la había tomado. Había dormido mal otra vez, y el mareo ligero que sentía no ayudaba a que el mundo tuviera sentido.Desviando la mirada a un lado, miró su reflejo en la ventana; donde solo observó un rostro cansado, pálido, con los ojos aún húmedos por dentro. Lo cual, no era más que tristeza, agotamiento, ese peso constante que no sabía cómo nombrar. La vibración del móvil sobre la encimera la sacó de sus pensamientos, y aproximándose a él, lo tomó con manos temblorosas, esperando que se tratara de Seth, pero cuando leyó el nombre del remitente, sintió un golpe seco en el estómago.#Simon para
Capítulo 73— Obligarlo Narrador Caminando por los amplios corredores de GreenTech, Dalia se movía con algo de prisa, mientras la ansiedad la carcomía, necesitaba saber qué había sucedido con Federico, esto no con intenciones maliciosas, sino por Simón... Sabía que lo que estaba pasando, por más que intentara disimularlo, era difícil para él, por lo que luego de dejar un par de carpetas en recursos humanos se dirigió a su oficina. Una vez frente a la enorme puerta de madera, elevó su mano un poco titubeante cuando el miedo de parecer verdaderamente desesperada la azotó, pero comprendiendo que su orgullo no era mayor que lo que sentía por él, tomó el pomo y lo giró para ingresar. Encontrando a Simón sentado en su escritorio, con su mano masajeando sus sienes, Dalia tragó ligeramente sin saber cómo empezar a hablar, y notando su presencia, fue el mismo Simón quien se puso de pie para acercarse a ella. —Solo vine a saber... ¿Cómo estás... Cómo les fue en el juzgado? Tomando las mano