Mia caminó hacia la salida con Zinerva a su lado. Ella no dejaba de hablarle de Vico… o era Rocco. Un nombre que terminaba algo así. La verdad había dejado de prestarle atención en cuanto dijo que era un amigo de su novio. Gente como él no podía tener buenos amigos.—¿Entonces qué dices?—¿De qué? —preguntó.—No estabas escuchando. —Su amiga tenía una sonrisa divertida—. ¿Saldrás con él?—Oh, eso. —Zinerva le había dicho por la mañana que tenía un conocido al que le gustaría presentarle. Se habría agarrado a la excusa del trabajo sino fuera porque su amiga le había dicho que sería el sábado—. No estoy segura, el trabajo…—Eso es lo que te estaba diciendo, que lo vieras el viernes así no tendrías problemas con lo de levantarte temprano al día siguiente. Te prometo que es un buen tipo.Teniendo en cuenta el criterio de su amiga para juzgar a algunas personas, era comprensible que tuviera dudas sobre su definición de “buen tipo”. Sin embargo, n
La vida era más fácil cuando todo seguía un orden y una planificación. Era así como le gustaban las cosas a Giovanni. La improvisación y las sorpresas no traían buenas consecuencias. Pero al parecer Mia no pensaba igual que él. Era como si ella viviera en su propio mundo, bajo sus propias reglas. O para ser más precisos, bajo la ausencia de ellas.Se preguntó, si ahora que la había conocido, existía la mínima posibilidad de que desapareciera antes de convertir su vida en un desastre. Lo dudaba seriamente. Apenas había trascurrido una semana desde la primera vez que la vio y ya sentía que algo estaba cambiando.La observó mientras entraba en su departamento dejando la puerta abierta detrás de ella. El mensaje era claro. Lo iba a obligar a ir a decirle en persona a su mamá que no podía unirse a ellos, porque estaba seguro, como que la tierr
Dos días habían transcurrido desde que Mia había visto a Giovanni, dos días en los que él la había acosado en sus pensamientos desde el momento en que se levantaba. No importaba cuánto tratara de pensar en otra cosa, siempre terminaba soñando despierta con su mirada, su olor, la textura de su piel bajo sus labios.Después de haberlo besado aquella noche, había regresado a su departamento y actuado como si nada hasta que sus padres se marcharon. Ninguno de los dos había mencionado a su vecino y ella tampoco lo había sacado a colación.Se acarició los labios. Todavía no sabía cómo había tenido el valor para besarlo. Intentó encontrar una explicación, pero al final todo se dedujo a un impulso. Tenía más de los usuales cuando se trataba de él. Era como si el anulara el poco sentido común que pose&iacut
Giovanni no debería de estar allí, no después de haberse repetido una y otra vez que debía mantenerse alejado de Mia. Pero era como si, sim importar lo que decidiera hacer, al final terminaba junto a ella. Era como si ella ejerciera una fuerza atracción a la que le era difícil resistirse. Ella encendió las luces y caminó hacia la cocina. Su mirada se desvió a sus caderas, parecían moverse como si estuvieran yendo al compás de una música. Sacudió la cabeza, no estaba allí para empezar a fantasear con ella, eso ya lo había hecho bastante a solas. Necesitaba averiguar que había causado su molestia. Debía ser algo grave para que su descarada vecina volviera a ser el ser alegre. Un instinto protector se había activado dentro de él. Era como si quisiera arreglar lo que estaba mal para que ella volviera a su estado de ánimo usual. Algo contradictorio teniendo en cuenta que la había considerado irritante por el mismo hecho. —¿Estás bien con el chocolate? —preguntó ella mirándola sobre el ho
Los ojos de Mia se encontraron con los suyos y ese momento fue su perdición. Sus secretos estaban allí, expuestos para que él pudiera verlos. Ella lo deseaba y no iba a fingir que él no se sentía de la misma manera. Incluso si hubiera intentado hacerlo, su cuerpo lo habría delatado.Dejó caer algunas de sus barreras, no todas, pero las suficientes para que ella viera el deseo que lo estaba consumiendo por dentro.Mia abrió la boca como si fuera a decir algo, probablemente alguna de esas cosas listas que siempre tenía en mente, pero él la acercó y le dio un beso. Ella soltó un gemido apenas sus labios entraron en contacto.Giovanni no fue suave, había soñado demasiado con ese momento, como para serlo. Sin embargo, se aseguró de que ella también lo disfrutara. Los labios de Mia eran tan dulces como los había imaginado. Su sabor iba a quedar grabad
Mia pestañeó un par de veces antes de abrir los ojos. Los recuerdos de la noche anterior llegaron poco a ella y sonrió. Había sido una noche fantástica. Giovanni era el amante perfecto y no del tipo de hombres que solo actuaba en busca de su propio placer. Sus manos habían recorrido su cuerpo con devoción y sus besos habían sido exigentes, pero placenteros.Sabía, incluso antes de girarse a ver el otro lado de la cama, que él no estaba allí. Podía sentir su ausencia. Estiró su brazo y acarició el lado donde él había dormido, el recuerdo de su cuerpo envolviéndola mientras dormía estaría grabado en su memoria. La sábana no estaba demasiado fría, era probable que él se hubiera levantado hace poco.Se levantó de la cama, se sentía decepcionada, pero la vida continuaba. Además, él nunca le había prometido una relación duradera ni amor. Entró al baño y se dio una ducha algo larga, muchos de sus músculos adoloridos se relajaron con el agua tibia. Se alistó para ir a visitar
Giovanni recorrió la sala del pequeño departamento en el que se encontraba. Las paredes eran de un amarillo raído, un par de sillones algo antiguos estaban colocados en medio y sobre un mueble que seguro había visto días mejores estaba una televisión. Las cortinas, que cubrían la única ventana del lugar, necesitaban una buena lavada.Alzó algunas cosas sin molestarse en ser demasiado cuidadoso, no es que el dueño fuera alguien ordenado. Su presencia allí bien podría pasar inadvertida si no fuera porque planeaba quedarse hasta que él llegara. Entró a la habitación, el mismo desorden de afuera lo recibió. Evaluó el lugar con la mirada y sobre la cama divisó una laptop, una parte de ella estaba cubierta por las cobijas de la cama sin arreglar. Se acercó y la tomó. No le importaba mucho lo que podía contener, pero un vist
A Mia, el fin de semana le había parecido más largo de lo usual, se había dicho más de una vez que no tenía nada que ver con sus ganas de volver a ver el rostro gruñón de Giovanni, pero se rindió en algún momento. Mentirse nunca había sido de sus aficiones favoritas y no quería que lo fuera. Después de pasar dos días con sus padres, viajó de regreso a su departamento. Su madre no dejó de decirle que podía quedarse algunos días más e ir desde allí al trabajo. No entendía ni porque lo intentaba cuando conocía que era difícil hacerle cambiar de opinión. Al llegar a su piso miró en dirección al departamento de Giovanni y pensó que estaría haciendo él. Dio un paso tentativo en dirección a su puerta, mientras formulaba alguna excusa en su mente de porque lo había llamado. Ninguna le pareció muy convincente, así que se detuvo. Tal vez ni siquiera estaba allí. Soltó un suspiro de decepción y se metió a su departamento. Estaba cansada, su madre no había tenido mejor i