Giovanni recorrió la sala del pequeño departamento en el que se encontraba. Las paredes eran de un amarillo raído, un par de sillones algo antiguos estaban colocados en medio y sobre un mueble que seguro había visto días mejores estaba una televisión. Las cortinas, que cubrían la única ventana del lugar, necesitaban una buena lavada.
Alzó algunas cosas sin molestarse en ser demasiado cuidadoso, no es que el dueño fuera alguien ordenado. Su presencia allí bien podría pasar inadvertida si no fuera porque planeaba quedarse hasta que él llegara.
Entró a la habitación, el mismo desorden de afuera lo recibió. Evaluó el lugar con la mirada y sobre la cama divisó una laptop, una parte de ella estaba cubierta por las cobijas de la cama sin arreglar. Se acercó y la tomó. No le importaba mucho lo que podía contener, pero un vist
A Mia, el fin de semana le había parecido más largo de lo usual, se había dicho más de una vez que no tenía nada que ver con sus ganas de volver a ver el rostro gruñón de Giovanni, pero se rindió en algún momento. Mentirse nunca había sido de sus aficiones favoritas y no quería que lo fuera. Después de pasar dos días con sus padres, viajó de regreso a su departamento. Su madre no dejó de decirle que podía quedarse algunos días más e ir desde allí al trabajo. No entendía ni porque lo intentaba cuando conocía que era difícil hacerle cambiar de opinión. Al llegar a su piso miró en dirección al departamento de Giovanni y pensó que estaría haciendo él. Dio un paso tentativo en dirección a su puerta, mientras formulaba alguna excusa en su mente de porque lo había llamado. Ninguna le pareció muy convincente, así que se detuvo. Tal vez ni siquiera estaba allí. Soltó un suspiro de decepción y se metió a su departamento. Estaba cansada, su madre no había tenido mejor i
—¿Qué hiciste el fin de semana? —preguntó Mia mientras empezaban a cenar. Ella hizo el intento por parecer desinteresada, pero Giovanni no se ganaba la vida haciendo lo que hacía por dejar pasar hasta los mínimos detalles.Controló sus expresiones antes de dar una respuesta. Mia no tenía por qué enterarse de su visita a Guido.—Nada interesante, algo de trabajo —musitó con desinterés—. Luka estuvo aquí el domingo y preguntó por ti.En cuanto Luka había preguntado por Mia, se había sentido inquieto y había querido a su amigo que se mantuviera alejado de ella. Lo cual, por supuesto, no le había dico. Eso habría traído demasiadas preguntas a las que no habría podido responder.—Me habría gustado verlo, es un sujeto agradable. —Su respuesta no le gustó demasiado. Era demasiado vaga y no le decía si ella estaba interesada en él—. Salúdalo de mi parte.Asintió, aunque en el fondo no estaba muy seguro de querer hacerlo.—¿Y tú que hiciste? —Usualme
Mia había notado como Giovanni se estaba apoderando de su corazón lentamente y había decidido que lo mejor sería mantenerse alejada de él por un tiempo, al menos hasta poder poner en práctica lo que había declarado. Después de todo, ella había sido la que había soltado todas idioteces sobre que podían tener sexo y no habría complicaciones. Incluso lo había creído en ese momento. Lo malo es que ahora ya no lo hacía tanto. Sus sentimientos parecían estar cambiando. Desde que pasó la noche en su departamento, se las había arreglado para no cruzarse con él por el resto de la semana. Huir no era la solución, pero tampoco creía que lo fuera la confrontación; menos cuando lo único que quería hacer cuando veía a Giovanni, era derretirse en sus brazos. Tenía orgullo, aunque a veces parecía que no. Ese sábado se levantó temprano, preparó su refrigerio, le dio de comer a su gata y salió rumbo al parque quedaba a una hora de viaje en metro. Necesitaba algo de aire fresco para aclarar sus ideas.
Giovanni no recordaba muy bien en que momento había terminado con un bebé en los brazos. Con Mia nunca nada sucedía a la velocidad común y lo peor es que nunca tenías idea de que era lo que iba a suceder. Era como si se tratara un torbellino. Estaba seguro que si ella no le habría dicho que tenía una cita no se habría sentido tan ansioso por salir a ver qué estaba pasando. Había querido comprobar que Mia estaba bien y lo más importante, si estaba sola. Jamás se la habría ocurrido pensar que el Taddeo del que había hablado era el mismo que el hijo de su vecina. Saberlo le habría ahorrado algunos dolores de cabeza. Taddeo balbuceó algo mientras aplaudía en su rostro sacándolo de sus pensamientos. Cuando lo miró, él se soltó a reír. Al igual que Mia parecía no sentirse intimidado por él, por el contrario, lucía cómodo donde estaba. Regresó su atención a Mia. Ella alzó el biberón, que hasta hace poco había estado en un recipiente con agua tibia, y dejó caer una gota de leche en su mano.
No estaba escapando, solo necesitaba un tiempo a solas. Si se lo repetía un par de veces más tal vez Mia se lo llegaría a creer. La escena de unos minutos atrás no dejaba de repetirse en su mente. Los ojos de Giovanni fijos en los suyos, él inclinándose con sus intenciones claras y ella deseando que sucediera. ¿Dónde había quedado su decisión de marcar distancia? No debería haberle entregado al bebé y mucho menos dejarlo entrar en su departamento. En definitiva, tomar las decisiones correctas no era lo suyo. Llenó el biberón de agua para enjuagarlo. Esa era la tercera vez que lo lavaba, no creía que pudiera estar más limpio; pero al menos la mantenía ocupada para no tener que regresar a la sala junto a Giovanni. Estaba pensando en lavarlo una vez más cuando la puerta sonó. Secó todo y lo guardó en la maleta del bebé, luego se lo colocó al hombro, tomó un respiro profundo y salió. Al pasar miró a Giovanni, él seguía en la misma posición que lo había dejado. El bebé en sus brazos
Giovanni casi se olvidó de como respirar, estaba más concentrado en admirar a Mia. Ella era sexy y de eso no cabía duda, pero verla en aquel vestido negro que se pegaba a cada curva de su cuerpo como una segunda piel, no hacía más que reafirmar esa idea. Debía de controlar los pensamientos que se apoderaban de él, pero era una batalla perdida y lo sabía.Dos malditas semanas en las que la había visto en contadas ocasiones. Ella le había dado lo que había querido al inicio, se había mantenido fuera de su camino. No habían vuelto a pasar un tiempo juntos. No podía decir con precisión si ella estaba molesta con él o no. Cada vez que lo veía, ella le saludaba con la misma alegría de siempre; pero eso era todo. No había conversaciones interminables, ni bromas que tentaban su paciencia.La había ofendido con sus palabras, no era tan idio
En cuanto Giovanni la besó, Mia perdió la noción de la realidad. Se olvidó de todo salvo de él y las sensaciones que le producía. Era como si hubiera pasado una eternidad desde que sintió sus labios sobre los suyos.Sus manos se aferraron a su chaqueta mientras dejaba que él tomara el control. Giovanni colocó las manos en su cintura y la acercó más a su cuerpo. Pudo sentir su miembro excitado contra su vientre y soltó un gemido ahogado que él se tragó.Sus cuerpos hace un rato habían dejado de moverse al ritmo de la música. Estaban parados en medio de la pista de baile, tan solo devorándose el uno al otro.Se separaron, con las respiraciones agitadas, después de un rato. Volvió a ser consciente del sonido de la música y de la presencia de todas las personas que los rodeaban. El mundo no se había detenido, tal y como e
—Este vestido me ha estado volviendo loco desde que te vi usándolo —musitó Giovanni empujando la puerta de su habitación y entrando. Lo vio estirar la mano y tantear sobre la pared antes de encender la luz. Él la apoyó sobre esa misma pared y colocó sus labios a la altura de sus clavículas. Los arrastró por cada porción de piel que estaba expuesta. Sus manos acariciaban con libertad sus piernas. Su vestido hacer rato se había enrollado hasta quedar a la altura de su cintura.Su contacto le producía ondas de placer que viajaban por todo su cuerpo. El dolor entre sus piernas no hacía más que aumentar. Sus caderas se movían contra él, buscando aliviar su necesidad. No era suficiente, necesitaba más.Giovanni trasladó sus manos hacia arriba y deslizó la parte superior del vestido dejando al descubierto su corpiñ