Giovanni notó el pánico en los ojos de Mia, era demasiado trasparente con sus emociones. Ella lo miraba como si fuera un auto que la atropellaría en breve; sin embargo, no se movía. Solo con intención de prolongar su sufrimiento, se tomó su tiempo para bajar el frasco. Era su manera de vengarse. Le había advertido que se mantuviera lejos de su departamento, pero ella había decidido ignorarlo deliberadamente.
Cuando terminó de retirar el frasco, el rostro de Mia reflejo confusión, para luego pasar al entendimiento. Ella le dio una mirada amenazante, o al menos su versión de una. Había visto una infinidad de cosas que daban más miedo que ella.
Para alguien culpable era muy buena para mostrarse ofendida. Si alguien era culpable de algo allí, era ella; pero por la forma en que lo estaba mirando parecía que fuera todo lo contrario.
—Mi mamá hace las m
—Muchas gracias por invitarme —dijo Mia mirando a Luka.Su amigo estaba levantando todos los servicios para llevarlos a lavar. Mia se había ofrecido a hacerlo, pero ambos hombres se habían negado. A diferencia de Luka, sus motivos habían tenido que ver muy poco con cortesía y, por la mirada que se ganó, podía decir que Mia lo sabía. —De nada —dijo sonriendo Luka—. Déjame acompañarte hasta la puerta.—Lo haré yo —se ofreció.Mia lo analizó con la mirada como si sospechara de sus motivos, pero pareció llegar a la conclusión de que estaba a salvo porque se puso de pie y recogió su cartera.—Nos vemos en otra ocasión —dijo ella acercándose a Luka y le dio un beso en la mejilla.—Eso me gustaría —dijo él.Mientras que no usaran como luga
Giovanni revisó los documentos que tenía en mano. De los diez candidatos que se habían presentado para llenar el par de puestos que estaban disponibles, solo cinco cumplían con todos los requisitos. Presionó teléfono para comunicarse con su secretaria. —Haz pasar al primero, por favor —pidió. —Sí señor. El primer hombre entró poco después y dio comienzo a la entrevista. Esperaba no tardar demasiado, pero apresuraría las cosas. Les hizo las preguntas de rutina. La mayoría de ellas, no eran demasiado relevantes. El propósito de las entrevistas era tener el tiempo de conocer a cada uno de los candidatos. Ellos podían dar respuestas falsas a sus preguntas; pero sus actitudes y reacciones mientras lo hacían, no era algo que pudieran cambiar. Giovanni estaba en busca de personas en las que pudiera confiar la seguridad de sus clientes, ellos eran muy importantes y tenía que asegurarse de que cada hombre y mujer que contrataba para cuidarlos podía hacer lo necesario para protegerlos. No
Mia caminó hacia la salida con Zinerva a su lado. Ella no dejaba de hablarle de Vico… o era Rocco. Un nombre que terminaba algo así. La verdad había dejado de prestarle atención en cuanto dijo que era un amigo de su novio. Gente como él no podía tener buenos amigos.—¿Entonces qué dices?—¿De qué? —preguntó.—No estabas escuchando. —Su amiga tenía una sonrisa divertida—. ¿Saldrás con él?—Oh, eso. —Zinerva le había dicho por la mañana que tenía un conocido al que le gustaría presentarle. Se habría agarrado a la excusa del trabajo sino fuera porque su amiga le había dicho que sería el sábado—. No estoy segura, el trabajo…—Eso es lo que te estaba diciendo, que lo vieras el viernes así no tendrías problemas con lo de levantarte temprano al día siguiente. Te prometo que es un buen tipo.Teniendo en cuenta el criterio de su amiga para juzgar a algunas personas, era comprensible que tuviera dudas sobre su definición de “buen tipo”. Sin embargo, n
La vida era más fácil cuando todo seguía un orden y una planificación. Era así como le gustaban las cosas a Giovanni. La improvisación y las sorpresas no traían buenas consecuencias. Pero al parecer Mia no pensaba igual que él. Era como si ella viviera en su propio mundo, bajo sus propias reglas. O para ser más precisos, bajo la ausencia de ellas.Se preguntó, si ahora que la había conocido, existía la mínima posibilidad de que desapareciera antes de convertir su vida en un desastre. Lo dudaba seriamente. Apenas había trascurrido una semana desde la primera vez que la vio y ya sentía que algo estaba cambiando.La observó mientras entraba en su departamento dejando la puerta abierta detrás de ella. El mensaje era claro. Lo iba a obligar a ir a decirle en persona a su mamá que no podía unirse a ellos, porque estaba seguro, como que la tierr
Dos días habían transcurrido desde que Mia había visto a Giovanni, dos días en los que él la había acosado en sus pensamientos desde el momento en que se levantaba. No importaba cuánto tratara de pensar en otra cosa, siempre terminaba soñando despierta con su mirada, su olor, la textura de su piel bajo sus labios.Después de haberlo besado aquella noche, había regresado a su departamento y actuado como si nada hasta que sus padres se marcharon. Ninguno de los dos había mencionado a su vecino y ella tampoco lo había sacado a colación.Se acarició los labios. Todavía no sabía cómo había tenido el valor para besarlo. Intentó encontrar una explicación, pero al final todo se dedujo a un impulso. Tenía más de los usuales cuando se trataba de él. Era como si el anulara el poco sentido común que pose&iacut
Giovanni no debería de estar allí, no después de haberse repetido una y otra vez que debía mantenerse alejado de Mia. Pero era como si, sim importar lo que decidiera hacer, al final terminaba junto a ella. Era como si ella ejerciera una fuerza atracción a la que le era difícil resistirse. Ella encendió las luces y caminó hacia la cocina. Su mirada se desvió a sus caderas, parecían moverse como si estuvieran yendo al compás de una música. Sacudió la cabeza, no estaba allí para empezar a fantasear con ella, eso ya lo había hecho bastante a solas. Necesitaba averiguar que había causado su molestia. Debía ser algo grave para que su descarada vecina volviera a ser el ser alegre. Un instinto protector se había activado dentro de él. Era como si quisiera arreglar lo que estaba mal para que ella volviera a su estado de ánimo usual. Algo contradictorio teniendo en cuenta que la había considerado irritante por el mismo hecho. —¿Estás bien con el chocolate? —preguntó ella mirándola sobre el ho
Los ojos de Mia se encontraron con los suyos y ese momento fue su perdición. Sus secretos estaban allí, expuestos para que él pudiera verlos. Ella lo deseaba y no iba a fingir que él no se sentía de la misma manera. Incluso si hubiera intentado hacerlo, su cuerpo lo habría delatado.Dejó caer algunas de sus barreras, no todas, pero las suficientes para que ella viera el deseo que lo estaba consumiendo por dentro.Mia abrió la boca como si fuera a decir algo, probablemente alguna de esas cosas listas que siempre tenía en mente, pero él la acercó y le dio un beso. Ella soltó un gemido apenas sus labios entraron en contacto.Giovanni no fue suave, había soñado demasiado con ese momento, como para serlo. Sin embargo, se aseguró de que ella también lo disfrutara. Los labios de Mia eran tan dulces como los había imaginado. Su sabor iba a quedar grabad
Mia pestañeó un par de veces antes de abrir los ojos. Los recuerdos de la noche anterior llegaron poco a ella y sonrió. Había sido una noche fantástica. Giovanni era el amante perfecto y no del tipo de hombres que solo actuaba en busca de su propio placer. Sus manos habían recorrido su cuerpo con devoción y sus besos habían sido exigentes, pero placenteros.Sabía, incluso antes de girarse a ver el otro lado de la cama, que él no estaba allí. Podía sentir su ausencia. Estiró su brazo y acarició el lado donde él había dormido, el recuerdo de su cuerpo envolviéndola mientras dormía estaría grabado en su memoria. La sábana no estaba demasiado fría, era probable que él se hubiera levantado hace poco.Se levantó de la cama, se sentía decepcionada, pero la vida continuaba. Además, él nunca le había prometido una relación duradera ni amor. Entró al baño y se dio una ducha algo larga, muchos de sus músculos adoloridos se relajaron con el agua tibia. Se alistó para ir a visitar